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A ti.

INTRODUCCIÓN

“Yo podría hacerlo…”.

¡Hablemos de ese pensamiento!

Hablemos de esa sensación de tener un poquito más de espacio en nuestra reserva de potencialidades, do-nes, destrezas y cualidades. Hablemos de ese signo de interrogación que aparece, quizás muy de vez en cuando, en esos momentos en los que tenemos la oportunidad de observar nuestra realidad y descubrir que hay lugar para algo más. ¿Para qué? Para tener ideas, desarrollar proyectos, generar cambios, oportunidades y crecimiento en nuestra vida.

Hablemos de nuestro potencial creativo. Ese que todos sabemos que tenemos, pero no todos sabemos muy bien cómo alimentar y poner en acción. Hablemos de nuestras ganas de animarnos (aunque se manifiesten muy esporádicamente o cuando nadie nos ve). Hablemos de nuestras pasiones, de las cosas que nos movilizan, de nuestros impulsos y de nuestros estímulos. Hablemos de todo eso que quizás hoy solo forma parte de lo que imaginamos, pero que en algún rincón sentimos que es real.

Sé que son temas que dan vueltas en tu cabeza de vez en cuando. Y también sé que las rutinas, los deberes, los miedos, los problemas y las preocupaciones suelen encargarse de apartarlos. Lo sé porque lo viví y lo vivo a diario como creativo consciente. Cierto día descubrí la tensión entre lo que amo hacer y la realidad coti-diana. Fue hace algunos años, y recuerdo exactamente la escena: me había pasado un día entero grabando una canción en mi pequeño estudio hogareño, olvidando por completo todas las cuestiones cotidianas pendientes que tenía en aquel momento. Recuerdo que mientras estaba haciendo lo mío fluía en una especie de estado de felicidad, paz y conexión profunda que me hubiera gustado que dure para siempre. Pero al cabo de un tiempo, un correo electrónico reclamando un trabajo pendiente me devolvió de una bofetada a la realidad. O, mejor dicho, a mi realidad de aquel momento. La música (una de mis pasiones) era una especie de paréntesis en mi día a día. El resto de las cuestiones se llevaba la mayor parte de mi agenda, de mi tiempo y mi energía.

De esa tensión surgieron algunas crisis existenciales y una búsqueda profunda para encontrar la forma de hacer que mis pasiones y mis ganas de hacer coexistan con el resto de las cuestiones de la vida cotidiana. Fue un proceso largo que duró varios años (y que continúa hasta el día de hoy) del que surgió mi libro El camino de la creatividad.

Ese libro abrió un nuevo capítulo en mi vida y me llevó por caminos absolutamente inesperados. Jamás me había imaginado como facilitador en cursos y talleres de creatividad, innovación y desarrollo personal, dando conferencias y brindando entrevistas. Todo eso (y mucho más) sucedió en el transcurso de unos pocos meses y me ayudó a descubrir un potencial en mí que estaba oculto. Nada de eso hubiera sucedido si no hubiera abrazado la tensión en mí, que solo surge cuando uno le presta atención a su voz interior.

Pero esa tensión no desapareció, sino que aprendí a gestionarla. Por decirlo de alguna forma, aprendí a hacer que haya música en cada una de las cosas que realizo, aun cuando no haya nada sonando. Aprendí a manejar mis tiempos, a alimentar mis energías y a fortalecer mis puntos de apoyo para poder hacer lo que amo, crecer y desarrollarme a través de eso. Aprendí a diseñar una vida en la que siempre hay lugar para la creatividad.

Entonces sucedió lo que pasa en todo camino creati-vo: cuanto uno más progresa, rápidamente descubre cuánto más hay por avanzar. Cuanto más compartía lo que había aprendido con los demás, más aprendía de las personas y sus realidades. Así fue como decidí asumir el desafío de Crear o reventar, un proyecto que desde el primer momento tuvo objetivos bien definidos:

·Escribir un libro práctico, con todas las herramientas que había aprendido para aplicar creatividad a todos los aspectos de la vida.

·Comunicar para todos: para los que saben qué quieren hacer en su vida ¡y también para los que no tienen la más mínima idea!

·Hacer un libro dinámico, en el que los ejercicios y las consignas inviten permanentemente a accionar nuestro músculo creativo.

·Incluir historias y frases de grandes creativos, ¡porque a todos nos inspiran y nos encanta leerlas!

·Generar una estructura creativamente libre, de esas que nos permiten abrir el libro en cualquier página, en cualquier momento del día, y recorrerlo a nuestra manera.

Así lo imaginé hace algunos años y así siento que lo realizamos. Noten el plural al final de la oración anterior. “¿Realizamos? ¿Tú y cuántos más?”, te estarás preguntando. Probablemente miles de personas. Por-que lo que tienes en tus manos no es solo fruto de mi investigación y práctica, sino de cientos de consultas, ideas y mensajes que me envían a diario a través de las redes sociales. Es fruto de consejos que he recibido a lo largo del camino y de una visión muy concreta de mi editora (con quien hemos tenido intensos intercambios creativos vía correo electrónico, y a quien agradezco por ellos). Pero, además, es fruto de un proceso que al principio supuse que tenía bajo control, pero que luego el destino se encargó de demostrarme que las cosas iban a ser como él quisiera. ¡Como suele ser en todo proceso creativo!

Hoy el libro está en tus manos y es este instante, en el que tú estás leyendo estas palabras, en el que todo el misterio creativo se mate-rializa y se celebra a sí mismo. ¿Quién eres? ¿Por qué llegó este libro a tus manos? ¿Cómo es que yo lo estoy escribiendo en mi momento presente, y tú ahora lo estás leyendo en tu propio presente, sin importar el tiempo y las distancias que nos separen? ¿Cómo es que estamos juntos aquí y ahora? ¿Qué fuerza me llevó a trabajar en esta obra hasta lograr interceptarte en el camino de tu vida? ¡No lo sé, y eso lo hace más fascinante aún! Lo cierto es que, aunque misterioso, sucedió ¡y aquí estamos!

¿Puede un libro hacer a una persona más creativa? Claro que no, ya que un libro no puede hacer nada por sí mismo. ¿Puede una persona volverse más creativa en la medida en que lee y pone en práctica las ideas de un libro? ¡Definitivamente, sí! La diferencia es pequeña, pero significativa. Tú eres quien va a volverse más creativo/a en la medida en que entres en acción, poniendo en práctica lo que aquí leas y apelando a tu propia experiencia. No esperes recetas mágicas: no las hay. Aquí encontrarás una guía para recorrer tu camino creativo, sin importar el momento en el que te encuentres. ¿No sabes qué hacer de tu vida? ¿Sabes qué hacer, pero aún no tienes idea cómo? ¿Estás haciendo algo y sientes que podrías hacerlo mejor? Te ofrezco más de 200 herramientas para que descubras tu potencial creativo y lo pongas a prueba. Úsalas como quieras. Comienza a leer el libro por el primer capítulo y sigue hasta el final. O comienza por el final y retrocede hasta el principio. O abre cualquier página y deja que el libro te sorpren-da. ¡Ten tu propia experiencia, pero intenta hacer algo más que leer este libro! Y déjame darte un consejo importante para que estés mejor preparado/a: necesitarás algunos momentos de soledad, lápiz y papel. Asegúrate de tener estos recursos mientras lees estas páginas.

Crear o reventar es algo más que un libro de consejos para la creatividad y el desarrollo personal. Es una filosofía, un modo de ver el mundo, una decisión de vida. Algunas personas pueden vivir sin prestarles atención a sus pasiones, sus ideas y sus anhelos. Si has llegado hasta aquí, estoy bastante seguro de que no eres una de ellas. Déjame darte la bienvenida a este camino de exploración creativa, que será largo, sinuoso, tendrá sus claros y oscuros, pero te fascinará desde el momento en que lo asumas con paciencia, sinceridad y amor propio. Porque tu creatividad es una fuerza muy noble; cuanto más te aproximes a ella, más te acercará ella a los destinos indicados.

Antes de comenzar nuestro recorrido, quisiera agradecerte a ti, querido lector, o querida lectora, no solo por haber tomado este libro en tus manos y leer estas palabras, sino por haber decidido hacer algo a favor de tu creatividad. El mundo necesita más gente como tú.

El momento es ahora.

¡Crear o reventar!

FACUNDO ARENA

1. Cómo CONVERTIRTE EN LO QUE ERES

Hay una parte de ti que sabe lo que quiere. ¡De verdad! De hecho, siempre lo supo y de tanto en tanto se manifiesta y te lo hace saber a ti y a los que están alrededor tuyo.

¡Se le da por bailar a cada rato!”, dice una mamá sorprendida de su hija de ٣ añitos. Esa es la parte de ella que sabe lo que quiere.

“Me encanta hacer garabatos en una libreta”, piensas cada vez que haces dibujitos. Esa es la parte de ti que sabe lo que quiere.

“Qué lindo está el aire en el parque”, comentaste esa tarde que te escapaste de la oficina 15 minutos para tomar un poco de sol. Esa es la parte de ti que sabe lo que quiere.

Muy en el fondo de nuestra conciencia todos sabemos lo que somos y lo que queremos. Ahora bien, entre ese conocimiento esencial de nosotros mismos y nuestra propia realidad (lo que creemos que somos cuando “hacemos que somos” en el día a día), puede haber un abismo. En ese espacio de distancia existe un sistema de creencias respecto a nosotros mismos, construido a lo largo de los años de nuestra vida. Imagínatelo de la siguiente forma: eres una isla y a tu derecha existe una playa maravillosa repleta de palmeras, arena blanca y mar transparente. Pero por alguna circunstancia a ti te tocó vivir del otro lado de la isla, a la izquierda, en una costa árida donde te cuesta ver el sol y el agua está turbia. Como toda tu vida viviste de ese lado, supones que del otro lado es igual. Y no solo eso, construyes tu casa de forma tal que no se vea absolutamente nada en la otra dirección (¡debe ser igual de aburrido! ¿No?). Esa suposición y esa construcción son producto de tu sistema de creencias. Son los muros que has levantado durante todos estos años entre lo que crees que eres (o la sociedad te hizo creer) y lo que realmente eres. Entre lo que eres y lo que te gustaría ser.

Allí, en esa construcción que no te permite llegar a la otra orilla, están los obstáculos internos que bloquean tu creatividad: los límites autoimpuestos, las inseguridades, las imágenes catastróficas. Todo aquello que te indica que pasarás vergüenza cada vez que se te cruza la idea de tomar clases de baile, ese pensamiento que te dice que no eres tan talentoso como tus amigos de Instagram, o el temor que aparece cuando piensas en anotarte en la Universidad para estudiar una carrera que te apasiona después de los 40. ¿Y qué se puede hacer con todo eso? En primer lugar, aceptar. Y luego avanzar.

El camino hacia la parte de ti que sabe lo que quiere puede ser temeroso, largo, sinuoso, oscuro y peligroso. Ponle la palabra horrible que más le guste a tu otra parte (la que quiere que las cosas se queden como están). No importa, se trata de dar pequeños pasos a conciencia, observando como gran parte de nuestro sistema de creencias nos dice que “no” para evitar nuestro desarrollo personal. Lo bueno es que el mundo está repleto de personas que avanzaron a pesar de todo esto y se convirtieron en lo que realmente son para dar testimonio a través de su obra y sus acciones. Nosotros, que nos consideramos ­personas creativas con el potencial de hacer cosas, también ­vamos hacia eso, ¿qué tal si damos el primer paso?

Cinco consejos para ­comenzar a convertirte en lo que eres

1Preguntarte “¿qué soy?” puede ser un ­tanto abrumador. Quizás sea mejor apelar a la ­herramienta creativa más efectiva: la reformulación. Te propongo algunas preguntas alternativas: ¿en qué momentos te sientes más a gusto contigo? ¿Cuándo sientes que eres tu mejor versión? ¿En qué momentos del día te sientes más conectado con tu voz interior? ¿En la ducha? ¿En el bus camino a la Universidad o al trabajo? ¿Los sábados por la tarde en el parque? Reflexiona al respecto. Se trata de identificar esos espacios en los que ­nuestro ser esencial tiene un poco más de permiso para manifestarse y evocar su mensaje.

2Hagamos un ejercicio creativo: identifícate a través de los objetos que forman parte de tu día a día. ¿Cuáles son los que mejor representan tu personalidad? Por ejemplo, una guitarra puede serlo para un músico, un anotador para una escritora o el calzado deportivo para un corredor. ¿Cuáles son los tuyos? ¡No te preocupes si no te identificas con ninguna de esas actividades! ­Puede ser una camiseta que utilizas los sábados por la tarde. ¡Lo que sea! ¿Qué relación tienes con ese objeto? ¿Qué evoca en ti cuando entras en contacto con él? Reflexiona unos minutos al respecto.

3Ahora realicemos el ejercicio inverso: te despojan de todas tus pertenencias, ya no te ­queda ni un solo objeto. ¿Qué queda de ti? ¿Qué puede hacer ese ser que no posee nada físico? ¿A qué parte de ti apelarías para expresar tu ­personalidad?

4Reflexionemos acerca de nuestra relación con los que nos rodean: ¿con qué personas eres tu versión más genuina, sincera y transparente? ¿Con quiénes debes montar un personaje? ¿Cuánto tiempo pasas con unos y cuánto con los otros?

5Todas estas preguntas te ayudarán a comenzar a trazar tu mapa interior, ese que deberás recorrer para acceder a la fuente inagotable de creatividad que habita en ti. Ahora bien, tú quieres tener una vida más creativa, pero las rutinas seguirán tirando para el otro lado. Es muy importante que cuentes con “bastones” que te ayuden a avanzar en el camino, pequeñas herramientas que te harán volver a tu foco. Recordatorios en la nevera, una foto de alguien que te resulte inspirador, una playlist motivadora, todo suma. ¡Llena tu vida de elementos alentadores que te ayuden a crecer!

“Es necesario llevar en sí mismo un caos, para poner en el mundo una estrella danzante”.

Friedrich Nietzsche

2. Cómo superar el autoboicot

Somos los primeros ­artífices de nuestras ­limitaciones creativas. Dentro de nosotros mora un enorme castillo de estructuras dispuestas a hacer todo lo posible para que nada cambie. Este castillo de bloqueos tiene 6 grandes columnas. Y observarlas es el primer paso para empezar a ­derribarlas:

1. Tu necesidad de aprobación: hay una parte de ti que necesita quedar bien con todo el mundo, que no tolera la incomodidad de decir que “no” a algo que no suma y que sufre cuando alguien te mira con cara extraña. Gran parte de la imagen que has construido de ti depende de este aspecto de tu sistema de creencias. Si los demás aprueban lo que haces, te sientes a gusto y con confianza: te animas. Y si no, te quedas pensando todo el día, dudas, te preocupas. Para esa parte de ti el punto de vista externo es mucho más importante que el interno, porque cree que la experiencia y la sabiduría están ahí afuera, no aquí dentro. Y en función de eso eliges a tu pareja, tu carrera, tus amigos, tu casa, tu auto y cualquier otro aspecto de tu vida. El peligro de darle rienda suelta a esa parte es que, en determinados momentos, te encuentras pasando tiempo con las personas incorrectas, haciendo las cosas incorrectas. ¿Qué tan bien te puede ir en esas circunstancias?

2. La sensación de inseguridad: vivimos en un permanente estado de inseguridad. Las dudas y las preocupaciones ocupan un gran porcentaje del torrente diario de nuestros pensamientos y (no) actuamos en función de ello. Evitamos arriesgarnos por miedo al error, pero, en definitiva, es por miedo a nosotros mismos. Arriesgar significa elegir el camino de lo desconocido ¡y nosotros odiamos lo desconocido! Nuestra mente siempre intentará aferrarse a todo lo que pueda prever y, si no lo puede hacer, entonces te terminará diciendo: “mejor, no”. Pero el filósofo Alan Watts, en su maravilloso libro La sabiduría de la ­inseguridad, hace una declaración contundente: “lo esencial es ­comprender que no hay seguridad”. La seguridad es una ­construcción mental para evitar dar pasos en la oscuridad. ¿Y sabes cómo es el camino de la creatividad? Absolutamente impredecible, oscuro por momentos, pero siempre hacia adelante. Comprender qué te genera dudas, ­miedos y preocupaciones es esencial para tu propio crecimiento, y durante este libro nos ocuparemos de ello en múltiples oportunidades.

3. Tu pasado: asúmelo, eres fan de la nostalgia. Cada vez que te sucede algo malo o que te preocupa algo acerca del futuro, una parte de ti busca en el archivo toda la información pasada, esa que puede sustentar la teoría de que esto no es culpa tuya, sino de lo que sucedió en tu pasado. Te sorprendería saber la cantidad de gente que piensa que “todo tiempo pasado fue mejor” y vive su presente pensando que ya perdió el tiempo, que ya no se puede o que se le pasó el momento. Para bien o para mal, la nostalgia es una fuerza muy poderosa. Y esto no significa que antes la hayas pasado mejor que ahora (a veces es todo lo contrario), sino que te aferras a esos recuerdos, personas y objetos de tal manera que no puedes ver las posibilidades de crear nuevos recuerdos, relaciones y experiencias. Tú y yo sabemos que el pasado ha pasado. Que se trata de una construcción de recuerdos a la que es bueno volver de tanto en tanto, pero no para perderte lo que está sucediendo ahora mismo. Tu ejercicio ­diario será liberarte de todo lo que te mantiene en el pasado.

4. Tu visión crítica de las cosas: “eso no va a ­funcionar”, “soy un fracaso”, “no tengo lo que se necesita”, “¿a quién le va a interesar lo que tengo para decir?” son solo algunas de las frases que te dice tu cabecita cada vez que se te cruza una idea que puede llegar a acercarte a lo que realmente eres. Es tu costado pesimista, experto en predecir el camino “crítico” sin intentarlo. Su funcionamiento es muy sencillo: genera una imagen catastrófica del resultado para lograr que abandones la meta. ¿Te imaginas qué hubiera sido de la humanidad si todas las personas hubieran actuado en función de estas imágenes? Aún estaríamos con palos y piedras. El ser humano crece cada vez que se anima. Y este es uno de los mayores desafíos que tienes de aquí en adelante: detectar cuáles son esas pequeñas frases, palabras y actitudes que te paralizan.

5. La culpa autoimpuesta: comprarte un nuevo set de lápices para ilustrar (que es carísimo) te da cierta culpa. “¿No deberías estar ahorrando? ¿No deberías estar haciendo cosas más ‘serias’? ¿No deberías estar preocupándote por lo que realmente importa?”, te dice la parte de ti que no quiere crecer, cada vez que te acercas a la que sabe lo que quiere. Aprende a manejar esa voz, porque es muy probable que nunca se ­calle. Debes entender que todo lo que hagas por y para ti siempre es para los demás también, porque el mundo necesita más personas que amen lo que hacen.

6. Poco amor propio: si logramos comprender cada uno de los puntos anteriores descubriremos que, en definitiva, todo gira alrededor de la falta de autoestima, del poco amor propio. Como veremos más adelante, tu potencial creativo requiere de altísimas dosis de amor y energía, que solo pueden salir de ti. Si no tienes autoestima, si no te respetas, si no te amas, poco vas a tener para dar de todo eso a los demás a través de tu propia creatividad. El amor propio es el punto de partida para comenzar a transitar la resolución de todos los demás puntos. Y para nutrir la autoestima hay que hacer un voto de confianza enorme con esa parte de nosotros que sabe lo que quiere. Eso lo cambia todo. Aun cuando “creas” que no sabes lo que quieres, o que no sabes qué hacer de tu vida, confía en esa duda. Confiar en que hay una parte que, en lo profundo, sabe lo que quiere es la mejor forma de amarte y valorarte.

Cinco consejos para superar el autoboicot

1No seas inflexible contigo. Todos tenemos nuestros puntos flojos y aspectos para mejorar. ­Descubrir que hay cosas en ti que pueden ser cambiadas es empezar a hacerlo. ¡Paciencia y mucho amor propio!

2Si pudieras borrar las cosas de tu pasado que crees que te bloquean hoy... ¿cuáles serían? Reflexiona un momento y haz un listado de ellas. ¿Listo? Ok, aquí viene la noticia: es imposible borrarlas. ¿Qué queda cuando no hay nada que se pueda hacer para cambiar lo que sucedió? Hacer que suceda algo mejor. Al lado de cada recuerdo que hayas anotado, imagina algo nuevo y bueno que aún no sucedió. ¿Qué te gustaría recordar de aquí a algunos años? Traza un mapa de aquellas situaciones positivas y creativas que te gustaría generar, de forma tal que tus recuerdos en el futuro sean mucho más estimulantes para tu creatividad.

3Analicemos tus inseguridades apelando al sentido inverso: ¿qué cosas te hacen sentir seguridad? ¿Qué objetos? ¿Qué lugares? ¿Qué personas? ¿Qué sucedería si te faltaran estos ­elementos? ¿Cuánto dependes de ellos? ¿Puedes identificar limitaciones creativas construidas sobre estas relaciones de seguridad? Te daré un ejemplo: un empleo que no te gusta y te quita energía (pero que mantienes porque la paga es buena) es un factor de seguridad que puede limitar tu creatividad. Intenta identificar los tuyos.

4Muchos de tus pensamientos limitantes te generan sensaciones físicas. Por ejemplo, cuando ­tenemos miedo nuestro corazón palpita más rápido, ­sudamos, temblamos, etc. Empieza a identificar esas ­reacciones físicas e intenta analizar en qué momentos aparecen. Por ahora, con eso es suficiente.

5Cada mañana, cuando te mires al espejo, observa tu rostro durante algunos segundos. Simplemente observa y descubrirás que estás aquí. Y si te miras un poco más, quizás descubras que el simple hecho de estar aquí supone una infinidad de posibilidades y oportunidades. ¡Hoy todo puede pasar! ¡Afronta el día con esa actitud y no subestimes el poder del destino de ­sorprenderte!

“En los últimos 33 años, cada mañana me miro en el espejo y me pregunto: ¿si hoy fuera el último día de mi vida, haría lo que tengo planeado hacer? Y si la respuesta es ‘no’ durante muchos días seguidos, entonces entiendo que hay que cambiar algo”.

Steve Jobs