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Akal / Básica de Bolsillo / 267

Sigmund Freud

La interpretación de los sueños

Flectere si nequeo superos, Acheronta movebo

Traducción: Alfredo Brotons Muñoz

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Nota preliminar

[A la primera edición, 1900]

Al intentar exponer aquí la interpretación de los sueños, no creo haber rebasado el círculo de los intereses neuropatológicos. Pues el examen psicológico demuestra que los sueños son el primer eslabón de una serie de formaciones psíquicas anormales, entre cuyos eslabones subsiguientes, las fobias histéricas, la representación obsesiva y la delirante deben ocupar al médico por motivos prácticos. Los sueños –como se mostrará– no pueden aspirar a semejante significado práctico; pero tanto mayor es su valor teórico como paradigma, y quien no sepa explicarse la génesis de las imágenes oníricas se esforzará también en vano por comprender las fobias, las ideas obsesivas y delirantes, eventualmente por ejercer una influencia terapéutica sobre ellas.

Pero a la misma correlación a la que nuestro tema debe toda su importancia cabe también hacerla responsable de los defectos del presente trabajo. Las tan abundantes zonas de fractura que se encontrarán en esta exposición corresponden a otros tantos puntos de contacto en los que el problema de la formación de sueños interfiere en problemas más amplios de la psicopatología que aquí no han podido tratarse y a los que, si el tiempo y la fuerza alcanzan y se presenta nuevo material, deberán dedicarse trabajos ulteriores.

Las peculiaridades del material empleado para la elucidación de la interpretación de los sueños me han dificultado también esta publicación. Del trabajo mismo se deduce por qué todos los sueños contados en la bibliografía o recogidos por desconocidos habían de resultar inútiles para mis fines; la única elección que tenía estaba entre los propios sueños y los de mis pacientes sometidos a tratamiento psicoanalítico. La utilización de este último material me la vedaba la circunstancia de que aquí los procesos oníricos están sujetos a una indeseada complicación debida a la intromisión de caracteres neuróticos. Pero la comunicación de mis propios sueños llevaba indisociablemente aparejada que yo abriera las intimidades de mi vida psíquica a miradas extrañas más de lo que podía serme grato y de lo que normalmente constituye la tarea de un autor que no es poeta sino investigador de la naturaleza. Esto era penoso pero inevitable; me avine a ello para no tener que renunciar en general a la demostración de mis resultados psicológicos. Naturalmente, no he podido resistirme a la tentación de, mediante omisiones y sustituciones, truncar no pocas indiscreciones; siempre que esto ha sucedido ha redundado en perjuicio decisivo del valor de los ejemplos por mí utilizados. Sólo puedo expresar la esperanza de que los lectores de este trabajo se pongan en mi difícil situación para ejercer la indulgencia conmigo, y además de que todas las personas que se sientan de alguna manera afectadas por los sueños comunicados no quieran negar la libertad de pensamiento al menos a la vida onírica.

Prólogo a la segunda edición

Que aun antes de completarse el primer decenio haya sido necesaria una segunda edición de este libro de difícil lectura no se lo debo al interés de los círculos profesionales a los que me había dirigido en las frases precedentes. Mis colegas de la psiquiatría no parecen haber hecho esfuerzo alguno por superar la extrañeza inicial que pudo despertar mi novedosa concepción de los sueños, y es evidente que los filósofos de profesión, ahora acostumbrados a tratar –mayoritariamente las mismas– los problemas de la vida onírica como apéndice de los estados conscientes, con algunas frases, no se han percatado de que precisamente en este extremo se pueden sacar a la luz toda clase de cosas que por fuerza han de llevar a una radical reconfiguración de nuestras doctrinas psicológicas. La actitud de la crítica de libros científicos sólo podía justificar la expectativa de que el destino de esta obra mía había de ser un silenciamiento mortal; ni siquiera la pequeña tropa de valientes adeptos que siguen mi guía en la aplicación médica del psicoanálisis e interpretan los sueños según mi ejemplo a fin de aprovechar estas interpretaciones en el tratamiento de los neuróticos, habría agotado la primera edición del libro. Me siento, pues, en deuda con ese más amplio círculo de personas cultas y ávidas de saber cuya simpatía me ha inducido a emprender de nuevo, al cabo de nueve años, este trabajo difícil y en tantos aspectos fundamental.

Me complace poder decir que he encontrado poco que cambiar. Aquí y allá he insertado nuevo material, agregado tal o cual conocimiento extraído de mi acrecentada experiencia, intentado revisiones en algunos pocos puntos; pero todo lo esencial sobre los sueños y su interpretación, así como sobre los principios psicológicos de ahí derivados, no ha cambiado; al menos subjetivamente, ha resistido la prueba del tiempo. Quien conoce mis otros trabajos (sobre la etiología y el mecanismo de las psiconeurosis) sabe que jamás he hecho pasar por acabado algo inacabado y siempre me he esforzado por modificar mis formulaciones conforme al progreso de mis intelecciones; en el terreno de la vida onírica he podido atenerme a mis primeras comunicaciones. En los largos años de mi trabajo con los problemas de las neurosis, muchas veces he vacilado, y en no pocas me he sentido confundido; entonces siempre ha sido La interpretación de los sueños la que me ha devuelto mi seguridad. Mis numerosos adversarios científicos dan por consiguiente muestras de seguro instinto al no querer seguirme justamente en el terreno de la investigación de los sueños.

También el material de este libro, estos sueños propios que, en gran parte devaluados o superados por los acontecimientos, me sirvieron para elucidar las reglas de la interpretación de los sueños, ha demostrado al revisarlo una capacidad de persistencia refractaria a cualquier modificación de fondo. Para mí este libro tiene, en efecto, otro significado subjetivo que sólo pude comprender tras su conclusión. Se me reveló como una parte de mi autoanálisis, como mi reacción a la muerte de mi padre[1], es decir, al acontecimiento más significativo, a la pérdida más decisiva en la vida de un hombre. Tras haberlo reconocido, me sentí incapaz de borrar las huellas de esta influencia. Pero para el lector puede ser indiferente con qué material aprenda a considerar e interpretar los sueños.

Cuando no he podido incluir en el antiguo contexto una observación ineludible, he indicado mediante corchetes su procedencia de la segunda elaboración[2].

Berchtesgaden, verano de 1908

[1] En 1896. [N. del T.]

[2] Estos se suprimieron en las siguientes ediciones. [N. del T.]

Prólogo a la tercera edición

Mientras que entre la primera y la segunda edición de este libro transcurrió un lapso de nueve años, la necesidad de una tercera ya se hizo notar al cabo de poco más de un año. Bien puedo alegrarme de este cambio; pero si antes no acepté el desdén de mi obra por parte de los lectores como prueba de su escaso valor, tampoco puedo aprovecharme del interés ahora manifestado como prueba de su excelencia.

El progreso del conocimiento científico tampoco ha dejado de afectar a La interpretación de los sueños. Cuando la redacté en 1899, la Teoría sexual aún no existía, el análisis de las formas más complejas de las psiconeurosis todavía estaba en sus inicios. La interpretación de los sueños había de ser un recurso auxiliar para posibilitar el análisis psicológico de las neurosis; desde entonces, la comprensión profundizada de las neurosis ha repercutido a su vez sobre la concepción de los sueños. La doctrina misma de la interpretación de los sueños ha seguido desarrollándose en un sentido sobre el que no se había puesto suficientemente el acento en la primera edición de este libro. Por propia experiencia, lo mismo que gracias a los trabajos de W. Stekel y de otros, he aprendido desde entonces a apreciar más correctamente el alcance y el significado del simbolismo en los sueños (o, más bien, en el pensamiento inconsciente). Así es como en el curso de estos años se han acumulado muchas cosas que exigían ser tomadas en consideración. He procurado tener en cuenta estas novedades mediante numerosos añadidos al texto y la inclusión de notas al pie. Ahora bien, si algunas veces estas adiciones amenazan con romper el marco de la exposición, o si no en todos los pasajes se ha conseguido elevar el texto primitivo al nivel de nuestras actuales intelecciones, ruego indulgencia para estas faltas del libro, pues sólo son consecuencias e indicios del acelerado desarrollo actual de nuestro saber. También me atrevo a predecir en qué otros sentidos se apartarán de la presente futuras ediciones de La interpretación de los sueños –en el caso de que resultaran necesarias–. Por un lado, habrán de perseguir una vinculación más estrecha con el rico material de la poesía, del mito, el uso del lenguaje y el folclore; por otro, tratar las relaciones de los sueños con la neurosis y el trastorno mental aún más a fondo de lo que aquí ha sido posible.

El señor Otto Rank me ha prestado valiosos servicios en la selección de los añadidos y ha tomado a su exclusivo cargo la revisión de las galeradas. Estoy en deuda de gratitud con él y con muchos otros por sus contribuciones y retoques.

Viena, primavera de 1911

Prólogo a la cuarta edición

El año pasado (1913), el Dr. A. A. Brill, de Nueva York, concluyó la traducción inglesa de este libro (The interpretation of dreams, G. Allen & Co., Londres).

En esta ocasión, el Dr. Otto Rank no sólo se encargó de las correcciones, sino que también aportó al texto dos contribuciones independientes (apéndice al capítulo VI).

Viena, junio de 1914

Prólogo a la quinta edición

El interés por La interpretación de los sueños tampoco ha decrecido durante la Guerra Mundial, e incluso antes del final de esta ha hecho necesaria una nueva edición. Pero en ella no se ha podido tomar en cuenta toda la nueva bibliografía posterior a 1914; la extranjera ni siquiera ha llegado a mi conocimiento o al del doctor Rank.

Está a punto de aparecer una traducción húngara de La interpretación de los sueños firmada por los doctores Hollós y Ferenczi. En mis Lecciones de introducción al psicoanálisis, publicadas en 1916-1917 (H. Heller, Viena), la parte central, que comprende once conferencias, está dedicada a exponer los sueños de manera más elemental y en conexión más íntima con la doctrina de las neurosis. En su conjunto constituye un extracto de La interpretación de los sueños, aunque en ciertos puntos resulta más minuciosa.

No he podido decidirme a realizar una reelaboración radical de este libro, pues lo elevaría al nivel de nuestras actuales concepciones psicoanalíticas pero destruiría su especificidad histórica. Mas opino que, en su existencia de casi dos décadas, ha cumplido su misión.

Budapest-Steinbruch, julio de 1918

Prólogo a la sexta edición

Las dificultades por las que actualmente atraviesa la industria editorial han tenido como consecuencia que esta nueva edición se haya retrasado mucho más de lo que habría correspondido a la demanda y que –por vez primera– aparezca como reimpresión inalterada de la anterior. Sólo el índice bibliográfico al final del libro ha sido completado y ampliado por el Dr. O. Rank.

No se ha confirmado, pues, mi presunción de que este libro habría cumplido su misión en casi dos décadas de existencia. Podría decir más bien que tiene una nueva misión que cumplir. Si antes se trataba de ofrecer algunas ilustraciones sobre la esencia de los sueños, ahora no es menos importante contrarrestar los tenaces errores de interpretación a los que están expuestas estas ilustraciones.

Viena, abril de 1921

Prólogo a la octava edición

En el lapso de tiempo entre la última –séptima– edición de este libro (1922) y la presente actualización, el Internationaler Psychoanalytischer Verlag de Viena ha editado mis Escritos completos. En estos, el segundo volumen lo constituye el texto restablecido de la primera edición, mientras que todas las adiciones posteriores se reúnen en el tercer volumen. Las traducciones aparecidas en el mismo ínterin se ajustan a la forma independiente de publicación del libro, así la francesa de I. Meyerson en 1926 con el título La science des rêves (en la «Bibliothèque de Philosphie contemporaine»), la sueca de John Landquist en 1927 (Drömtydning) y la española de Luis López Ballesteros y de Torres que ocupa los volúmenes VI y VII de las Obras completas. La traducción húngara, que ya en 1918 consideraba inminente, aún no ha aparecido[1].

En lo esencial, en la presente revisión de La interpretación de los sueños también he tratado la obra esencialmente como documento histórico y sólo he efectuado en ella aquellas modificaciones que me han parecido imprescindibles para la clarificación y profundización de mis propias opiniones. Conforme a esta posición, he renunciado definitivamente a la inclusión en este libro de la bibliografía sobre el problema de los sueños posterior a la primera aparición de La interpretación de los sueños y he suprimido las secciones correspondientes de las ediciones anteriores. Igualmente han desaparecido aquí los dos ensayos, Sueño y poesía y Sueño y mito, aportados por el Dr. Otto Rank a las ediciones precedentes.

Viena, diciembre de 1929

[1] Esta traducción apareció en 1934. [N. del T.]

Prefacio a la tercera edición inglesa de La interpretación de los sueños

En 1909, G. Stanley Hall me invitó a la Universidad de Clark, en Worcester, para que pronunciara allí las primeras conferencias sobre psicoanálisis. El mismo año, el doctor Brill publicó la primera de sus traducciones de escritos míos, a la que no tardaron en seguir otras. Si el psicoanálisis desempeña hoy un papel en la vida intelectual de los Estados Unidos o si lo hace en el futuro, gran parte de este resultado habrá de atribuirse a esta y otras actividades del doctor Brill.

Su primera traducción de La interpretación de los sueños apareció en 1913. Mucho es lo ocurrido en el mundo desde entonces y mucho lo que ha cambiado en nuestras opiniones sobre las neurosis. Este libro, con la nueva contribución a la psicología que tanto sorprendió al mundo cuando fue publicado (1900), no ha sufrido modificaciones esenciales. Contiene, incluso según mi parecer actual, el más valioso de todos los descubrimientos que he tenido la suerte de realizar. Una intuición como esta no la tiene uno más que una vez en la vida.

Viena, 15 de marzo de 1931