Nota de los editores

 

 

 

 

Hace unos meses nos preguntaron en una entrevista de radio si teníamos en cuenta la trayectoria literaria de los escritores a la hora de publicarles un libro.

 

En marzo de 2017 se celebraron en Sevilla las Jornadas IATI de los grandes viajes en el salón de actos del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla, un lugar al que, seguramente, nunca hubiéramos acudido si no llega a ser por la insistencia de Yolanda por ir a esas charlas. Era un sábado lluvioso y allí se respiraba un ambiente muy ameno, la gente ya se conocía y se reencontraba después de varios años sin verse. Gente aparentemente normal, amantes de los viajes a quienes, seguramente, el azar les había hecho cruzarse en México o en el desierto del Sahara, no lo sé, y ahora se abrazaban en Sevilla, confirmándose rotundamente la teoría de que el mundo es un pañuelo, un pañuelo muy pequeño.

 

Una familia de artistas uruguayos llevaba recorriendo el mundo en su furgoneta, apodada «el Carakol», desde hace casi veinte años, teniendo incluso dos hijos en el camino. Antonio Aguilar explicaba que él solo utilizaba el trasporte público y su dedo para hacer autostop, y Kandy, la abuelita mochilera, cómo a sus sesenta y seis años y recién jubilada comenzó con su sueño, dar la vuelta al mundo en solitario. Ahora, con ochenta y dos años, sigue viajando sin parar.

 

En ese instante en el que todos los asistentes estábamos realmente motivados e inspirados para intentar algún día hacer lo mismo, apareció Jorge Sierra. Con un acento gallego inconfundible, comenzó a explicar su viaje a bordo de un Citröen 2CV del año 79, que le acompañó durante casi cuatro años a dar la vuelta al mundo. La pasión al desarrollar cada detalle de su increíble aventura y la falta de tiempo en las jornadas, le llevaron a explicarnos solamente la décima parte de su viaje. Sinceramente, tenía al público en el bote y si en ese momento nos hubieran dado la opción de quedarnos hasta las cuatro de la mañana escuchando su historia, lo hubiéramos hecho. Ahora tenemos la suerte de poder leerla.

 

Como decíamos, hace unos meses nos preguntaron en una entrevista de radio si teníamos en cuenta la trayectoria literaria de los escritores a la hora de publicar. Contestamos que no.

 

 

 

Jorge Sierra (A Coruña, 1983) se define a sí mismo como un apasionado del viaje y la aventura. Ha recorrido en varias ocasiones el Camino de Santiago y —su proyecto más ambicioso— ha dado la vuelta al mundo en un Citröen 2CV del 79 apodado Naranjito. Durante sus viajes se ha dedicado a dibujar, escribir y filmar. Fruto de ello es su libro Los pájaros de mi cabeza (Tempore, 2018), sus documentales que puedes encontrar en YouTube o el programa que dirige y presenta llamado Surfeando sofás, de la plataforma Playz de RTVE.

Pero Jorge no estudió para aventurero —aunque nos encantaría que esa carrera se impartiese en todas las universidades—, sino que cursó Ingeniería Técnica de Telecomunicaciones y Fotografía Analógica. A pesar de ello, su particular vehículo, sus rastas y su sonrisa le han abierto puertas allá donde ha ido.

 

 

 

 

 

 

Buen viaje
Jorge Sierra

Escribir, al menos en mi caso, es un ejercicio de relajación que me ayuda, entre otras muchas cosas, a contener la sensación de soledad. Algo muy importante cuando viajas en solitario y con la expectativa de pasar varios años en la carretera.

 

Por eso, no es casualidad que los diarios que componen este libro comiencen en la ciudad turca de Ankara, unos cuantos meses después de haber iniciado el viaje cuyo objetivo final no era otro que el de dar la vuelta al mundo. Un viaje, un proyecto y, sobre todo, un sueño que inicié con tres amigos de la universidad tras leer La terre en rond, un libro en el que los franceses Jaques Séguéla y Jean-Claude Baudot narran su viaje alrededor del mundo en un Citroën 2CV en la década de los cincuenta. Una forma de viajar lenta y tranquila que me cautivó desde la primera página y que, recién cumplí los veinticinco años —allá por el 2008—, quisimos honrar a lomos de dos vehículos Citröen de la mano de una productora audiovisual gallega que pretendía realizar una serie de televisión con el material grabado. Una supuesta aventura en equipo que, demasiado pronto, constaté sería imposible de conseguir debido a la poca fe, aguante y madurez de mis compañeros de aventura. Los cuales, en pocos meses y por muy diferentes motivos, fueron abandonando el barco sin mirar atrás.

 

De esta forma, tras un triste deambular por las carreteras de Europa, a las puertas de Asia, en la todavía cercana Turquía, Miguel, el último de los supuestos aventureros con los que había partido, decidió volver a casa llevándose consigo no solo sus ahorros y su equipo, sino también su experiencia y, lo más importante de todo, su compañía. Un momento muy delicado en el que tuve que decidir si volver a casa o continuar el viaje con la única compañía de mi coche, el siempre fiel Naranjito, un Citroën 2CV del año 79 color naranja butano que, contra todo pronóstico, terminó siendo el mejor de los compañeros que uno pueda imaginar.

Por suerte para mí y para el proyecto, que por cierto muchos tildaron de imposible desde el primer día, tras un par de jornadas de reflexión en la capital turca, conseguí vencer a mis demonios y, con el apoyo familiar, partir al encuentro con la República Islámica de Irán, el primer país al que debía enfrentarme en solitario. Un difícil y peligroso reto con el que se inició mi verdadero viaje, el cual decidí compartir con un cuaderno en blanco que desde ese convulso día hasta el último —ese en el que embarqué el coche desde el puerto de Nueva York con rumbo a casa— me acompañó en todo momento en calidad de amigo y confidente. Un metódico trabajo de reflexión y escritura al que no estaba en absoluto acostumbrado y que, ahora que tienes este libro en tus manos, sé que mereció la pena a pesar del desgaste.

 

Esta decisión, la de continuar con el viaje a pesar de los muchos miedos y carencias, me llevó a recorrer el mundo durante tres años y once meses, a través de cincuenta y siete países y por más de cien mil kilómetros. Una aventura que se convirtió en posible a través del esfuerzo y la constancia y que de nuevo hoy me hace otro regalo, esta vez en forma de un libro de íntimos diarios que nos llevan hasta las antípodas de España, Nueva Zelanda. El exótico y lejano lugar desde donde viajé hasta Sudamérica y donde conseguí cerrar una muy compleja y delicada primera etapa del viaje cuyo principal objetivo era el de siempre, conducir hacia cualquier otra parte.

 

 

Buen viaje y gracias por la buena compañía.

 

A Coruña, 15 de agosto de 2018

 

 

 

Guillermo García

 

Su viaje fue algo diferente pero, como todos, también partió de una decisión: dejar su trabajo de informático y dedicarse en exclusiva a la fotografía y al audiovisual.

Apasionado del jazz, destacan sus trabajos para las portadas de discos y vídeos de promoción del sello Blue Asteroid. Desde hace años trabaja junto a la artista María Cañas, realizando trabajos de montaje de sus obras de videoarte y documentales.

El diseño de la cubierta parte de la elección y manipulación de una fotografía del archivo de Jorge Sierra. Alcanzar un destino incierto a través de la confluencia de dos puntos.

 

 

Título original: Hacia cualquier otra parte

Primera edición: septiembre de 2018

 

 

Diseño de colección: Estudio Lápiz Ruso

Corrección: Editorial Barrett

 

 

© del texto: Jorge Sierra

© de la fotografía de la biografía de Jorge Sierra: Jorge Roca

© de las fotografías del libro: Jorge Sierra

© del diseño de cubierta: Guillermo García

© de la edición: Editorial Barrett

www.editorialbarrett.org

info@editorialbarrett.org

 

ISBN: 978-84-120036-0-4

 

 

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Este diario está dedicado a todos aquellos amigos con los que, a causa de los terribles juegos y a la ambición de los señores de la guerra, he perdido el contacto y cuyo paradero desconozco.