DATOS DEL AUTOR

EDUARDO MOISÉS TORRES CUEVAS (La Habana, 1942). Doctor en Ciencias Históricas; Profesor e Investigador Titular de la Universidad de La Habana. Preside la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz; director de Ediciones Imagen Contemporánea y de su revista de estudios históricos y socioculturales Debates Americanos. Ha desarrollado una provechosa carrera académica y de producción historiográfica. Tutor de trabajos de diplomas, maestrías, doctorados y cursos de posgrado, en Cuba y en el exterior. Tiene publicado decenas de artículos, ensayos y libros acerca de la historia y el pensamiento emancipador, sobre el obispo De Espada, el presbítero Félix Varela, José Martí, Antonio Maceo, José Antonio Saco, entre otros. Destacan entre sus publicaciones En busca de la cubanidad (tomos I y II), Editorial de Ciencias Sociales, 2006. Es Premio Nacional de Historia y de Ciencias Sociales.

 

 

Título original: Historia del pensamiento cubano. Volumen 1. Tomo 1

Primera edición, 2004

Primera reimpresión, 2015

 

La primera edición de esta obra fue publicada con la colaboración de Ediciones Imagen Contemporánea, Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz de la Universidad de La Habana.

 

Edición al cuidado de Luis M. de las Traviesas Moreno
Edición para ebook: Adyz Lien Rivero

Diseño de cubierta: Jorge Álvarez Delgado

Diseño interior: Deguis Fernández Tejeda

Corrección: Pilar Trujillo Curbelo

Emplane digitalizado: Teresa Bernabeu Castrisano

Emplane para ebook: Amarelis González La O

 

Todos los derechos reservados.

© Sobre la presente edición:

Editorial de Ciencias Sociales, 2016

 

ISBN 978-959-06-1731-7 Obra completa

ISBN  978-959-06-0670-0   Volumen I

ISBN 978-959-06-1733-1 Tomo 1


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Del Editor



Una vez que recibiera el original que agrupa las partes de un primer volumen de esta Historia del pensamiento cubano, del amigo historiador Eduardo Torres-Cuevas, de inmediato comencé a recapitular varias de las ideas iniciales conversadas entre ambos, cuando el proyecto solo se encontraba en su etapa probatoria en esta Editorial de Ciencias Sociales.

El largo periplo recorrido por ambos en los acontecimientos editoriales hasta hoy, y que continúa en su mayor esfuerzo, hicieron que enseguida comprendiera la necesaria revalorización de la concepción dada en un inicio para esta obra en tres volúmenes; de ahí que, entre los dos, promoviéramos ante la Dirección de la Editorial una nueva estructura que nos permitiera conciliar el magno dispositivo documental compilado o en proceso de selección, con su agrupamiento temático, su concepción teórica y el montaje técnico de su edición. Cinco siglos como contexto para antologar el pensamiento conformador de lo que a nuestras generaciones llega, en gran medida, como el pensamiento de la emancipación cubana, planteaba la necesidad de una presencia bibliográfica acorde con tan significativa empresa autoral.

Analizadas en colectivo las ideas concebidas, no resultó difícil determinar los pasos a desarrollar; de inmediato, la consideración de poner en plan de publicaciones, para el 2004, la primera etapa; de manera consecuente, el montaje y accionar de su completa edición, nos posibilitaría planear un ritmo editorial perspectivo hacia el 2005. Sepan así que, desde los primeros tomos de esta Historia..., podrán contar de continuo con un panorama de pensamiento, a nuestro entender y saber, no antes logrado en su síntesis coherente y reflexiva de las principales corrientes y personalidades, de concepciones científicas y filosóficas, y de las posiciones políticas, económicas e ideoculturales, en el devenir del ser y el pensar, en y desde nuestra historia nacional.

La obra, en su conjunto, queda expuesta en tres volúmenes de contenidos definidos; separados en sus tomos, estos procurarán un mejor ordenamiento de los documentos y la adecuada comprensión temporal de sus autores. Divididos en partes, propiciarán en su exposición la aprehensión de lo que el Compilador propone, máxime, cuando él incorpora enriquecedores textos como “introducciones” y “presentaciones” reflexivas, las cuales cada lector agradecerá en su total significación histórico-pedagógica.

De inicio, ponemos a su consideración el primer volumen, cuya temática subtitulada Formación y liberación del pensamiento cubano (1510-1867), en sus dos tomos, los presentamos respectivamente como “Orígenes y formación del pensamiento cubano” y “Del liberalismo esclavista al liberalismo abolicionista”.

El segundo volumen, los contenidos del período independentista hasta 1920, también abarcará en su montaje dos tomos. Ello obedece a las concepciones del proyecto en marcha de realización, según la selectiva reunión de sus materiales. Con relación al tercer y último volumen, dos o tres tomos constituirán el resultado de la compilación de una amplísima documentación del acontecer republicano en proyección hacia 1958, desde los años 20 de la pasada centuria.

Con estas líneas de presentación editorial hemos querido hacer partícipes a nuestros lectores, del entramado existente, más acá de las páginas encuadernadas de esta ambiciosa obra. Junto a los técnicos editoriales acreditados en ella, no podemos dejar de reconocer a quienes, desde la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz de la Universidad de La Habana, como investigadores, o como personal especializado de apoyo, continúan laborando con afán junto a Eduardo Torres-Cuevas en la selección y valoración de todo texto propuesto para su publicación; ellos son Esther Lobaina Oliva, Janet Iglesias Cruz, Alicia Conde Rodríguez, Federico Chang Pon y Yasmin Ydoy Ortiz.

Ediciones Imagen Contemporánea, de ese importante Centro académico, propicia su colaboración en múltiples aristas para la consecución de este proyecto editorial. Ello permite poder contar con su editora principal, Gladys Alonso González, de quien siempre recibimos atinadas consideraciones y soluciones.

Tal vez, con el último libro que cierre esta Historia del pensamiento cubano, redactemos también unas líneas conclusivas de su edición; por el momento, reciban ustedes estas, y así sentirnos más comprometidos en lo adelante.



Luis M. de las Traviesas Moreno


Del Compilador



En alguna ocasión expresé que las compilaciones son obras del compilador, no de los compilados. Estos últimos se convierten en “materia” de estudio, análisis y síntesis que el primero convierte en “selección”, después de haber efectuado su disección, para crear un producto intelectual nuevo. Este es, ante todo, la sumatoria de sus propias convicciones científicas e ideológicas. El resultado del trabajo, cuando es científicamente realizado, debe constituir una composición teóricamente estructurada que contiene una propuesta de interpretación de la materia estudiada. Es algo así como ofrecer una lógica para el pensamiento actual desde los componentes que le dieron vida, lo nutrieron, lo enturbiaron y lo depuraron; una forma de entrenar el pensamiento, de domesticarlo, de darle letra, espíritu, lastre y vuelo; hacer la base terrenal mínima para iniciar la aventura del pensamiento; una iniciación en el camino de la creación desde un primer acercamiento de los creadores; y es comprender mejor la realidad presente, desde los orígenes, para preparar de una manera superior el debate de hoy. Esta compilación deviene, por tanto, solo una incitación al estudio del pensamiento cubano; a pensar desde lo pensado.

Vistas así las cosas, esta obra no es ingenua. Nace de una necesidad: entregar, a quienes buscan y pueden encontrar en sus propias raíces, lo que les pertenece: la parte del pensamiento universal que define su singularidad. El pensamiento cubano es un instrumento necesario para el “conócete a ti mismo” del cubano; el necesario punto de partida para elaborar un pensamiento abstracto que no provenga solo de abstracciones ajenas, sino que derive las ideas desde un verdadero conocimiento del surgimiento y evolución de las ideas en Cuba. Este conocimiento es el que emana de una realidad que interactúa con el pensamiento. Es insertar las ideas de hoy en el flujo antidogmático de la creación de un pensamiento propio; conocer la base terrenal por la cual transitarán otros para no repetir caminos equivocados y para conocer cómo se desbroza mejor el terreno.


Esta obra parte de un grupo de ideas que estimularon su elaboración y le dan su concepción y estructura. Ellas fueron:


a) El pensamiento cubano es aquel que se plantea y trata de resolver los contenidos de la problemática cubana para lo cual aplica métodos y concepciones universales que, en tiempos históricos específicos, responden a las nociones elaboradas en su época. De igual forma, el pensamiento cubano no resulta solo la expresión de las ideas de las grandes figuras, sino también las que contiene el debate intelectual. Ambos conjuntos tienen por base y referente el entramado social específico de la realidad cubana, permutada históricamente.

b) Al pensamiento cubano lo caracteriza, por una parte, la búsqueda, dentro de lo más actual, de lo más real y de lo verdaderamente referencial, en las propuestas del pensamiento universal, de aquellos referentes que le permiten incorporar a un instrumental teórico y analítico propio, conceptos, ideas y temáticas descargadas y recargadas de contenido, para hacerlas aplicables a una realidad específica, la nuestra. Por otra parte, el anclaje teórico, lo ofrece la relación entre lo específico y diferente de la realidad a estudiar, lo autóctono y lo común que ella tiene con las del resto del mundo. No constituye un pensamiento de aldea que considera que el mundo es su aldea; es, por el contrario, la singularidad de lo universal estudiada desde el conocimiento profundo de las ciencias y el pensamiento del mundo y desde las sugerencias que ofrece una realidad inmediata; deviene, además, la comprensión de la universalidad de lo singular americano y de lo particular cubano.

c) La creación de un instrumental teórico propio, con conceptos surgidos desde la realidad —o evaluados y reajustados desde ella—, que permita penetrarla, constituye una contribución cubana al pensamiento universal. Los centros generadores de ideas —creadores de sistemas de ideas y de ideas fuera de sistemas— se han gestado desde los núcleos hegemónicos mundiales por lo que a las realidades externas a ellos les han impuesto su propia lógica y sus propios conceptos. Las propuestas de pensamiento desde nuestra América, generan una visión desde lo “distinto y diferente”, para una globalidad de lo real, capaz de contribuir a la creación de la armonía y del equilibrio del mundo. La historia del pensamiento cubano es la historia del intento de conocer una realidad propia a partir de la creación de un instrumento de conocimiento propio.

d) La historia de las ideas en Cuba no se corresponde con los esquemas fundamentales de la historia universal, ni en lo diacrónico ni en lo sincrónico, en tanto esta última ha sido y es producida desde una lógica de pensamiento que reduce el mundo periférico a sus esquemas pre-establecidos. Problemáticas básicas como las relaciones de dependencia, la condición colonial, las multiestructuras de la composición social, los procesos de formación y liberación nacionales, la irregularidad de las regularidades, el imaginario colectivo, entre otras muchas, condicionan la tópica trascendental y los ritmos de la historia cubana y, con ella, las esencias del debate de ideas que perfora, distorsiona, cambia e invierte los esquemas de las propuestas eurocéntricas. No resulta un pensamiento externo al pensamiento universal; es la parte del pensamiento universal que quedó opacada u oculta a los centros generadores de él; la parte nublada a la pupila creadora del mundo colonizador; la parte que constituye el espejo crítico del pensamiento occidental.

e) Por otro lado, la búsqueda del conocimiento de nosotros mismos, es el viaje a la semilla del cubano, el camino hacia el interior de sí mismo, hacia lo profundo de la sociedad cubana, que siempre ha resistido y hecho estallar los esquemas foráneos impuestos. Es no ver a Cuba desde el folclor, ni tampoco desde el pensamiento abstracto resultado de un servilismo intelectual ante la imponente catedral de ideas que representa el núcleo de la filosofía occidental; conocer el espíritu y las mentes que le dan, más que apariencia, esencia al devenir cubano. Es entender que todo cambio se opera en la interioridad de su permanencia y como resultado de un proceso profundo de pensamiento propio.

f) Todo pensamiento teórico conceptualiza, sintetiza y sistematiza. El objetivo de ese proceso radica en conocer la realidad, la verdadera naturaleza de las cosas. La historia de las ideas en Cuba es también describir la relación entre el significado y el significante; la creación de un aparato conceptual capaz de atrapar la riqueza de una realidad que se empobrece y distorsiona ante la imposición de conceptos y categorías ajenas a ella. Los estudios marxistas, desde nuestro mundo, no pueden ser, no son, la implantación de categorías surgidas en realidades ajenas, sino el estudio de la realidad propia de la cual emana su conceptualización. Una falsa dialéctica, fatal para una prospectiva, para un diagnóstico y para una perspectiva, se ha movido, contraria a la lógica de Marx, desde una historia de las ideas que solo se mueve en la lógica de las ideas por lo cual termina siendo ahistórica y atemporal. En lugar de ocupar el espacio teórico, de entender la realidad para transformarla, se convierte en un espejismo del movimiento que estanca las ideas en tanto las reduce a categorías, mientras la realidad continúa transformándose. Se trata de establecer el nexo —la interacción e interdependencia— entre sociedad y pensamiento, del cual nace la lógica de lo real, productora de la conceptualización que la define y contiene.

g) La universalidad del pensamiento cubano está, en primer lugar, en la universalidad del pueblo cubano, ese ajiaco orticiano compuesto de ingredientes provenientes de todos los continentes; en segundo lugar, en la colocación de Cuba en el “crucero universal” entre las dos Américas y entre estas y Europa; y en tercero, en el hecho de que el debate entorno a su realidad se ha dado sobre el conocimiento, evolución y contradicciones de las teorías universales.

h) El pensamiento cubano se ha caracterizado por el uso de conceptos y de instrumentales teóricos —cuando ha devenido verdaderamente auténtico más que autóctono— que siempre se descargaron y recargaron de contenido propio para darles un sentido y un modo particular que permita, no solo entender esa realidad, sino, ante todo, cambiarla. Por ello fue un pensamiento para entender el ser de la sociedad con el objetivo de depurarlo, de separar sus esencias de sus escorias, estructurar sus fuerzas centrípetas y contrarrestar las centrífugas, para, de ese modo, establecer la construcción de su debe ser. Esta concepción ha estado permanentemente en el pensamiento cubano. Puede identificarse como la Utopía Cubana. En este caso, necesario precisar dos elementos definidores. El primero, se trata de una utopía con “topos”, es decir, un proyecto de sociedad que tiene el terreno necesario para realizarse. El segundo, reside en que hay dos clases de utopías: la quimérica y la racional. La Utopía Cubana, la sembrada por Félix Varela, José de la Luz y Caballero y José Martí, constituye una utopía racional, basada “en la razón y en la experiencia”, en las ciencias, por lo cual no debe confundirse con la utopía quimérica que se caracteriza por ser, en su irracionalidad, más sueño que esperanza. La utopía racional es la parte del pensamiento humano que proyecta desde el conocimiento y las ciencias la hipótesis social; la utopía quimérica, abandona las ciencias para depositar en la mística su sueño incontrolado. Por tanto, en el pensamiento cubano se unen ciencia y utopía o hipótesis social: La primera, para estudiar y definir los componentes de la realidad; la segunda, para trazar perspectivas desde el do de las propias ciencias y, a la vez, convertirse en nueva hipótesis para el posterior avance de las ciencias y de la sociedad.

i) Desde sus orígenes, el pensamiento cubano estableció la relación ciencia-conciencia: ciencia para crear conciencia; conciencia para hacer ciencia. No se trata solo de un pensamiento ético, de postulados teóricos de conducta; se trata de la inmersión de las ideas éticas en la acción cívica como compromiso creador y enriquecimiento al interior del hombre. De modo real se crea una multiplicidad de bipolaridades interactuadas: ciencia-conciencia; pensamiento-acción; praxis científica-praxis social; saber-deber; ciencia-virtud; conocer-hacer.

j) Para comprender el pensamiento cubano es fundamental el estudio de su contenido. No se trata de “etiquetear” personalidades o tendencias, de buscar las veces que se cita a un pensador europeo, de definiciones por tendencias a la europea, ni siquiera de establecer discusiones categoriales; se trata de la lectura de la relación textualidad-contextualidad para derivar el modo de interpretar la realidad; de conocer su conocimiento de la realidad y sus propuestas para interactuarla. Ello provoca la necesidad de conocer a fondo las mediaciones y las variedades de interpretación; las motivaciones y lo real cotidiano; y las mentalidades que son previas a toda elaboración teórica y que interactúan en las búsquedas e inquietudes teóricas.


No adelanto aquí otros aspectos que se comprenderán mejor al adentrarse el lector en las páginas de esta obra. Cada una de sus partes le revelará los componentes que una época transfiere a las otras.

Esta obra se estructuró teniendo en cuenta que las ideas no son producto solo de las ideas, sino que en ellas está presente la carga de la tradición, de la realidad y de las mentalidades previas a toda creación intelectual. Esta última se sumerge en un conjunto social e histórico que les da su verdadero sentido a la estructuración lógica, a los conceptos y a las temáticas que se abordan. Por ello, cada parte responde al movimiento de ideas dentro de un paradigma histórico resultado de una apropiación de la realidad y del conocimiento. Por ende, la obra no solo presenta el pensamiento de las grandes figuras, sino que pretende acercarse a los consensos y comunidades intelectuales; a los debates; a la relación entre realidad y problemática y, por último, captar los núcleos que les dan unidad a las diversas manifestaciones del pensamiento. En ella no tratamos de desunir la ética del pensamiento económico o de la estética o de la sociología; antes al contrario, nos interesa hallar, descubrir, los nexos, las interacciones y las interdependencias entre las diferentes manifestaciones del pensamiento; buscar las raíces del árbol porque en ellas están los verdaderos nutrientes. El estudio, en cientos de páginas, de alguna que otra hoja del árbol, es placer erudito y abstracción que no aporta a lo fundamental en la búsqueda de las esencias. Sea esta obra, también, un llamado al estudio de nuestro pensamiento cubano y latinoamericano, y a la salvación de ese tesoro cultural para que ni el tiempo ni las polillas lo reduzcan a la nada y otros nos vuelvan a indicar la necesidad del eterno retorno.



Eduardo Torres-Cuevas