portada

SOBRE EL AUTOR

Edward F. Group III es doctor en Quiropráctica y Naturopatía y es miembro de American Clinical Board of Nutrition (‘consejo clínico americano de nutrición’). También es nutricionista clínico titulado, herborista clínico titulado y especialista certificado en Sanación Holística.

En 1998 el doctor Group fundó Global Healing Center (‘centro de sanación global’) con el compromiso de enseñar a las personas a sanarse a sí mismas, prevenir las enfermedades y mejorar su salud y bienestar general. El centro que dirige ha ayudado a cientos de miles de personas de todo el mundo a prevenir o eliminar las enfermedades. El doctor Group también dirige el equipo de desarrollo de productos, que adopta un enfoque práctico al formular avanzados suplementos biológicos naturales para la salud, que son muy efectivos.

El doctor Group ya no pasa consulta; actualmente se dedica a enseñar a millones de personas a través de soportes tecnológicos. Ha escrito numerosos libros y artículos sobre una gran variedad de temas relacionados con la salud, ha estudiado medicina alternativa durante más de veinte años y quiere compartir sus conocimientos con todo el mundo. Este libro es la culminación de su meta de toda la vida: ofrecer una guía definitiva para restablecer la salud o llegar a tener una salud óptima.

Es un orador muy reconocido a nivel internacional, y ha dado conferencias sobre temas de salud junto con el doctor Deepak Chopra, Stedman Graham, el doctor Julian Whitaker, Larry Dossey, Don Miguel Ruiz, el doctor Darma Singh Khalsa, el doctor Joseph Mercola, el doctor Garry Gordon, la doctora Christine Northrup, Burton Golberg y otros expertos.

El doctor Group sigue al frente del Global Healing Center en Houston (Texas) y continúa investigando. Puedes ponerte en contacto con él a través de www.ghchealth.com o por teléfono: (800) 476-0016 o (713) 476-0016.

Título original: COMPLETE COLON CLEANSE

Traducido del inglés por Julia Fernández Treviño

Ilustraciones y fotos interiores: Nida Ali

Diseño de portada: Editorial Sirio, S.A.

Diseño y maquetación de interior: Toñi F. Castellón

© de la edición original

2007 Dr. Edward F. Group III.

© de la presente edición

EDITORIAL SIRIO, S.A.

C/ Rosa de los Vientos, 64

Pol. Ind. El Viso

29006-Málaga

España

www.editorialsirio.com

sirio@editorialsirio.com

I.S.B.N.: 978-84-18000-32-4

Puedes seguirnos en Facebook, Twitter, YouTube e Instagram.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Este libro está dedicado a ti.

El hecho de saber que estoy ayudando a muchas personas cada día es lo que me ha servido de inspiración a lo largo de todos los años que he dedicado a la investigación. Tú eres mi motivación y mi pasión. Si no fuera por ti, nunca hubiera escrito este libro.

De modo que te doy las gracias de todo corazón.

AGRADECIMIENTOS

Son tantas las personas que me han apoyado, han creído en mí, me han dado esperanza y han compartido conmigo información que literalmente puedo decir que han cambiado mi vida. La lista de todos los que merecen mi agradecimiento es muy larga. Sin embargo, como desafortunadamente cuento con un espacio limitado, me gustaría expresar mi sincera gratitud a todos aquellos que siguen siendo parte de mi vida. Aprecio mucho la confianza y el apoyo que me habéis ofrecido a lo largo de los años.

Quiero agradecer especialmente a mi familia directa, mi madre y mi padre, que están en el cielo; mi amada esposa, la doctora Daniela Group; nuestro hijo recién nacido, Edward IV; el doctor G. Thetis Group; la doctora Joan Roberts; Jon Group y familia; Mika (Volim Te Puno); Tea y Jon Pollock, y mi sobrino favorito, Luka. Muchas gracias por todo vuestro amor y apoyo.

Y, por supuesto, quiero agradecer a todos los miembros de la familia de Global Healing Center (‘centro de curación global’) por vuestro compromiso con la excelencia, por todas vuestras ideas y los esfuerzos que realizáis día tras día, y por creer y respaldar mi visión en la tarea de ayudar a las personas a recuperar su salud cada día.

Introducción

EL SECRETO PARA LA SALUD

Te revelaré un pequeño secreto –en realidad, un enorme secreto–. ¿Quieres conocer la única razón, y la más importante, por la que cientos de millones de personas en todo el mundo tienen mala salud? El secreto es que necesitan limpiar su cuerpo de forma regular, comenzando por los intestinos y el colon. Y después de hacerlo deberían tomar medidas para reducir las toxinas que ingieren y absorben cada día a través de los alimentos, el agua, los fármacos, el estrés y otros elementos presentes en su entorno personal. La buena noticia para ti es que este libro te ayudará a empezar a asumir la responsabilidad de tu propia salud partiendo de una limpieza interna. Desvelar este secreto es el regalo que te ofrezco.

He dedicado mi vida profesional como médico naturista a descubrir cuál es la mejor medida que podemos tomar para mejorar nuestra salud. Creo firmemente que por fin he encontrado la respuesta. Si deseas recuperarte de una enfermedad, o prevenirla, debes comenzar a desintoxicar ahora mismo tu cuerpo, empezando por el colon. Este libro te enseñará todo lo que necesitas saber para gozar de una salud óptima. Es una guía detallada que ­garantiza una solución a largo plazo. Después de todo, ¿cuál es el sentido de aprender a limpiar tu colon si luego vas a retomar los mismos hábitos que causaron la enfermedad? Aunque para mí es muy fácil enseñarte de qué forma puedes combatir los síntomas, en realidad las verdaderas respuestas llegan cuando aprendes a gestionar las causas subyacentes a los problemas que afectan a tu salud y luego actúas en consecuencia.

De manera que voy a contarte mis secretos para superar las enfermedades y disfrutar de una vida más sana y feliz.

Realmente me entusiasma la idea de compartir contigo las conclusiones a las que he llegado después de años de investigación; es lo que he hecho recientemente en la «Conferencia internacional de ciencia y conciencia», en Santa Fe (Nuevo México). Ante una gran audiencia formada por científicos internacionales, médicos naturistas y doctores en medicina, revelé uno de los secretos de la salud más ignorados en todo el mundo. También comenté que todos deberíamos considerar que es lamentable que se haya ocultado a la opinión pública esta información y no se la haya incluido en la formación médica estándar. Después de quince años de investigación, finalmente he conseguido juntar todas las piezas y estoy convencido de que esta información es la clave para prevenir las enfermedades y curar el cuerpo de forma natural.

Durante años me he centrado en ayudar a mis pacientes a comprender la importancia que tiene la limpieza interna del cuerpo, y a practicarla de forma regular. He trabajado intensamente con ellos y he sido testigo de sus efectos en la prevención y la curación de prácticamente cualquier enfermedad conocida por la medicina. Suelo decirles que a menudo es poco productivo, e incluso puede ser perjudicial, buscar las respuestas en la ciencia cuando en realidad la explicación de sus dolencias suele ser bastante simple y está delante de sus narices.

Y también quiero compartir contigo esta innovadora información, porque sé que quieres potenciar tu salud, y tal vez también ayudar a tus amigos y familiares a recuperar su bienestar y prevenir futuras enfermedades.

Tal como explico detalladamente en este libro, los intestinos son el primer punto de ataque para la mayoría de los agentes patógenos. Cada día, millones de toxinas y parásitos se abren camino hacia el flujo sanguíneo a través del tracto intestinal causando toxicidad en la sangre y, como consecuencia, sobrecargan el hígado y se infiltran en todo tipo de tejidos. Mi opinión es que este proceso es el origen del mecanismo de la enfermedad. 1 Una pequeña cantidad de toxinas nocivas penetran en el cuerpo a través de la piel y los pulmones, por contacto directo y por la respiración. Los agentes patógenos incluyen parásitos internos y también grandes cantidades de toxinas procedentes, como ya he señalado, de los alimentos, el agua, el estrés, los fármacos y otros elementos.

Cuando los intestinos se tornan tóxicos, son incapaces de absorber correctamente los nutrientes de los alimentos porque están llenos de capas de residuos, antiguos y compactados, que estrechan los pasajes produciendo estreñimiento y otros problemas intestinales. Si no se eliminan las toxinas de los intestinos de forma regular, llegan nuevamente al flujo sanguíneo, un trastorno que se conoce como síndrome del intestino permeable, y finalmente de­sencadenan una enfermedad.

Y tú te preguntarás: ¿por qué motivo esta función de los intestinos es un secreto tan bien guardado? Tal vez la explicación más apropiada sería «falta de conocimiento». Pídele a cualquier médico que te explique detalladamente cuál es la función de los intestinos, y te garantizo que no será capaz de ofrecerte una respuesta definitiva.

La ciencia de la medicina puede explicar la función de cada órgano del cuerpo excepto la del apéndice. ¿Te parece raro? En tal caso, ¿por qué crees que tantas personas son operadas de apendicitis (en los Estados Unidos se practican más de doscientas mil apendicectomías cada año)? Los médicos todavía no saben qué es el apéndice, y mucho menos cuál es su función. Los métodos de tratamiento habituales, tal como se enseñan en las facultades de medicina, indican extirpar el órgano cuando se inflama. ¿Por qué? La industria médica se ha dado cuenta de una verdad muy simple: sin apéndice estás destinado a sufrir todo tipo de enfermedades y, por lo tanto, los médicos pueden venderte más fármacos, someterte a más operaciones innecesarias o (incluso peor) aplicar un tratamiento de radioterapia que resulta mortal, una «cura» que definitivamente es peor que la enfermedad. Pero ¿por qué es tan importante el apéndice? Mi teoría es la siguiente: este órgano se encuentra en la unión de los intestinos grueso y delgado, donde actúa como un regulador y comunicador corporal. Supervisa el pH interno, la presencia de cargas tóxicas y el cierre y la apertura de la válvula ileocecal, y además envía mensajes al sistema inmunitario relacionados con la actividad de los intestinos. El apéndice está compuesto por tejido linfoide (células inmunitarias) y regula las funciones linfáticas, exocrinas, endocrinas y neuromusculares. Es como una estación de retransmisión de una microcomputadora para el cuerpo. Acaso te preguntes por qué el ordenador que regula el cuerpo está situado en el colon, habiendo tantos otros lugares. Mi respuesta es: ¿y por qué no?

¿Por qué no se enseña a los médicos a prevenir las enfermedades en lugar de ocuparse de sus síntomas? Después de todo, si en las facultades de medicina se enseñaran medidas de prevención y de limpieza corporal, muchas enfermedades que damos por descontadas simplemente dejarían de existir. La gigantesca industria farmacéutica, y todos esos estudios de investigación médica que son financiados en gran medida por los gobiernos y los ejércitos de personal sanitario disponible las veinticuatro horas del día en cada pueblo y ciudad serían innecesarios si los ciudadanos descubrieran que todo lo que deben hacer para conseguir una salud óptima es mantener limpios los intestinos, el hígado y el cuerpo en general. (Acaso entonces encontraríamos un uso mejor para los cientos de millones de dólares que se invierten en el así llamado «sistema sanitario»).

Tal vez los médicos, al igual que el resto de la población, sientan vergüenza de hablar de la eliminación de los residuos corporales y lo consideren un tema tabú. Con demasiada frecuencia el sistema digestivo, y el colon en particular, son vistos como «órganos de segunda clase» porque consideramos que es un tema sucio y desagradable del que no apetece hablar. Sin embargo, piensa por un momento en la importancia que tienen estos elementos en el gran esquema de la vida biológica. Los intestinos son el primer punto de exposición y, en consecuencia, la primera línea de defensa contra una miríada de toxinas a las que estamos expuestos cada día. Después de acumular tóxicos durante años, el hígado (otro órgano vital) también resulta afectado y debe ser desintoxicado de forma regular.

Cuando inicié mis prácticas en medicina natural, me dediqué a atender los casos más graves de cáncer y enfermedades degenerativas porque me apasionaba el desafío. En la primera consulta los pacientes a veces me preguntaban: «¿Qué es lo que va a hacer usted por mí que los otros médicos no consiguieron hacer?». Y yo les respondía: «Déjeme hacerle una pregunta. ¿Qué hicieron los demás médicos para limpiar y desintoxicar su organismo antes de recetarle todo tipo de fármacos o suplementos?». Y prácticamente todos ellos respondían con desconcierto: «¿Limpiar? ¿A qué se refiere?».

Y no me limité a explicarlo. Me dediqué a mostrar a mis pacientes los efectos positivos de una limpieza interna para su salud y les comuniqué que su cuerpo era el mejor médico que tenían. Les enseñé que cuando el cuerpo está limpio es capaz de activar sus propios mecanismos de autocuración. Cuando volvían a la consulta, me comentaban con sorpresa que la mitad de sus síntomas habían desaparecido, a pesar de que ni siquiera habíamos empezado a tratar sus problemas de salud. Los resultados procedían únicamente del programa de limpieza que había diseñado para cada uno de ellos. Con toda modestia, les aseguraba que yo realmente no «curaba» a nadie puesto que la verdadera curación la realizaba el propio cuerpo. Cada persona tiene la responsabilidad de curarse a sí misma. La definición de un buen médico es un maestro, y no una persona que extiende recetas. Mi responsabilidad es enseñar a alguien como tú de qué forma puede curarse; de hecho, es mi obligación moral como médico.

Por tanto, este libro ha sido concebido para enseñarte cómo puedes recuperar tu salud por tus propios medios activando tu mecanismo de autocuración. En la primera parte comparto contigo mi «secreto para la salud»: eliminar la mayor cantidad posible de toxinas de manera regular (o incluso diariamente) antes de que lleguen a infectar tus intestinos y provoquen una enfermedad. En la segunda parte te enseño de qué diferentes formas absorbes las toxinas o estás expuesto a ellas a través de los alimentos y las bebidas, el aire y el agua, los fármacos y el estrés, los metales pesados y la radiación, y los parásitos. A lo largo del libro, presento diversos métodos prácticos y específicos para que reduzcas o elimines toxinas, domines adicciones alimentarias que no son sanas para ti, y te ocupes firmemente de los mecanismos que generan toxinas y cuya existencia acaso desconozcas. A medida que progreses en la lectura también encontrarás técnicas que puedes utilizar para reprogramar algunos de tus «malos» hábitos. Al final del libro incluyo una sección donde presento una amplia gama de productos y servicios a los que puedes recurrir a modo de ayuda, así como también un glosario de los términos y problemas de salud más importantes.

En cuanto alguien comienza a practicar la limpieza interna para recuperar su salud es bastante frecuente que también desaparezcan sus problemas emocionales. ¿Alguna vez sientes como si estuvieras viviendo en medio de la niebla, todo parece estar ­ligeramente ­desenfocado, y ya no puedes concentrarte como solías hacerlo? Este aturdimiento perpetuo no está causado únicamente por el proceso natural de envejecimiento. Tu claridad mental está afectada por las sustancias tóxicas que consumes. Los materiales químicos tóxicos interrumpen la regulación hormonal y bioquímica alterando las señales eléctricas presentes en el agua que rodea nuestras células y en nuestra sangre. Como resultado, se produce una alteración en el cerebro y en el hígado que causa depresión, trastornos del ánimo y otras perturbaciones emocionales.

Piensa en la última vez que te sentiste realmente saludable. Dedica un momento a recordar cómo se sentían tu mente, tu cuerpo y tu espíritu. Probablemente tenías confianza en ti mismo y estabas dispuesto a afrontar el nuevo día porque te sentías en plena forma, y tu aspecto así lo demostraba. Te amabas a ti mismo, y deseabas experimentar la vida en su más amplia y rica variedad. Disfrutabas de tus relaciones con las personas de tu entorno más íntimo, de tu círculo social, de tu comunidad y del mundo. Bien, puedo asegurarte que si eres fuerte y pones en práctica el «secreto» que revelo detalladamente en este libro, puedes volver a sentirte así. Cuando limpias tu cuerpo regularmente y acabas con los hábitos que son perniciosos para tu salud, vuelves a recuperar la confianza en ti mismo y tu sentido de identidad, e incluso la esperanza por el futuro. Puedes recuperar la seguridad y sentir que eres capaz de conseguir todo lo que te propongas. Esto favorece el éxito de todo lo que manifiestes a través de tus pensamientos y acciones.

Ya no hay más secretos. Te deseo felicidad y bienestar, ¡y un colon saludable!


1 N. de la T.: El autor hace aquí un juego de palabras separando el término disease, ‘enfermedad’, con un guion: dis-ease, que significaría falta o ausencia de confort, tranquilidad o bienestar.

PRIMERA PARTE

LA SALUD EMPIEZA
EN EL COLON

Capítulo 1

¿QUÉ ES UN
COLON TÓXICO?

Si no has leído la introducción, te ruego que vuelvas atrás y lo hagas. Así comprenderás mucho mejor todo lo que he escrito en este libro.

Vamos a suponer por un momento que tu cuerpo es un auto­móvil. Aproximadamente cada cinco mil kilómetros es preciso cambiar el aceite y los filtros, que se han ensuciado con los residuos negros y pegajosos del motor. Esta acumulación de residuos contaminados hace que el motor tenga que trabajar mucho más para mantener las ruedas en movimiento. Todo ese trabajo suplementario aumenta el desgaste del motor, y si no se hace algo al respecto, más tarde o más temprano comenzará a fallar.

Sin embargo, la mayoría de nosotros conducimos nuestros coches solamente unas pocas horas cada día y cambiamos el aceite cada dos o tres meses. Tu cuerpo, en contraste, funciona veinticuatro horas al día, siete días a la semana y los trescientos sesenta y cinco días del año. Y la mayoría de nosotros pasamos años, y más años, sin limpiar el interior de nuestro cuerpo.

En varios sentidos y de muy diferentes maneras, tu colon es como el tubo de escape que hay en la parte inferior de tu coche. El gas del depósito de combustible se absorbe y se dirige hacia el motor, y allí se mezcla con aire y aceite para crear el fuego que mueve los pistones que generan la energía para que las ruedas giren, hasta que finalmente los gases de escape son expulsados. Se trata de un proceso complicado que requiere un equilibrio casi perfecto de diversas reacciones mecánicas, eléctricas y químicas. Y, como sucede con cualquier reacción, estos procesos crean determinados subproductos o toxinas. En el caso de tu coche, esas toxinas son las emisiones de escape.

En gran parte, tu cuerpo trabaja de la misma forma. Los alimentos que ingieres son enviados desde el estómago hacia los intestinos, donde se combinan y se descomponen para crear la energía que, en última instancia, es lo que te mantiene en movimiento. Los alimentos que dan energía a tu cuerpo también crean determinados subproductos. Si los intestinos funcionan correctamente, dichos subproductos se eliminan entre dos y cuatro veces al día a través de los movimientos intestinales regulares.

¿Sabes qué es lo que sucede cuando el motor de tu coche no funciona adecuadamente y su tubo de escape se atasca debido a la suciedad contaminada? El motor hace explosiones. Y ¿qué crees que le sucede a tu cuerpo cuando tu colon está congestionado debido a su propio tipo de suciedad?

¿Has visto alguna vez un tubo de escape oxidado y corroído hasta el punto de estar completamente agujereado? Además de que debido a esos agujeros el coche no superará un examen de emisiones, el estado del tubo de escape representa un peligro para ti porque los gases tóxicos pueden filtrarse en la cabina de tu coche.

Con el tiempo, tu colon también puede desarrollar pequeños orificios a través de los cuales las toxinas pasan al flujo sanguíneo. Y finalmente dichas toxinas encuentran la forma de llegar a otros órganos y tejidos corporales, donde se descomponen y provocan enfermedades.

Aproximadamente durante los últimos cien años la humanidad ha contaminado el aire, los alimentos, el agua y prácticamente todo lo que ha tocado. Muchos de nosotros simplemente observamos cómo se desarrollan todos estos cambios a nuestro alrededor y nos decimos: «Bueno, de todos modos nada de eso llegará realmente a afectarme». Cuando vemos un documental sobre el calentamiento global, o en las noticias anuncian una nueva y alarmante fuente de contaminación, quizás pensemos que nosotros no estamos involucrados en lo que está sucediendo.

Recapacita. Nuestros cuerpos están absorbiendo esta contaminación tóxica. Y la dura realidad es que una de cada dos personas desarrolla algún tipo de cáncer. Hoy en día existen más enfermedades que nunca.

Puede ser difícil de creer, pero básicamente todas las toxinas de las que hablaré en este libro (y eso significa muchas de ellas) entran en nuestro cuerpo a través de la boca, la nariz o la piel, y se absorben directamente a través de los intestinos.

La mayoría de la gente cree que las toxinas que consumen afectan únicamente a su hígado y a sus riñones, pero eso no es toda la verdad. Aunque estos órganos son capaces de procesar gran cantidad de toxinas, aproximadamente en ocho de cada diez personas mayores de treinta años, el hígado se sobrecarga y la carga general de toxinas presentes en el cuerpo supera los límites normales. En definitiva, la única opción que tienen es volver a descargar el exceso de sustancias tóxicas de su cuerpo.

Normalmente, el hígado intenta transformar las sustancias que recibe del sistema digestivo en nutrientes que podemos aprovechar. El problema es que tanto nuestro hígado como nuestros intestinos se ven obligados a procesar más toxinas de las que realmente son capaces de transformar. Rápidamente quedan atrapados en un círculo vicioso en el cual las toxinas son trasladadas de un lado a otro. Como consecuencia, todos nuestros órganos son sometidos a un exceso de trabajo que es peligroso, en especial nuestros intestinos.

Antes de seguir adelante me gustaría hacer una aclaración. Con el fin de facilitar la lectura, me referiré al colon y los intestinos como una sola entidad. Aunque este libro trata de la limpieza de colon, si enfocáramos el tema simplemente en él sin ocuparnos del tracto intestinal completo, abordaríamos únicamente la mitad del problema. Es preciso limpiar de manera regular el intestino delgado yel colon (intestino grueso) para mejorar nuestra salud.

Otra palabra que encontrarás con frecuencia en este libro es toxina. Por definición, una toxina es una sustancia de origen orgánico que es dañina para los tejidos vivos.

Una vez más, con el propósito de simplificar, utilizaré el término toxina de forma genérica para referirme a cualquier sustancia extraña que amenaza tu salud en cuanto se introduce en tu cuerpo. Porque, en última instancia, independientemente de que hablemos de contaminantes presentes en el aire que proceden de una refinería o de un subproducto tóxico producido por el crecimiento excesivo de una levadura en tus intestinos, los resultados son los mismos: enfermedades y colon tóxico.

Pese a que un conocimiento general del funcionamiento interno del colon y sus procesos podría facilitar la comprensión de lo que se expone en este libro, de ninguna manera es necesario. Por lo tanto, sin más dilación vamos a resumir su anatomía y su fisiología de una manera rápida y sencilla.

¿QUÉ ES EXACTAMENTE LO QUE HACE EL COLON?

El colon, o intestino grueso, es uno de los componentes principales de nuestro sistema digestivo. Básicamente, está formado por el mismo tipo de tejidos que hay en la garganta, el estómago y el intestino delgado, aunque el colon tiene algunas características singulares que lo distinguen del resto del tracto digestivo. En primer lugar, ninguna parte del intestino grueso produce enzimas ­digestivas; de eso se ocupa exclusivamente el intestino delgado. El colon está dividido en cuatro sectores: el colon ascendente, el colon transversal (o transverso), el colon descendente y el colon sigmoide. Para hacerte una idea, mira la figura 1.

Después de abandonar el intestino delgado, los residuos llegan al colon ascendente, que se encuentra en el lado derecho del abdomen. Como posiblemente ya habrás adivinado, el colon ascendente mueve los residuos hacia arriba en dirección al colon transverso, que cubre el espacio que hay hasta el colon descendente, que, a su vez, transporta los residuos hacia el colon sigmoide y el recto.

La mayoría de las vitaminas y los nutrientes que nuestro cuerpo aprovecha de los alimentos que ingerimos ya han sido ­absorbidos por el intestino delgado antes de llegar al colon. El trabajo esencial de este último, es absorber el agua sobrante para poder condensar los residuos blandos en residuos sólidos. También absorbe nutrientes seleccionados que están ligados con agua, como por ejemplo los electrolitos. 1 Pero, como pronto descubrirás, el colon y el intestino delgado también pueden absorber toxinas peligrosas, que desafortunadamente son la causa principal de prácticamente todas las enfermedades degenerativas.

Un colon sano es fundamental para tu bienestar general. El colon es mucho más que un simple tubo por el que pasan los alimentos que consumes en su camino hacia el exterior del cuerpo; de hecho, es una zona clave del sistema digestivo. Cuando el colon deja de funcionar correctamente, la digestión se interrumpe y el cuerpo no es capaz de absorber las vitaminas, minerales y demás nutrientes esenciales de los que depende para desarrollarse y prosperar. Y no solo eso, un colon que no está sano también tiene menos capacidad para deshacerse de las toxinas que llegan a él.

¿CUÁL ES LA CAUSA MÁS IMPORTANTE DE QUE EL COLON NO FUNCIONE ADECUADAMENTE?

Como es evidente, los alimentos que ingerimos tienen mucho que ver con el buen estado de salud de nuestro colon. No obstante, si conservar limpio el colon fuera tan sencillo como hacer unos pequeños cambios en nuestros hábitos alimentarios, ¿por qué la incidencia de las enfermedades sigue aumentando incluso entre personas que llevan una dieta aparentemente saludable? La respuesta va más allá de nuestra dieta: tiene que ver con nuestra exposición constante a las toxinas cotidianas.

Todos los días atravesamos un mar de sustancias tóxicas que nuestro cuerpo simplemente no está diseñado para procesar. Ingerimos alimentos que contienen sustancias químicas y bebemos agua y bebidas contaminadas. Respiramos aire contaminado en lugar de un aire limpio y rico en oxígeno. Y cuando finalmente advertimos que nuestro organismo comienza a bloquearse, la mayoría de nosotros visitamos al médico para pedirle ayuda.

Y todos sabemos muy bien lo que sucede a continuación. Los médicos prescriben fármacos sintéticos que nuestro cuerpo tampoco está diseñado ni equipado para recibir. Es verdad que los medicamentos pueden ayudar a aliviar nuestros síntomas durante algún tiempo; sin embargo, no tratan la verdadera causa de la enfermedad.

Lo creas o no, prácticamente todas las enfermedades conocidas por la ciencia médica son causadas, desencadenadas o agravadas por un colon tóxico. Y, como ya he explicado en la introducción, casi todas las toxinas que entran en nuestro cuerpo lo hacen a través del tracto intestinal. El problema es el siguiente: las toxinas no siempre encuentran la salida en el momento oportuno, de modo que quedan atrapadas en las mucosas intestinales y alteran el funcionamiento del sistema digestivo. Esta situación permite que vuelvan a filtrarse en nuestro cuerpo y, como consecuencia, este se debilita y la función intestinal se ralentiza todavía más.

Desafortunadamente, hasta la fecha la gran mayoría de los médicos no aceptan la importancia que tiene la limpieza del tracto intestinal para la salud. Y no solamente para la salud digestiva, sino también para la salud general.

CREO VER UN PATRÓN EMERGENTE

Si las toxinas no se eliminan regularmente del colon, se «filtran» en el flujo sanguíneo a través de las paredes intestinales, lo que se conoce como síndrome del intestino permeable (ver la figura 16, en la página 174), y provocan enfermedades degenerativas que con el paso del tiempo deterioran los tejidos afectados.

¿De dónde proceden exactamente todas esas toxinas? Y, lo que es más importante, ¿qué podemos hacer tú y yo para prevenirlas y mantener nuestra preciada salud? Como ya sabes, el estado de nuestro medioambiente deja mucho que desear. Pero ¿acaso conoces los motivos específicos por los cuales todos estos factores nos están haciendo daño? ¿O exactamente de qué forma nos hacen daño?

El medioambiente al que estás expuesto es lo que causa las enfermedades. Muy pocos de nosotros tenemos un comportamiento proactivo para proteger nuestros cuerpos de las toxinas, y mucho menos para combatir las grandes industrias y empresas que son las principales responsables de generarlas. Para comprender realmente los efectos que las toxinas tienen en nosotros, debes entender primero los factores personales que afectan exclusivamente a tu cuerpo. ¿Consumes alimentos sanos diariamente? ¿Practicas suficiente ejercicio cada día? Y, algo que con mucha frecuencia se pasa por alto, ¿cuál es la altura de tu umbral tóxico personal?

¿HASTA QUÉ PUNTO ESTÁ CONGESTIONADO NUESTRO COLON?

Más de cuarenta millones de personas en los Estados Unidos tienen sobrepeso. Yo diría que eso es estar bastante congestionado. El Center for Health and Health Care in Schools (‘centro para la Salud y los cuidados sanitarios en los colegios’), de la Universidad George Washington, informa que «el porcentaje de niños escolarizados con edades entre seis y once años que tienen sobrepeso se duplicó con creces entre los últimos años de la década de los setenta y el año 2000, pasando de un 6,5 % a un 15,3 %. El porcentaje de adolescentes que sufren sobrepeso con edades comprendidas entre los doce y los diecinueve años aumentó del 5,0 % al 15,5 % durante el mismo periodo de tiempo». En la actualidad es posible afirmar que la mala salud de los adultos a menudo se debe a malos hábitos alimentarios en la infancia.

¿Qué revelan estos hallazgos? Con toda seguridad nos indican que estamos criando niños obesos que llegarán a ser adultos obesos. Pero si nos ocupamos de leer cuidadosamente entre líneas, también nos dicen que generaciones de estadounidenses padecen estreñimiento durante toda su vida. Sí, de acuerdo con las predicciones actuales es muy probable que los niños que hoy tienen sobrepeso sean adultos obesos en el futuro. No obstante, podemos acabar con estas estadísticas e impedir que estos niños estén condenados a la obesidad.

Pero primero debemos comprender cómo se relaciona todo esto con un colon tóxico.

Esta tendencia epidémica al aumento de la grasa corporal parecería no estar estrechamente relacionada con la toxicidad del colon. Sin embargo, resulta muy ilustrativo hablar de dos aspectos que normalmente causan toxicidad en el colon: una dieta deficiente y la falta de ejercicio físico.

Una dieta bien equilibrada es esencial para mantenerse delgado, saludable y libre de toxinas. El aumento repentino de kilos que te muestra la balanza del baño tiene menos que ver con lo que entra en tu cuerpo que con lo que sale de él; o en este caso, de lo que no sale. Por lo general, siempre son los mismos alimentos grasos los que generan un aumento de peso que provoca el bloqueo del colon.

Lo creas o no, los residuos endurecidos que obstruyen la actividad intestinal pueden contribuir al aumento de peso. Probablemente en algún momento hayas oído que cuando John Wayne estaba a punto de morir tenía más de dieciocho kilos de residuos incrustados en su colon. Aunque en realidad esto es una leyenda urbana, se estima que al llegar a los treinta años el estadounidense medio tiene entre cinco y siete kilos de materia fecal endurecida incrustada a lo largo de las paredes laterales de los intestinos o en zonas distendidas de su tracto intestinal.

Eso significa toda una vida de toxinas que se descomponen en el interior del cuerpo. Esta situación podría haberse evitado si la mayor parte de dichas toxinas se hubieran eliminado por movimientos intestinales consistentes y saludables, y por una limpieza regular de colon. Los residuos tóxicos se acumulan con el paso del tiempo y pueden producir una inflamación de las paredes intestinales. Este es simplemente uno de los diversos síntomas más evidentes de la toxemia intestinal, o tal como se ha denominado, de un colon tóxico.

Es fácil ver cuál es la diferencia entre un colon sano y otro que no lo es. El colon que se muestra en la figura 1 (página 27) es obviamente un colon sano y lleno de vida. Desafortunadamente, la mayoría de los cólones se parecen mucho más al colon no ­saludable y lleno de toxinas que se presenta en la figura 2 (página 32), donde se muestra una variedad de trastornos intestinales para ilustrar el problema.

Puede parecer una tontería, pero escuchar los mensajes de la naturaleza es una de las cosas más importantes que puedes hacer para mantener tu salud. Muchas personas están tan ocupadas que simplemente no tienen tiempo para evacuar sus intestinos cuando sienten la urgencia de hacerlo. Algunas prefieren defecar únicamente en su propia casa, y hacen enormes esfuerzos para evitar los aseos públicos mientras están en el trabajo o cuando salen a hacer recados. Pero si la demora es demasiado larga, o demasiado frecuente, ignorar la necesidad de evacuar puede ocasionar estreñimiento y compactaciones fecales; ambos contribuyen a desarrollar toxinas en el colon.

El estreñimiento y la impactación fecal pueden causar que el tránsito de las heces sea más lento. Hablar de tiempo de tránsito básicamente es una forma simple de describir «el tiempo que nuestro cuerpo necesita para procesar los alimentos y eliminar los residuos».

Si los alimentos no digeridos permanecen en el cuerpo demasiado tiempo, las proteínas se pudren, los carbohidratos fermentan y las grasas se ponen rancias. Esto modifica los componentes de los alimentos, que dejan de ser beneficiosos y se vuelven nocivos. Estos alimentos putrefactos se acumulan en el interior del colon y dificultan cada vez más los movimientos intestinales regulares.

¿DE QUÉ MANERA CAUSAN ENFERMEDADES TODAS ESTAS «TOXINAS»?

¿Has advertido alguna vez que algunas personas que fuman, beben y nunca hacen ejercicio a pesar de todo tienen una vida larga y saludable? ¿Y sin embargo otras que tienen hábitos saludables y dietas vegetarianas equilibradas desarrollan enfermedades? Esto parece no tener ningún sentido, ¿verdad?

Cada persona tiene su nivel individual de tolerancia a las sustancias químicas y a otro tipo de sustancias que llegan al interior del cuerpo. Esa tolerancia depende de factores como el estilo de vida, la exposición al medioambiente, los niveles de estrés e incluso la genética. Esto se conoce como el umbral tóxico del cuerpo, es decir, hasta qué punto el cuerpo es capaz de gestionar diariamente todas las sustancias tóxicas ingeridas antes de comenzar a producir síntomas.

He creado un cuadro para ejemplificar de qué forma todo lo que menciono en este libro contribuye a crear un colon tóxico e indicar la enorme importancia de la limpieza intestinal regular. No obstante, debes tener en cuenta que no hay forma de saber exactamente cuántas toxinas de cada categoría absorbes cada día. He hecho todo lo posible para calcular los factores de riesgo y ofrecer un promedio de las toxinas para cada categoría.

Ejemplos de ingesta diaria
potencial de toxinas

Ya he dicho que tu cuerpo solo puede gestionar un millón de toxinas cada veinticuatro horas antes de colapsar. Cada veinticuatro horas estás aproximadamente expuesto al siguiente número de toxinas:

Toxinas procedentes de los alimentos: 325.000

Ejemplos: harina blanca; azúcar presente en los postres; hormonas y antibióticos; soja; pesticidas; alimentos modificados genéticamente; alimentos procesados, enlatados, envasados y precocinados; GMS (glutamato monosódico); aceites hidrogenados; comida rápida, y más.

Toxinas procedentes de las bebidas: 160.000

Ejemplos: leche pasteurizada; refrescos; bebidas dietéticas; bebidas energéticas; bebidas deportivas; zumos concentrados; café; alcohol; azúcares refinados, endulzantes y colorantes artificiales, y más.

Toxinas presentes en el aire: 200.000

Ejemplos: combustibles fósiles, benceno, humo, residuos de estelas químicas, liberación de gases de pinturas, liberación de gases de moquetas, caspa de mascotas, moho y mildiú, ácaros del polvo, aparatos de aire acondicionado, productos de limpieza y muchos más.

Toxinas presentes en el agua: 150.000

Ejemplos: arsénico, flúor, cloro, residuos de fármacos, pesticidas, combustible para cohetes (perclorato), bisfenol A (toxinas de las botellas de plástico del agua,) C8 (sustancia química utilizada para fabricar el teflón), bacterias, parásitos y muchos más.

Toxinas procedentes de los fármacos: 180.000

Ejemplos: aluminio, mercurio, quimioterapia, piezas de animales sacrificados, sustancias químicas sintéticas, pegamentos tóxicos para el hígado, masillas, aglomerantes, colorantes artificiales, espermicidas, hormonas sintéticas, vacunas y más.

Toxinas procedentes de microbios y otros parásitos: 525.000

Ejemplos: bacterias, levaduras, hongos, lombrices, amebas y virus (todos los cuales viven a expensas de un organismo huésped, en este caso, tú). Estos organismos consumen tus nutrientes vitales, luego «evacuan» en tu sistema y secretan cantidades enormes de ácidos perniciosos y residuos tóxicos.

Toxinas procedentes del estrés físico y emocional: 200.000

Ejemplos:

Toxinas procedentes de los metales pesados: 130.000

Ejemplos: utensilios de cocina, desodorantes, pescado, revestimientos dentales con mercurio, cosméticos, latas de aluminio, alimentos, agua, bombillas, muchos suplementos a base de hierbas, pasta dentífrica, vacunas, pinturas y muchos más.

Toxinas procedentes de la radiación (provoca daño y muerte ­celular)

Ejemplos: cocinar con microondas, rayos X, fallas sísmicas (estrés geopático), tendidos eléctricos, teléfonos móviles, ordenadores, electrodomésticos, iluminación fluorescente, secadores de pelo, alimentos irradiados y muchos más.

¡La suma total es de: 1.870.000 toxinas cada veinticuatro horas!