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Prólogo a la segunda edición

La publicación, en septiembre de 2004, de la primera edición de Los pueblos indígenas de México. 100 preguntas intentaba responder, mediante la consulta a una vasta bibliografía, a ciertas preguntas que interpretábamos como vacíos de información recurrentes, especialmente entre el público estudiantil de nuestra Universidad y en otros sectores no especia­lizados en la temática indígena. Al actualizar ahora la obra con nuevos datos sociodemográficos, lingüísticos y jurídicos, principalmente, la intención es reforzar la información original, que en su estructura y en los aspectos conceptuales se mantiene intacta. Así, el lector encontrará estos agregados en las respuestas a las preguntas 5, 6, 7, 8, 11, 14, 16, 18, 37, 42, 70, 71, 73, 74, 82 y 89.

Hemos visto con satisfacción cómo fueron agotándose los dos mil ejemplares de esa primera edición, al tiempo que crecía el número de consultas de la versión electrónica inserta en el portal Nación Multicultural del Programa Universitario México Nación Multicultural, de la unam. Más allá del interés que pudo haber suscitado el tema y las características de la obra, contribuyó al conocimiento del libro la inestimable labor de un grupo de colegas del pumc con quienes nos sentimos agradecidos deudores: Juan Mario Pérez y su equipo de colaboradores de la Coordinación de Proyectos Especiales, Miguel Ángel Rubio y el grupo de trabajo de la Coordinación de Acervos y Sistemas de Información, Marisol Reyna Contreras, quien paciente y afanosamente organizó los materiales para la versión digital interactiva, María Teresa Mejía Manjarrez, de la Coordinación de Investigación, quien dio riguroso seguimiento a las presentaciones del libro y respondió a las numerosas consultas y requerimientos recibidos, y a José del Val, director del pumc-unam, quien, como en los orígenes de la obra, renovó su generoso y estimulante apoyo a nuestro trabajo.

México, D. F., 14 de septiembre de 2010

Carlos Zolla, pumc-unam

Emiliano Zolla Márquez, University College London

Introducción

La información sobre los pueblos indígenas de México es abundan­tísima: se cuentan por miles los libros, artículos, ensayos y tesis producidos por la antropología, la arqueología, la lingüística, la etnobotánica, la historia y la etnohistoria, y también, aunque en menor número, los estudios educativos, demográficos, ecológicos, socioló­gicos, jurídicos y biológicos. A ellos se suman una vasta literatura política —incluida, en los últimos años, la información periodística—, la proliferación reciente de los estudios de género y de las investigaciones sobre la pobreza, y una masa de documentos de la más diversa índole. Sin embargo, el mundo indígena sigue siendo en buena medida desconocido por amplios sectores de la sociedad nacional, de las instituciones y sus funcionarios. Las razones son múltiples y no es propósito de esta introducción intentar su enumeración y análisis, pero despuntan como factores expli­cativos las consecuencias que derivan de actitudes de discriminación o denostación de los pueblos indígenas, el peso de las concepciones que diseñaron para México un proyecto de homogeneización cultural y, no pocas veces, los estilos y modalidades de difusión de la infor­mación. Nuestro libro no busca “colmar ese vacío” que será obra de especialistas, pero sobre todo, construcción social. Trata, de un modo mucho más directo y acotado, de dar respuesta a asuntos típicos y tópicos, básicos, pero que, como “la carta robada”, se hacen invisibles delante de nuestros ojos. El animador principal del Programa México Nación Multicultural de la unam, José del Val, ha señalado con insistencia la necesidad de evidenciar lo que está subyacente —o incluso visible, aunque descono­cido, como ocurre con los cientos de nombres indígenas de nuestras calles, barrios, plazas, con los ingredientes, procedimientos y sabores de la comida, con los giros del lenguaje, con las formas de la adscripción política o con las preferencias estéticas— y que explica los mecanismos más profundos de las armonías o asimetrías de la multiculturalidad. Nuestro libro trabaja “sobre lo obvio que debía ser sabido”, para decirlo más o menos rápidamente.

La elaboración del libro inició como “actividad subsidiaria” de nuestros estudios y empleos; el método escogido —elaborar un cuestionario básico en una oscilación que iba de las preguntas a los materiales y de éstos a aquéllas— permitía la acumulación de fuentes, la proliferación de las interrogantes, la advertencia de los vacíos. Las pláticas con Nemesio Rodríguez —conocedor como pocos de la información sobre los pueblos indígenas de México y el mundo— fueron un componente básico para identificar temas y fuentes.

Creímos advertir, aunque sus límites no siempre son nítidos, la exis­ten­cia de dos series de temas asociados: a) la relativa a la información del mundo indígena (población, lenguas, distribución territorial, situa­ción de salud o educación, recursos, economía, organización social, preferen­cias religiosas o político-electorales, marginación, migración, etcétera) y b) otra en la que era posible agrupar los instrumentos jurídicos, las instituciones gubernamentales creadas para la atención de los pueblos indígenas, y los organismos internacionales que los acogen o que se fundaron en respuesta a sus demandas y luchas, principalmente. A ello se debe en buena medida el número, orden y la naturaleza de las preguntas que encabezan cada apartado.

En cuanto a la elaboración de las respuestas, se advertirán fácilmente dos procedimientos: uno, la exposición sintética, elaborada por nosotros, de la respuesta a partir de una fuente única, canónica, o de fuentes múltiples; el otro, que reproduce completo o casi completo el documento original (ley, acuerdo, declaración) o la selección de pasajes importantes y la transcripción de las opiniones de diferentes autores. Cuando hemos localizado un texto que respondía directamente a la pregunta formulada, no hemos vacilado en reproducirlo in extenso, especialmente si se trataba de materiales de especialistas cuyas autorizadas opiniones nos relevaban de la glosa y —diría Aguirre Beltrán— del refrito frustráneo. Así, el lector encontrará —junto a nuestra deuda con ellos— citados largamente a Gonzalo Aguirre Beltrán, Guillermo de la Peña, Floriberto Díaz Gómez, Héctor Díaz-Polanco, Magdalena Gómez Rivera, Diego Iturralde, Francisco López Bárcenas, Leonardo Manrique Castañeda, Alejandro Dagoberto Marroquín, Carlos Montemayor, Eduardo L. Menéndez, Mercedes Pedrero, Carlos Perafán, Maya Lorena Pérez Ruiz, Héctor Robles Berlanga, Nemesio Rodríguez, Laura Ruiz Mondragón, Rodolfo Stavenhagen, Gustavo Torres Cisneros, Arturo Warman y Pablo Yanes, entre otros.

Hemos incluido al final del cuerpo principal de la obra una lista de lecturas recomendadas, de textos inevitables por su aporte al conocimiento del mundo indígena, por su contribución a los estudios y a las discusiones contemporáneas, o por estar “situados estratégicamente” en una problemática. El lector seguramente compondrá la suya, ampliando, ratificando o contradiciendo la nuestra.

Señalemos, finalmente, un efecto de arrastre que produce el texto: por un lado, hacia el diccionario antropológico; por otro, hacia la compilación exhaustiva de documentos, hacia el archivo o el banco de datos. Ambas perspectivas operan como polos para empresas de más largo alcance. Nuestro trabajo fue más modesto y puntual: enterar al lector de la existencia de un conjunto de temas básicos, de datos elementales, de instituciones y leyes que forman parte del mundo indígena o que se refieren a él. Y quisiéramos, por sobre todo, que el libro resultara útil a los indígenas, los estudiantes, los funcionarios y empleados de las dependencias de gobierno, y a sectores más amplios de la población que conviven, muchas veces sin saberlo, con las múltiples manifestaciones que han forjado las culturas indígenas de México.