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NOVIAZGO FUERA DE SERIE

Cien anécdotas, cien refranes, cien ideas a contracorriente

 

Andrés Barragán Campos

 

 

© Andrés Barragán Campos

© Noviazgo fuera de serie. Cien anécdotas, cien refranes, cien ideas a contracorriente

 

Diseño de cubierta: Alberto Barragán

 

ISBN papel: 978-84-685-4297-3

ISBN ePub: 978-84-685-3697-2

 

Editado por Bubok Publishing S.L.

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Índice breve

 

Prólogo de Monseñor Munilla

Preámbulo (¿Qué pinto yo aquí?, ¿A quién me dirijo?, “Tres reglas…”):

I. Sobre para qué sirve el noviazgo

II. Sobre el noviazgo como “la construcción de una promesa”

III. Sobre cuáles son las características que debe tener un noviazgo

IV. Sobre si hay una sola persona el mundo predestinada para mí

V. Sobre cómo estar seguro de que es la persona adecuada

VI. Sobre cuál es una buena edad para casarse

VII. Sobre cómo estar seguros de la sinceridad de nuestro amor

VIII. Sobre cómo conseguir que mi noviazgo salga bien

IX. Sobre cuáles son los principales riesgos en el noviazgo

X. Sobre consejos prácticos para un buen noviazgo

XI. Sobre qué “incompatibilidades” puedo/debo asumir - Peligros del noviazgo Cristiano

XII. Sobre si se apaga el amor con el tiempo

XIII. Sobre cómo encontrar a la persona adecuada

XIV. Sobre el noviazgo si no comparte mis valores/religión

XV. Sobre el “no” a las relaciones sexuales antes del matrimonio

XVI. Sobre por qué la Iglesia “obliga” en materia de sexualidad

XVII. Sobre el acto sexual antes / después del matrimonio

XVIII. Sobre si es posible, o no, la castidad en el noviazgo

XIX. Sobre viajar y compartir cuarto “sin hacer nada”.

XX. Sobre el drama de la pornografía

… Y con esto y un bizcocho…

 

 

 

 

 

 

 

“Yo la amé y la pretendí desde mi juventud,

me esforcé por hacerla esposa mía

y llegué a ser un apasionado de su belleza.”

 

Sb 8,2

 

 

 

 

 

Prólogo

 

 

 

Recuerdo el testimonio de una joven que en su cursillo prematrimonial, compartió con los allí presentes el profundo impacto que supuso para ella haber escuchado de labios de su novio las siguientes palabras, pronunciadas en el mismo momento en que se habían declarado y se iniciaba su noviazgo: “Creo que he rezado mucho por ti sin conocerte”. Ella, sorprendida, le preguntó al chico: “¿Cómo es eso?”. Y él explicó con todo lujo de detalles cómo desde su adolescencia había orado a Dios pidiendo que le mostrase la vocación que le tenía reservada… Y no solo eso, sino que cuando intuyó que estaba llamado a la vocación matrimonial, comenzó a orar todas las noches por la joven que Dios pondría en su camino para ser su esposa.

Aquel joven era muy consciente de que el amor humano forma parte de un designio eterno. En efecto, no se trata de buscar pareja, para luego pedir a Dios que ponga el sello sacramental. Por el contrario, se trata de discernir si partiendo de un enamoramiento, a lo largo del noviazgo se puede llegar a reconocer a la persona que Dios tiene reservada para nosotros. Y eso es así, sin duda, ya que Dios muestra su voluntad a aquellos que la buscan con sinceridad!

Saludo este libro de Andrés Barragan –“NOVIAZGO FUERA DE SERIE”—, y pido a Dios que sus páginas sirvan de ayuda para descubrir la experiencia del amor humano como una vocación, nacida del amor divino.

 

José Ignacio Munilla Aguirre

Obispo de San Sebastián - Donostiako Gotzaina

 

 

 

 

 

¿Qué pinto yo aquí?

 

 

 

Buena pregunta… ¿Qué pinto yo, un joven de 20 años, en plena carrera de psicología, hablando “en primera persona” del noviazgo? Desde luego, no hablo desde la experiencia -en mi caso es francamente escasa- ni con argumentos de autoridad -de los cuales carezco-. Sin embargo, ha habido dos razones que me han hecho tomar la pluma y ponerme a escribir:

La primera, porque nadie podrá negar que estoy “en el ojo del huracán”, y me declaro “persona interesada”.

“En el ojo del huracán” porque vivo en medio del mundo universitario, con sus cosas buenas y menos buenas; “the world is my playground”, “sé cómo está el patio, porque vivo en el patio”.

Soy “parte interesada”, porque creo que tengo una vocación al matrimonio, un estado de vida del que espero… ¡todo! Y no estoy dispuesto a conformarme con nada menos que ese “todo”, y el “todo” en el matrimonio empieza por el noviazgo.

A mí el noviazgo me atañe, me juego mucho en ello. Y llevo cierta prisa, como ya he dicho tengo 20 años y -creo- vocación para al matrimonio. No tengo tiempo que perder, necesito saber “donde me meto”, pero… “antes de meterme”. Quiero conocer el qué, cómo, y para qué del noviazgo, qué trampas y navajazos el filibustero mundo actual me querrá asestar en cuanto me descuide1. Sobre todo, quiero aprender de la belleza del noviazgo. Quiero estar preparado.

Espero mucho de un noviazgo, como espero mucho del matrimonio, y estoy decidido a no conformarme con medias tintas. Puedo aprender, y mucho, de los que “a toro pasado” ya lo han vivido (los ya casados) y de otros a los que, personalmente, no incumbe directamente pero que conocen bien el tema (personas con vocación religiosa). Pero, al final, seré yo -junto con quien será mi mujer- quienes “en primera persona” construiremos nuestro noviazgo.

La segunda razón que me ha llevado a escribir sobre el noviazgo es porque estoy harto de que a la gente de mi edad se nos presuponga “jóvenes-borrego”, pensando y actuando todos igual. Que vamos a lo que vamos, y toda relación pasa -sí o sí- por el coladero del sexo, sin esperas, sin reparos, sin compromisos. Que nos movemos por “emociones” que se van tan rápido como vienen. Que somos “líquidos”: todo, aquí, y ahora.

Precisamente, eso es lo que “pinto yo aquí”. No soy un borrego, una marioneta. Yo paso de lo lindo de “lo que se espera que piensan los jóvenes de hoy en día”, hasta tal punto que me he decidido mojarme y dejar en este escrito alguna idea de cómo pienso yo respecto del noviazgo, “para que conste donde proceda”. ¿Pienso y vivo contracorriente? Puede ser, pero… ¿Acaso no soy yo también parte de la corriente2?

Esto es lo que pinto aquí, hablando del noviazgo “en primera persona”.

Mi objetivo con estas páginas es escribir un libro corto para compartir ideas con otros jóvenes, con “todos” los jóvenes. Insisto en el “todos”, porque esa es la clave. Me importa un pimiento si quien me lee sea un progre para quien el noviazgo es una chorrada y se acoja al “¡¡Viva el amor libre!!”, o que sea un meapilas. Tan sólo quiero que unos y otros sepan que hay otra alternativa distinta a ser una “marioneta”, al “yo hago esto porque todos lo hacen”, al pensamiento-único, de los jóvenes-borrego3.

No estoy “tele-dirigido” ni represento a nadie. Soy católico, y muy orgulloso de serlo como -seguro- trasciende de lo que escribo (…no hace falta ser Sherlock Holmes, bastará con mirar los textos de la Iglesia y los libros que usaré a menudo para las notas a pie de página), pero no he tenido ninguna formación especial ni pertenezco a ningún movimiento. De hecho, no sé si en algo o en mucho de lo que expresaré me distancio de la enseñanza de la Iglesia… tampoco me importa demasiado, yo solo pretendo contar cómo pienso yo. He crecido en el norte de Europa, donde la religión es un “asunto privado” que se guarda en casa, y nunca podré agradecer suficiente a mis padres cómo me han transmitido la llama de la fe. Mi colegio era laico y no recuerdo que ninguno de mis amigos de infancia fuera religioso. Yo era un poco el “bicho raro” por creer en Dios e ir a misa los Domingos, pero… eso despertaba curiosidad. Creo que ser católico en una sociedad sin dios me ha ayudado mucho a consolidar cómo pienso: durante mi infancia y mi juventud, o estabas dispuesto a remar contra-corriente y tenías muy claro el qué y por qué a la hora de defender tu forma de pensar y de vivir, o te comían con patatas.

Todo esto para decirte que… soy un tipo normal. Soy como tú, tengo tu edad y me cruzas en la universidad, en al bar, en un cine. Tengo pinta de brutote, en más de una discoteca no me han dejado entrar por eso, y parece que siempre tengo todas las papeletas para me caiga a mí el “random check” del chequeo en los aeropuertos (con el consiguiente cachondeo de todos mis hermanos, que siempre hacen una porra a ver si me toca esa vez).

Pues bien, si yo -siendo uno más, exactamente igual que tú- intento construir “mi” alternativa a cómo vivir el noviazgo… ¿Qué esperas para construir “tu” alternativa? Con estas líneas te invito a que no seas joven-borrego, a que tú elijas. A que hagas de la relación con la persona a quien quieres… algo único. Haz el cafre si quieres, pero que sea el fruto de una reflexión, de lo que TU decidas, y no en plan marioneta del que dice “…es que los jóvenes de hoy es eso lo que hacemos, y es así cómo vivimos”.

No entro en líos, no encontrarás en este libro una sola línea de juicio a nadie. No estoy aquí para leer la cartilla, ¿quién soy yo? Léeme por curiosidad, léeme si crees que vengo de otro planeta… pero sobre todo léeme pensando que hay una alternativa distinta a la que nos quieren meter con calzador en cuanto a las relaciones entre un chico y una chica:

¡La alternativa que TU construyas!

 

 

 

 

1. papa francisco, Catequesis sobre el Noviazgo, Mayo 2015: “Es verdad, la cultura y la sociedad de hoy se han vuelto, más bien, indiferentes a la delicadeza y a la seriedad de este paso. Y por otro lado, no se puede decir que sean generosos con los jóvenes que tienen serias intenciones de formar una familia y a ¡traer al mundo hijos! Es más, a menudo ponen mil obstáculos, mentales y prácticos. El noviazgo es un camino de vida que debe madurar como la fruta, es un camino de madurez en el amor, hasta el momento en que se convierte en matrimonio.” - https://www.aciprensa.com/noticias/texto-catequesis-del-papa-francisco-sobre-el-noviazgo-14446 .

2. FRANCISCO (Papa), Cristus Vivit, 2019, punto 264: “Yo, en cambio, les pido [a los jóvenes] que sean revolucionarios, les pido que vayan contracorriente; si, en esto les pido que se rebelen contra esta cultura de lo provisional, que, en el fondo, cree que ustedes no son capaces de asumir responsabilidades, cree que ustedes no son capaces de amar verdaderamente”.

3. FRANCISCO (Papa), Cristus Vivit, 2019, punto 279 y Exhort. Ap. Gaudate et exsultate de 19 Marzo 2018, punto 167: “Recuerdo que todos, pero especialmente los jóvenes, están expuestos a un zapping constante. (). Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento”.

 

 

 

 

 

¿A quién me dirijo?

 

 

 

Este libro está dirigido indistintamente a chicos y chicas, por eso a lo largo de estas páginas notaréis que a veces hablo de “novio”, y otras de “novia”. El tema del noviazgo atañe a ambos sexos por igual, y de hecho soy partidario de que, en la pastoral de jóvenes para el noviazgo, y salvo en algún tema que hace la excepción, todo sea tratado conjuntamente. Estudiando psicología me estoy dando cuenta de lo distintos que son los hombres y las mujeres, pero a la vez lo maravillosamente complementarios. Me parece conveniente que los chicos sepamos cómo ven el amor las chicas y lo que pasa por su cabeza, y viceversa. Por lo tanto, este libro va destinadas a la vez a chicos y chicas… ¡Porque el noviazgo atañe obviamente a los dos!

Como me estoy dirigiendo a otros jóvenes como yo, a partir de ahora mi libro será un diálogo en el que te hablo a “ti”, joven de entre –17 y 22+ años. Estoy convencido de que es en este intervalo de edad de entre –17 y 22+ años en el que «aprendemos lo que es el “verdadero amor”, aprendemos “a amar». Es entonces cuando plantamos los «cimientos» de la futura vida afectiva y matrimonial. Más tarde, a partir de alrededor de los 23 años, «construiremos” la casa, pero fijar los cimientos… es ahora. Sin unos cimientos fuertes, cualquier casa se derrumbará tarde o temprano, a poco que sople el viento.

¿Por qué el rango tan estricto en el rango de 5 años, entre los –17 y 22+ años? Seré muy directo: Porque, hoy en día, es cuando se decide, decidimos, dos cosas fundamentales: i) cómo queremos plantear nuestra vida afectiva, y ii) cómo queremos vivir nuestra sexualidad:

Entre los –17 y los 22+ años decides si quieres empezar a salir con alguien que «te gusta», o si tomas la determinación de esperar hasta que estés en condiciones de construir un proyecto de vida. También decides si saldrás con uno/a en concreto, o si por el contrario “dispararás a todo lo que se ponga por medio” por poco que te haga tilín.

Esas decisiones son pautas que afectan a tu futuro relacional y sentimental para el resto de tu vida. Por ejemplo, si has pasado desde los 15 o 16 años “saltando de flor en flor” quizás tengas algo más de problema a la hora de entender la exclusividad del amor y la fidelidad. La acumulación de muchas y muy variadas experiencias, lejos de ser un activo a tu favor, se puede convertir en un impedimento para ver con claridad la idoneidad de otras personas para un buen noviazgo.

A esto me refiero al asegurar que entre –17 y 22+ años decides cómo quieres vivir tu vida afectiva.

Entre los –17 y los 22+ años es cuando decides (…o te dejas llevar por la corriente…) si quieres empezar a tener relaciones sexuales, o si crees que tu sexualidad es un tesoro precioso que deseas preservar para la persona con la que definitivamente pasarás el resto de tu vida. Que no te quepa duda: ocasiones para el sexo no te van a faltar. De nuevo, esas decisiones marcarán tu vida en adelante. Así está el patio en el mundo de hoy, y no estoy exagerando ya que las leyes y las estadísticas me dan la razón: la edad del consentimiento sexual en Europa es de entre 14 y 16 años en todos los países, excepto Chipre e Irlanda, donde es de 17 años, y en el Vaticano, donde está fijada en 18 años. La edad promedio de la primera relación sexual completa en el Europa occidental es de 16 años4.

A eso me refiero con que entre –17 y 22+ años decides cómo quieres vivir tu sexualidad. ¡Creo que ahora he captado tu atención!

Quizás te preguntes el porqué del “–“ y del “+” en “–17 y 22+”. La razón en parte ya la he adelantado, y en parte la desarrollaré más tarde. En dos palabras, el “–” es porque muchos jóvenes están expuestos de manera muy precoz a experiencias que no les corresponden por su edad, de orden tanto afectivo como sexual (el ejemplo ya citado de la media de edad en cuanto a la primera relación sexual completa es bastante elocuente). La razón del “+” es porque cada vez más jóvenes se aferran a no–madurar, a no–salir del nido, a -como Peter Pan- no querer evolucionar y “hacerse mayores”.

¿Por qué escribir este libro, por qué me meto en estos berenjenales? Porque a la pregunta: Los jóvenes de entre –17 y 22+ años… ¿se dan cuenta de lo que se están “jugando”? Estoy convencido de que la respuesta es rotundamente ¡NO!

“Jugando”… esa es la palabra. Para muchos es un juego, pero que -a diferencia de cualquier juego- tienen pocas o ninguna regla, si no es la norma anárquica del “todo el mundo lo hace”, el “hay que probarlo todo”, o el “no hay bueno ni malo, depende de cada uno”. Y eso… destruye.

Pues bien, si en algún momento algún joven de entre –17 y 22+ años lee alguna de mis reflexiones y le ayuda a pensar sobre la importancia en su vida afectiva y sexual de “mañana” de las decisiones y los actos que “hoy” llevará a cabo… habrá valido la pena.

Pensándolo bien, sólo el esfuerzo personal de haber tenido que investigar, reflexionar y ordenar mis propias ideas para producir estas líneas… ¡ya ha valido la pena! Al menos, me habrá ayudado a mí.

 

 

 

 

4. https://www.abc.es/sociedad/abci-jovenes-espanolas-tienen-primera-relacion-sexual-3-anos-antes-madres-pero-mas-proteccion-201609301410_noticia.html ; https://www.fpa.org.uk/sites/default/files/teenagers-sexual-health-and-behaviour-factsheet-january-2011.pdf , y muchas otras fuentes coincidentes.

 

 

 

 

 

Noviazgo… ¿De qué estoy hablando?

 

 

 

Tres ideas para aclarar el marco al que refiero al hablar del noviazgo, aplicables por tanto a todas las reflexiones de todo este libro (por lo que no las reiteraré en adelante) y sin el cual no se entenderá el resto de mi exposición.

Primero… al hablar de “noviazgo” estoy hablando de una relación muy concreta que, como veremos, implica muchos ámbitos (incluido, pero no solo, el afectivo) entre dos personas. Muy concreta porque, a diferencia de otro tipo de relaciones humanas (la amistad, el afecto, la dependencia, etc.), tiene como referencia un plano muy distinto a cualquier otro: la necesaria proyección hacia el futuro, de ser “generadora” (de comunión y de vida).

Segundo… esta relación muy concreta es necesariamente entre dos personas de distinto sexo, un hombre y una mujer. Soy consciente de que es un tema controvertido, y de que en seguida se le cataloga a uno como “abierto” o “intolerante”, se te sentencia como en un juicio sumarísimo sin derecho a explicaciones. Pues no me morderé la lengua, se pueden opinar sobre situaciones y actos pero siempre respetando a las personas sin -en ningún caso- juzgarlas, así que me lanzo:

Desde mi punto de vista (también como futuro psicólogo), la homosexualidad es una característica psicológica que se puede dar en ciertas personas por la cual hay una discrepancia entre su realidad biológica y su tendencia afectiva. Es, por lo tanto, una tendencia anómala (atención, deliberadamente no he utilizado la palabra “enfermedad”, yo no soy médico para poder valorarlo, y -a diferencia de la disforia de género- la homosexualidad no está considerada como un trastorno en las tablas oficiales DSM-5 o el CIE-10). Así, la homosexualidad representa una característica -entre muchas otras- de algunas personas, que en ningún caso ni define ni agota a la persona (no existe tal cosa como “un/una homosexual”, sino “una persona con, entre otras muchas características, tendencias homosexuales”).

Doy un paso más en mi razonamiento: me parecen completamente equivocadas las teorías “gender” que pretenden anular la identidad sexual, hacer como si no existiera y fuera materia de elección personal, haciendo abstracción de la evidencia: la identidad sexual -hombre o mujer- forma parte de la esencia del hombre y de la mujer. El hombre y la mujer, teniendo igual dignidad, son -a la vez- distintos y complementarios. Distintos, porque su sexualidad de hombre o de mujer está en su naturaleza y trasciende la mera realidad biológica para conformar el marco personal y afectivo, distinto en los hombres y las mujeres. Complementarios, porque precisamente en su realidad sexual diferenciada, como hombre o como mujer, se encuentra la referencia necesaria e ineludible para la construcción de una auténtica comunión de personas5.

También deliberadamente separo tendencias homosexuales de los -mal llamados- actos homosexuales. Recalco “mal llamados” porque quieren dar a entender que un acto homosexual no es más que otra variedad de actos sexuales, cuando la realidad es que un acto sexual solo puede existir desde la complementariedad afectiva y sexual propia de la biología de los sexos6, hombre y mujer, la cual -evidentemente- ni se da ni puede darse entre personas de un mismo sexo.7 Así, en modo alguno pueden los “actos homosexuales” ser considerados actos sexuales sino -como mucho- una genitalidad que es de hecho contra natura8. Por ello, los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y contrarios a la ley natural.

¿Estoy siendo “homófobo” o “intolerante” por criticar las teorías “gender” o describir los “actos homosexuales” como intrínsecamente desordenados? Ciertamente no, en absoluto. Apelo a mi derecho a llamar “gato a un gato” (del inglés “Let’s call a cat a cat”, para el que lo más parecido en Español sería “Al pan, pan, y al vino, vino”): Las personas con tendencias homosexuales merecen todo mi respeto, pero eso no conlleva considerar que los “actos” homosexuales no sean ni desordenados ni inocuos, y no sería coherente conmigo mismo si me las quisiera dar en este libro de “políticamente correcto” diciendo lo contrario. Lo “políticamente correcto” no es siempre verdadero, ni bueno… ni bello.

 

- “The Holly Spirit makes no spelling mistakes:
When inspiring the Genesis, He meant
“Adan and Eve”, and not “Adan and Steve” -

 

Resumiendo: partiendo de la base de que la inclinación homosexual es objetivamente un desorden, las personas con tendencias homosexuales merecen todo respeto9, lo que no es el caso de los “actos” homosexuales ya que son, por si mismos (intrínsecamente), desordenados10 y contrarios a la ley natural.

Habrá quien lea estas líneas y piense que pensando así se está discriminando a las personas homosexuales a “estar condenados a no poder vivir plenamente su sexualidad” y a que “hay que respetar, que cada uno haga lo que quiera, que no hace nada malo al de al lado”. Si, estas palabras de “buen rollito” de la cultura gender me las sé de memoria, pero todavía nadie me ha podido explicar dónde hay discriminación. No la hay. A una persona homosexual no se le pide nada distinto de lo que se pide a una heterosexual: que viva la castidad de acuerdo con su estado. Es el estado (soltero o casado) lo que determina la forma de vivir la castidad (respectivamente, en la continencia o en la realización del acto sexual con el cónyuge), no su tendencia sexual (homosexual o heterosexual).

Con esto, cierro el paréntesis sobre la homosexualidad. Creo que no se puede ser más claro, y así es como yo, Andrés Barragán, y que nadie se moleste sino que respeten mi forma de pensar de la misma manera que yo respeto la de los demás. Dicho esto, retomo mis ideas.

Tercero… cuando hablo de “noviazgo” me refiero a un “proceso” que, como casi todos, tiene un comienzo y un fin. Abarca desde el momento en que una persona identifica (“single-out”, en inglés, sería el término apropiado) a otra del otro sexo con vistas a una posible relación interpersonal con proyección de futuro, hasta que la relación de noviazgo termina, y eso se da necesariamente con una de estas dos posibilidades: i) matrimonio, o ii) se rompe la relación.

 

- El noviazgo: o termina porque termina,
o termina en la iglesia. -

 

Para entendernos en el lenguaje de hoy, a lo que me refiero como “noviazgo” abarca desde el “estar conociendo” hasta el segundo antes del “Sí, quiero” (o el “partimos peras”), pasando por “salir”, “ser novios” y “estar prometidos”. Por exclusión, no considero en este libro relaciones que deshumanizan (o -dicho de otra forma- “animalizan” a la persona), como “enrollarse”, “amigos con derecho a cama (sex-friends)”, o cualquiera de las otras muchas permutaciones de relaciones interpersonales que existen hoy en día con un denominador común: pasar un buen rato pero evitando compromiso alguno.

 

 

 

 

5. l melina y s belardinelli, Amar en la diferencia, Las formas de sexualidad y el pensamiento católico, Ed. BAC, 2016, p. XXXVI.

6. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2357: “La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso”.

7. archbishop d.e pilarczyk, Twelve Thought Issues, Published by St. Anthony Messenger Press, Ohio 1988, pags. 37. «Homosexuality».

8. Ibidem, p. 205.

9. Ibidem, p. 237-238.

10. Ibidem, p. 237.