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Abdo Omar Esper Obeid

Caminé por vos / Abdo Omar Esper Obeid. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2019.

Libro digital, EPUB


Archivo Digital: online

ISBN 978-987-87-0146-2


1. Relatos. 2. Narrativa Argentina Contemporánea. I. Título.

CDD A863



Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com




Este libro se escribió durante abril del año 2013.



Agradecimientos

A todos aquellos, quienes compartieron mis esfuerzos, mi objetivo y la felicidad de haber cumplido con lo que me propuse.

Al Dr. Hugo Rivas, quién no sólo puso sobre la mesa su saber y experiencia, sino la gran vocación que lo caracteriza.

A mi Madre, Yamila Obeid, quién supo de las fatigas del viaje, las vivió conmigo y me sostuvo la mano durante el camino.


A Juan Martín, Jorge y Benito, quienes hicieron

la tarea para que este libro nazca.

A Camila, por poner su impronta llena de afecto

y compromiso para esta Edición.

A los que testimoniaron y me llenaron de emoción

por sus palabras, y exageradas loas.


¡Gracias, muchas gracias!



Prólogo

Martín Risso Patrón




El hombre decidió andar por un camino que une el trópico con el valle de Salta, unas setenta leguas.

Lo hizo por amor. Habló con Dios y le propuso someterse a un esfuerzo muy grande, si es que él le concedía la gracia de la salud para su promesada, gravemente enferma. Hombre robusto, pero no ya en edad de encarar aventuras. Lo conversó con su familia, con el cura y sus amigos. Firme en su propósito, refutó todas las buenas intenciones que le aconsejaban cambiar su modo de promesarse. Y lo hizo.

Este relato es en realidad una crónica de viaje. Entendido que su propósito es el amor con la ayuda de Dios, no hay dudas que Esper es un hombre de fe y también un amante convencido e inalterable, y un amigo inconmensurable. Nos cuenta su viaje a pie desde Tartagal a Salta, con una distancia de 353 kilómetros, relato colmado de anécdotas y sentimientos, cansancios y dolores, y también felicidades y esperanzas.

Esos andares le hicieron percibir realidades de a pie, concretas, en ocho días de peregrinar noches y días, jazmines, las totoras de los ríos, y también renace la fe de un pueblo como el salteño, a los pies de sus patronos María y el Cristo del Milagro.

Pero lo que hay de mágico en este relato, es que nos deja la sensación de que los viajeros somos los que lo leemos. Entonces es cuando me convenzo de que Budi Esper no sólo hizo una travesía promesal, por la salud de su amada y la de sus queridos Nuri, su hermana, el Tío Yusef y Dino Tapia, su amigo del alma, que también transitaban la senda del dolor por esos días; que la hizo en un tiempo espiritual, y que nos lo cuenta con un estilo sencillo y entrañable.

Al final de mi lectura he comprendido que Esper no sólo se ha ampollado los pies en la carretera, como un promesante de esos romeros de Santiago de Compostela...

Porque Esper ha viajado adentro, muy adentro de sí mismo, yendo muy lejos en el amor y en la fe, y sin cansarse, se ha descubierto ante él mismo y ante nosotros... Por eso me permito agregar: Budi Esper ha peregrinado también a nuestro interior, ese interior del lector curioso y tal vez ignorante de sus propios mundos interiores, los que el escritor, simplemente, nos ha ido develando, cuando dice: Caminé por Vos...



Martín Risso Patrón

Salta, inicios del invierno de 2014.


La Decisión







Esa mañana la volví a ver después de mucho tiempo, tan linda como triste, sola, nadie con ella. Entre lágrimas y palabras cortadas, vine de urgencia, dijo. Ese mismo día fue operada, luego fueron noticias de enfermedad, de dolor... del horror a extirpar. La noche previa a la segunda intervención, ya de madrugada, en mi celular su voz de temor; estaban preparándola; pensó, decía, que podría no volver, y su voz sonó como un grito.

–Doctor qué puedo hacer para ayudar, además de lo que ustedes hacen...

–Hay que generar en ella actitud, que se sienta apoyada, que se dé cuenta que la quieren, despertarle espíritu de lucha. En fin, cosas que le faltan.


Bajé a la capilla del hospital y allí sentado, sentí el pedido de fe de Dios y desde el fondo de mi alma, me arrodillé y le prometí: ...quiero que viva, quiero que no la abandones y caminaré caminos largos para llegar a ti, en ocho días lo haré. Saldré de mi Tartagal querido y metro a metro caminaré hasta llegar a Salta. Tú sabrás porqué un hombre hace lo que hace, ayúdame por favor a llegar.


Pero si a alguien debes cuidar es a ella. Si la enfermedad debe llegar, igual que venga a mí...

Entre otras tantas cosas confusas y claras, también le dije: ...Señor, no sé si es por Amor, sólo sé que así lo siento y cumpliré, sin importar que su corazón ya no me pertenezca; sé que me escucharás y que harás mi pedido realidad. Será un milagro de los tantos que realizas, yo hoy mismo comienzo a prepararme para cumplir mi promesa. Gracias Dios.

Fui y se lo dije: –“Caminaré por vos los 353 kilómetros, que separan Tartagal de Salta”. Quería mover su espíritu.


Sorprendida, –“¿Qué...?, estás loco...”. Creo que no me creyó.


Volvieron a abrir la herida por tercera vez, trabajaron y... todo empezó a curarse. Sí, fue un milagro más y sentí la carga de mi promesa. Médicos clínicos, especialistas deportólogos, cardiólogos, profesores de gimnasia, amigos, conocidos y tantos otros, expresaron su negativa a que podría lograrlo. Me impuse llegar a Salta para las celebraciones del Señor y la Virgen del Milagro, ser un peregrino más cumpliendo su promesa. Todos los días salía a entrenarme; corría de 7 a 8 kilómetros y luego, a la plaza Alvarado de la Ciudad de Salta, con 480 metros a su alrededor, calculaba el tiempo estimado que demoraba en hacer 5 kilómetros y ponderaba; lograba los 10 kilómetros en dos horas con quince minutos aproximadamente, y me di cuenta que tendría que poner mucho de mí, diría muchísimo, pero valía la pena, claro que sí. A veces me acompañaba Dani, y ya en esos días sentía una extraña sensación en la plaza, era como si cada persona que pasaba o me miraba, supiera de mi misión.


Hablé con mis más amados... mi hija Yamila, mi madre Yamila, mis hermanos, cuñados, sobrinos y amigos. Sin lugar a dudas pensaron que estaba enloqueciendo y que no lo haría. Quien más se oponía y sufría de antemano fue mi santa mamá, sin dudas mi ángel de la guarda, así lo descubrí.


Organizamos todo, Gustavo calculó los kilómetros a caminar diariamente para poder lograrlo en el tiempo prometido y quienes me apoyarían en cada etapa. A pesar de no haber dormido en toda la noche, el día 7 de septiembre de 2012, cumpleaños de Sandra, partí a las 07:40 de la mañana.

7 de Septiembre