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Drebnieks, Valdis

Patagonia : leyendas y relatos místicos / Valdis Drebnieks. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2019.

Libro digital, EPUB


Archivo Digital: online

ISBN 978-987-87-0299-5


1. Relatos. 2. Leyendas. I. Título.

CDD 808.8037



Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail: info@autoresdeargentina.com



Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Dedico este libro a todas las personas que se animan

a contar, compartir y escribir sus historias

porque no hay nadie más que pueda ser dueño

de nuestra propia historia que nosotros mismos.

Y por más que parezcan no ser tan importantes,

siempre habrá lectores que las disfruten

con un poco de ayuda de la imaginación.

Palabras del autor

Con sinceridad y respeto les agradezco a todas las personas que hayan escuchado, leído o se interesaron en las narraciones que escribí en mis anteriores libros “CUENTOS Y ANÉCDOTAS” y “RELATOS Y MITOS PATAGÓNICOS”, y que, además, junto a esta obra titulada “PATAGONIA LEYENDAS Y RELATOS MÍSTICOS” conforman una serie de situaciones, ocurridas fuera de lo común y que sobresalen de las cosas diarias que nos mantienen ocupados, haciéndonos suponer que al mismo tiempo no estamos solos en este plano de ver las cosas, valorando la vida; a modo de que nos lleve a ser, y en nuestro ciclo de generación, cada vez mejores humanos. Gracias, muchas gracias y que disfruten la lectura en esta humilde obra literaria.

Prólogo

El escritor narra estos fuertes relatos basados en los dichos de las personas que fueron protagonistas y que intervinieron en los distintos sucesos. Por respeto a ellos, también es una forma de valorar y de compartir su valentía en estas historias excepcionales que aparecen en la vida cotidiana, y en muchos lugares de nuestra querida y fantástica Patagonia. Circunstancias que sobresalen como acontecimientos vivos que se van formando en un plano diferente, para luego poder descubrir en ellas los valores aceptables a nuestro raciocinio, a través del placer de la lectura y como manera de aumentar la rica cultura presente en nuestros pueblos patagónicos.

Índice

La presencia oculta

Los diablillos

La mujer de blanco

El viento vivo

El milagro del santo

Pescadores en apuros

El duende del río

Los gringos pelados

Un ángel guardián

El baúl de los fantasmas

La cueva del diablo

La presencia oculta

Yo había salido temprano ese día a caminar por las montañas, solo, aunque a veces lo hacía en compañía de algún amigo para desenchufarme un poco del laburo y para poder recorrer los cerros y otros lugares del campo. Me agradaba hacerlo y, de paso, hacía un poco de ejercicio.

Esa mañana de aquel lindo domingo, dejé mi automóvil debajo de unos árboles a orillas del arroyo Comallo, muy cerca de la ruta nacional 23 en la Línea Sur Rionegrina. Desde allí, me puse a subir por un zanjón que bajaba del cerro. Llevaba en mi mano una máquina fotográfica y una bolsita con un sándwich en el bolsillo de mi bombachón, junto con una botella de agua y algunos caramelos.

Había pasado casi media hora y andaba ya adentro del cañadón bien encajonado sin hacer ruidos y despacio para admirar el entorno natural y espectacular de las formaciones rocosas en ambos costados, moldeadas por la erosión del terreno.Cada tanto sacaba varias fotografías de lo que me llamaba la atención: primero, vi unos gatos salvajes algo blancos y orejones que se escondieron detrás de unas rocas altas; luego, divisé una lechuza blanca que me miraba inmóvil desde un peñasco;después,algunos pájaros curiosos trinando y otros volando. Continué caminando; salté un cordón de agua entre huellas de guanacos y de zorros, pajonales y arbustos, y entre las sombras de las altas paredes rocosas de un lado y los cálidos rayos del sol por el otro lado, que iluminaban la enorme belleza de una formación geológica con sedimentos de rocas cementadas de varios colores muy erosionadas por los agentes naturales como el viento, el agua y también el lapso del tiempo en sí, de pronto veo en una roca grande,algo como si fuera la figura de una enorme cabeza humana de perfil izquierdo.Qué bien se la observaba en ese momento así que ahí nomás le saqué unas fotos.Pensé enseguida — ¡qué lo parió! se parece a la cara de Cristóbal Colon, ese asqueroso que jodió a tantos indios de América—.

Y seguí caminando tranquilo, escalando a veces abruptos obstáculos del terreno; cuando más arriba, tomé fotografías de una cascada sobre unas rocas redondas con una cuevita en el medio, que me hacía suponer que se parecía a un culo de mujer, y me sonreí travieso.

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