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Simón Bolívar

Carta de Jamaica

Créditos

ISBN rústica: 978-84-9816-566-1.

ISBN ebook: 978-84-9816-342-1.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

El programa 7

Carta de Jamaica 9

Libros a la carta 31

Brevísima presentación

La vida

(Caracas, 24 julio 1783-Santa Marta, Colombia, 17 diciembre 1830)

Simón Bolívar nació en una familia aristócrata y tuvo una excelente educación. Sus padres murieron cuando tenía nueve años. En 1799 viajó a España para estudiar, y en 1802 se casó con María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza; quien murió un año después en Venezuela.

Bolívar vivió otra vez en Europa en 1804 y en Roma hizo el célebre juramento de no descansar hasta que América fuese libre.

A raíz de los acontecimientos del 19 de abril de 1810, Bolívar fue enviado a Inglaterra con Andrés Bello y Luis López Méndez en una misión diplomática para lograr el reconocimiento de la nación que habían fundado.

Tras la derrota de Miranda por las fuerzas realistas, Bolívar huyó a Cartagena desde donde regresó a Venezuela en 1813 y fue proclamado Libertador en Mérida. Allí hizo pública la «Guerra a muerte». En agosto tomó Caracas y empezó la segunda república.

En 1819 se creó el congreso de Angostura y se fundó la Gran Colombia (Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador) de la que fue nombrado presidente. En agosto de ese año ganó la Batalla de Boyacá y cruzó los Andes para liberar Perú, saliendo invicto junto a Sucre en la Batalla de Junín, el 6 de agosto de 1824.

Durante su estancia fuera de Venezuela lo apartaron del poder en medio de las rivalidades entre los caudillos. Murió en Colombia, en la ciudad de Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830.

El programa

La Carta de Jamaica es un texto de referencia en el programa bolivariano de emancipación de América. Las referencias a México, Venezuela, Colombia, Perú y Cuba y las reflexiones sobre una futura federación americana fueron durante todo el siglo XIX una continua fuente de inspiración para el continente.

Carta de Jamaica

Muy señor mío: Me apresuro a contestar la carta de 29 del mes pasado que usted me hizo el honor de dirigirme, y yo recibí con la mayor satisfacción.

Sensible como debo, al interés que usted ha querido tomar por la suerte de mi patria, afligiéndose con ella por los tormentos que padece, desde su descubrimiento hasta estos últimos períodos, por parte de sus destructores los españoles, no siento menos el comprometimiento en que me ponen las solícitas demandas que usted me hace, sobre los objetos más importantes de la política americana. Así, me encuentro en un conflicto, entre el deseo de corresponder a la confianza con que usted me favorece, y el impedimento de satisfacerle, tanto por la falta de documentos y de libros, cuanto por los limitados conocimientos que poseo de un país tan inmenso, variado y desconocido como el Nuevo Mundo.

En mi opinión es imposible responder a las preguntas con que usted me ha honrado. El mismo barón de Humboldt, con su universalidad de conocimientos teóricos y prácticos, apenas lo haría con exactitud, porque aunque una parte de la estadística y revolución de América es conocida, me atrevo a asegurar que la mayor está cubierta de tinieblas y, por consecuencia, solo se pueden ofrecer conjeturas más o menos aproximadas, sobre todo en lo relativo a la suerte futura, y a los verdaderos proyectos de los americanos; pues cuantas combinaciones suministra la historia de las naciones, de otras tantas es susceptible la nuestra por sus posiciones físicas, por las vicisitudes de la guerra, y por los cálculos de la política.

Como me conceptúo obligado a prestar atención a la apreciable carta de usted, no menos que a sus filantrópicas miras, me animo a dirigir estas líneas, en las cuales ciertamente no hallará usted las ideas luminosas que desea, mas sí las ingenuas expresiones de mis pensamientos.