Contents

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Edición digital

Coordinación LIJ
Ana Amelia Arenzana Galicia
Gerente de LIJ de Ediciones SM

Gestión digital
Cecilia Eugenia Espinosa Bonilla
Gerente de Servicios educativos digitales de Ediciones SM

Coordinación editorial
Olga Correa Inostroza

Coordinación digital
Valeria Moreno Medal

Optimización de contenidos digitales
Felipe G. Sierra Beamonte

Manual para corregir a adultos malcriados/ Francisco Hinojosa

Ilustraciones: Jazmín Velasco

Este libro fue escrito con el apoyo del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

Primera edición digital, 2014.
D.R. © SM de Ediciones, S.A. de C.V., 2013
Magdalena 211, Del Valle, México, D.F., C.P. 03100
Tel. (55) 1087-8400
www.ediciones-sm.com.mx

ISBN: 978-607-24-1059-6
ISBN: 978-968-779-176-0 de la colección El Barco de Vapor

Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial
Mexicana
Registro número 2830

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

La marca El Barco de Vapor® es propiedad de Fundación Santa María.

Para Tanya con Miquel y Dylan,

porque me llenan cotidianamente

de inspiración.

Y para Laura,

porque me doctoró.

Introducción

HACE dos años publiqué un Manual para corregir a niños malcriados en el que exponía algunos casos de niños a los que ayudé a enderezar el camino de su vida. Esos mismos chicos (y muchos otros) me han reclamado que crea que solo ellos son malcriados, chapuceros, insolentes, groseros, necios, alevosos y majaderos. Me cuentan las malas conductas que tienen sus padres, abuelos o maestros, y me piden ayuda.

Para ser justo los he atendido, aunque no tengan recursos propios para pagarme. A cambio de mis consejos, terapias y remedios, he recibido pelotas de futbol, yoyos, alcancías con unas cuantas monedas, estampitas, dibujos, dulces e incluso una muñeca. La mayoría de las veces, solamente las gracias.

Tienen razón, no solo los niños hacen travesuras o se portan mal. Muchos adultos les ganan a sus hijos en eso de tener una mala conducta, hacer berrinche o pedirles que se comporten, aunque ellos no lo hagan: tienen la mala costumbre de decir una cosa y hacer otra.

No sé cómo consiguen mi número de teléfono, mi correo electrónico o la dirección de mi consultorio, lo cierto es que al menos una o dos veces por semana recibo quejas y solicitudes de ayuda de niños y niñas cuyos padres o maestros tienen conductas erradas. En muchas ocasiones puedo ayudarlos con mis sugerencias y tratamientos. En otras no. Y cuando eso sucede me entra un profundo desconsuelo.

Desde que empecé a corregir la conducta de los adultos, me di cuenta de que son casos mucho más complicados en comparación con los niños, pues suelen ser más testarudos y difíciles de guiar; no están dispuestos a reconocer sus defectos o no les otorgan ninguna importancia.

Hace unos meses fui a presentar mi Manual a una escuela en Saltillo, Coahuila. Al final, un alumno levantó la mano para pedirme un consejo:

—¿Cómo le hago, doctor, para que mis papás dejen de pelearse?

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Me lo preguntó esperando una respuesta certera que le ayudara a mejorar el ambiente familiar. Al principio no supe qué responder. Creo que son muchos los niños que se enfrentan a una situación así, pues generalmente los padres piensan más en resolver sus problemas a gritos que en el daño que provocan al reñir frente a sus hijos. Al final respondí:

—¿Tienes hermanos?

—Sí, uno.

—Quizá te puedas poner de acuerdo con él para discutir a gritos sobre cualquier cosa que se les ocurra. Háganlo enfrente de tus papás. Seguramente ellos les dirán que no se peleen, que hacerlo entre hermanos no está bien. Ustedes responderán que si ellos, siendo esposos, lo hacen, por qué estaría prohibido para ustedes. No sé si funcione, pero es mejor intentarlo.

Todavía recuerdo los ojitos del niño que me hizo la pregunta cuando escuchó mi sugerencia; se notaba, a lo lejos, que era un verdadero tomento el que vivía en su casa. No volví a saber de él.

A los niños que lean este libro les recomiendo que no se lo muestren a sus padres, para que no conozcan mis estrategias de corrección. Es un libro escrito para ustedes, no para ellos. Y, la verdad, no va a ser difícil, pues, a lo largo de los años, me he dado cuenta de que quienes leen son los niños, no los adultos. Ellos siempre creen tener cosas más importantes que hacer que desperdiciar el tiempo leyendo historias deliciosas, emocionantes y llenas de sorpresas.