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DEL ESTE DE EUROPA AL SUR DE AMÉRICA

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Migraciones soviéticas y postsoviéticas a la ciudad de Bucaramanga, Santander

 

Umaña Cifuentes, Mayra Alejandra

Del este de Europa al sur de América: Migraciones soviéticas y postsoviéticas a la ciudad de Bucaramanga, Santander / Mayra Alejandra Umaña Cifuentes.— Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, Escuela de ciencias Humanas, 2015.

233 páginas. – (Colección Opera Prima)

Incluye referencias bibliográficas.

 

ISBN: 978-958-738-594-6 (rústica)

ISBN: 978-958-738-595-3 (digital)

 

Europa – Historia / Emigración e inmigración – Europa / Emigración e inmigración – América Latina / Geopolítica / Multiculturalidad / Bucaramanga (Santander, Colombia) – Vida social y costumbres / Colombia – Relaciones exteriores - Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas / I. Título / II. Serie.

 

304.82  SCDD 20

 

Catalogación en la fuente – Universidad del Rosario. Biblioteca

 

amv Marzo 4 de 2015

Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995

DEL ESTE DE EUROPA
AL SUR DE AMÉRICA

Migraciones soviéticas
y postsoviéticas a la ciudad
de Bucaramanga, Santander

 

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MAYRA ALEJANDRA UMAÑA CIFUENTES

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Colección Opera Prima

 

©  Editorial Universidad del Rosario

©  Universidad del Rosario
Escuela de Ciencias Humanas

©  Mayra Alejandra Umaña Cifuentes

 

 

Editorial Universidad del Rosario

Carrera 7 Nº 12B-41, oficina 501

Teléfono 297 02 00

http://editorial.urosario.edu.co

Primera edición: Bogotá D.C., abril de 2015

 

ISBN: 978-958-738-594-6 (rústica)

ISBN: 978-958-738-595-3 (digital)

 

Coordinación editorial:

Editorial Universidad del Rosario

Corrección de estilo: Manuel Gómez

Diseño de cubierta y diagramación:
Precolombi EU-David Reyes

Desarrollo ePub: Lápiz Blanco S.A.S.

 

Fecha de evaluación: 12 de marzo de 2013

Fecha de aceptación: 22 de septiembre de 2014

 

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo por escrito de la Editorial Universidad del Rosario.

 

 

 

 

Agradecimientos

 

 

 

La realización y publicación de este trabajo de investigación no habría sido posible sin el apoyo absoluto e incondicional de mis padres, Gerardo Umaña Uribe y Lucy Cifuentes Porras, a quienes agradezco su acompañamiento en todo este proceso, y a quienes dedico esta publicación.

Agradezco muy especialmente a Anne Gincel Collazos por su apoyo, comentarios, seguimiento, guía e instrucción en la realización de esta investigación, que gracias a su ayuda llegó a ser merecedora del Premio Otto de Greiff en el área de Ciencias Sociales. A William Mejía Ochoa y Juan Thomas Ordoñez por la lectura juiciosa de este documento y su valiosa retroalimentación. Adicionalmente, agradezco a Julián Andrés Riveros Clavijo, por su ayuda en el trabajo de campo,  por sus aportes y comentarios, que sin duda enriquecieron este análisis. Asimismo, agradezco a Mauricio Flórez-Morris por su sincera ayuda, ánimo y comentarios durante el proceso.

Expreso mi gratitud particularmente a todas las personas que contribuyeron con sus relatos a la realización de este trabajo, a quienes agradezco su tiempo y amabilidad durante la fase de campo.

Introducción

 

 

 

Las imágenes de enormes barcos de vapor transatlánticos, que venían desde lados remotos de ultramar para atracar en el puesto de inmigración de la isla Ellis, que funcionó de 1892 a 1954, en los Estados Unidos, desembarcando grandes masas de personas que se trasladaban hacia las grandes ciudades industriales, son las que evocan los estudios de inmigración que, en cabeza de Park, la escuela de Chicago desarrolló iniciando el siglo XX.

Dentro de los inmigrantes que llegaron en ese periodo a los Estados Unidos, hubo un grupo particular de gente proveniente del entonces Imperio ruso, se trató de los molokanos. Esta fue la primera comunidad, proveniente del este de Europa, en ser estudiada. Los molokanos fueron descritos en 1929 por Pauline V. Young como una “comunidad que por un cuarto de siglo había luchado incesantemente para mantener su forma de vida comunal y organización cultural nativa peculiar, que dejaron su tierra natal en grandes grupos familiares o clanes, en un volumen de más o menos unos 7000 individuos”.1

Fueron caracterizados por su tendencia al aislamiento social, sus costumbres fuertemente marcadas por una tradición religiosa disidente y por su dedicación a las labores agrícolas. Adicionalmente fueron caracterizados como personas que rechazaban la educación por considerar que el conocimiento del mundo solo podría provenir de Dios, que ocupaban posiciones sociales bajas y mantenían fuertes vínculos comunales.

Recapitulando, los molokanos fueron una secta disidente del cristianismo ortodoxo ruso, que emigró desde la región transcaucásica del entonces Imperio ruso, por las persecuciones eclesiásticas, para residir en la ciudad de Los Angeles, en el estado de California. Los primeros casos documentados de inmigrantes provenientes del entonces Imperio ruso fueron los de los molokanos y de los denominados Jumpers, una secta de similares características, también estudiada por Young. Por esta razón, el artículo intitulado “The Russian Molokan Community in Los Angeles” es un hito en el estudio de las migraciones de las regiones eslavas. Sin embargo, es poco lo que queda del retrato que para 1929 dibujó Young. La migración a la cual nosotros nos referiremos en esta investigación se enmarca en un contexto completamente diferente. Se produjo a finales del siglo XX, coincidiendo con la perestroika y la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, unidad política que no existía siquiera cuando los molokanos llegaron a América.

Muy por el contrario del esbozo de Young, las personas que hacen parte de este nuevo flujo migratorio que se ­asentó en Bucaramanga, son altamente capacitadas y educadas, no migraron en comunidad, sino de manera individual o en grupos familiares pequeños, y han llegado a ocupar posiciones sociales sobresalientes, integrándose de manera relativamente exitosa.

En la actualidad, son los directores de centros de investigación en la ciudad de Bucaramanga, en áreas como la química biomolecular, la física y las matemáticas. Han aportado al desarrollo científico de la región2 y, en el campo de la música, han pertenecido a bandas locales. Han producido innumerables artículos académicos, libros, ponencias y productos tecnológicos. Además de aportar al campo de la literatura, la historia, la pintura y la lingüística, posicionándose en la región como agentes de progreso y desarrollo.

A pesar de la notoria influencia de estos sujetos en la región, no es mucho lo que se sabe de  ellos, pues el único esfuerzo nacional por caracterizar la población de inmigrantes en Colombia se reduce a los censos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), los cuales sólo aportan información sobre las tres inmigraciones más grandes que en este momento se encuentran en el país: la venezolana, la estadounidense y la ecuatoriana, agrupando a los inmigrantes de otros países en la categoría otros. Estos otros inmigrantes, que en el censo del 2005 llegaron a ser el 38 %, no son exhaustivamente caracterizados, dejando abiertas gran variedad de interrogantes con respecto a su procedencia, sus procesos migratorios y su adaptación en la sociedad receptora.3

Preguntas de investigación e hipótesis

 

 

 

En esta investigación daremos respuesta a dos preguntas fundamentales que nos permitirán entender de manera profunda el proceso migratorio de los ciudadanos de las ex repúblicas soviéticas y serán la guía que estructurará este documento. La primera pregunta que nos compete es: ¿cuáles fueron los factores que motivaron la migración de ciudadanos provenientes de las naciones soviéticas y postsoviéticas a Colombia y Bucaramanga? En segunda medida, nos interesa indagar por cómo estos inmigrantes se integraron a la ciudad una vez se establecieron. Igualmente, hemos establecido como nuestra hipótesis principal la siguiente: el capital humano e intelectual que detentaban estos sujetos al llegar les permitirían integrarse a las élites intelectuales de la ciudad de Bucaramanga. Además, la alta cualificación de estos sujetos les permitiría una integración menos traumática y en esferas altas de la sociedad receptora, sin pasar por procesos de marginación.

Antes de proseguir, tenemos que enfatizar el hecho que es necesario superar: la falsa creencia de que en Colombia no existe la inmigración ni los inmigrantes, por el hecho de que no sucediera a gran escala, como sí sucedió en Estados Unidos y en países de la región como Brasil o Argentina. Este preconcepto se evidencia de dos formas: primero, en el hecho de que la producción académica suela centrarse en las personas que dejan el país y no en quienes llegan, y segundo, en el hecho de que la literatura académica sobre el tema obedezca más a investigaciones de tipo histórico, enfocadas en la caracterización de migraciones más antiguas y de mayor volumen, como la migración alemana a Santander y la sirio libanesa en el Caribe.

Por otra parte, las investigaciones sobre inmigraciones actuales se concentran en los grupos más notorios como los venezolanos y ecuatorianos. En este mismo sentido, los análisis no van más allá de la caracterización de la población, dejando de lado en el mundo académico grupos más pequeños, que aunque menores en cantidad, también hacen parte importante de las dinámicas migratorias y del desarrollo de las regiones.

La migración a la que aquí nos referimos hace parte de estos pequeños grupos que han llegado al país en las últimas décadas. Por tanto, la pretensión de este estudio es visibi­lizar esta población, además de descubrir cómo fueron sus procesos migratorios y describir cómo ha sido el proceso de integración a la ciudad receptora, a decir Bucaramanga. Al ser poca la información que se presenta sobre este grupo de inmigrantes en nuestro país, vale la pena explorar varios asuntos relacionados con sus procesos migratorios y de integración en la ciudad, con el fin de presentar un panorama amplio de los procesos migratorios de este grupo y sentar las bases para estudios ulteriores.

Suele afirmarse que no existe una teoría unificada sobre la migración. En este estudio asumimos esa misma postura. Además, veremos el proceso migratorio como un continuum temporal que inicia antes del hecho mismo de migrar y no concluye con el asentamiento de las personas, por lo cual utilizaremos no una teoría, sino una serie de teorías que nos ayuden a interpretar las diversas etapas del proceso. De la misma manera, el trabajo que presentamos aquí trata de seguir el proceso mismo que tuvieron los inmigrantes y se estructura de esa forma, por tanto este escrito se compone de tres capítulos, que a seguir desglosaremos.

El primer capítulo se divide en dos partes. En la primera, nos concentraremos en explicar la historia migratoria de Colombia y su ubicación dentro del panorama latinoamericano para después concentrarnos en explicar la inmigración que tuvo específicamente el departamento de Santander. Esto, con el fin de exponer la importancia que han tenido los inmigrantes en el desarrollo de la región y el lugar que han ocupado en el espacio social. En la segunda parte, nos enfocaremos en explicar la historia migratoria de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas –URSS– con el fin de entender cómo y cuáles han sido las migraciones a través de su historia y especialmente en el periodo de la perestroika y la posperestroika.

En el segundo capítulo, nos concentraremos en indagar cuáles son los factores que influyen en la determinación del sujeto de desplazarse, indagando las causas de la migración en diferentes niveles, observando no sólo los factores macroestructurales, sino el papel de las redes en el proceso de la migración, así como la construcción de imaginarios, inquiriendo por el papel que jugaron en el proceso migratorio.

En el tercer y último capítulo analizaremos el proceso de integración y asimilación a la ciudad de Bucaramanga, examinando el papel que juegan las relaciones con otros sujetos en el proceso de socialización, al igual que el papel de las instituciones. Encerraremos este capítulo analizando cómo debido a toda su experiencia migratoria y a sus procesos de integración, los inmigrantes han formado un vínculo identitario con el país y con la ciudad que coexiste con su modo de ser soviético. Para finalizar, debemos mencionar que, ante todo, en esta investigación pretendemos dar voz a quienes vivieron el proceso migratorio, rescatando sus historias, particularidades, subjetividades y perspectivas.

Metodología

 

 

 

El trabajo de campo fue realizado durante los meses de febrero a septiembre del año 2010 en la ciudad de Bucaramanga. Se trató principalmente de una serie de entrevistas en profundidad con varios inmigrantes, en las cuales específicamente inquirimos por sus cursos de vida en relación con la migración, y de una serie de observaciones que hicimos en sus viviendas y lugares de trabajo.

El uso de historias de curso de vida en la investigación sobre migraciones ya ha sido probado y se justifica por tres razones: la primera de ellas, relacionada con lo que expone Howard Becker, explica que el uso de historias de vida permite aproximarnos a cuestiones subjetivas de los investigados, como sus experiencias, sus motivaciones y la interpretación que estos tienen de su realidad, cuestiones que sólo pueden ser entendidas desde el punto de vista de quien vivió una experiencia y que, de no ser así, se podría incurrir en suposiciones y conjeturas.1

En segundo lugar, esta metodología nos permitió explorar tanto lo subjetivo, individual, como lo estructural,2 lo cual es esencial para esta investigación, pues, aunque las experiencias migratorias sean individuales y las decisiones de hacerlo personales o familiares, los factores que las motivan pueden ser tanto del orden estructural, como crisis económicas o políticas de los países emisores, como de tipo individual, como la búsqueda de un mejor estatus. En tercer lugar está la posibilidad que nos brindó esta metodología de conferirle significado a la noción de proceso,3 pues aquí se está estudiando no solo un evento en la vida del sujeto sino un proceso que este experimenta, desde el momento antes de migrar hasta su establecimiento e integración en el país receptor.

Adicionalmente, la observación fue entendida como el método por el cual los investigadores sincrónica y sistemáticamente observan la realidad mientras participan de ella, dando relevancia al contexto en el que se produce información y conocimiento sobre los grupos y la cultura.4 La información proveniente de la observación fue recogida mediante el uso de un diario de campo, así como del registro visual hecho fotográficamente.5 Las observaciones nos permitieron dar una mirada más cercana y profunda a sus cotidianidades, particularmente nos permitieron observar los sincretismos entre las culturas soviéticas y colombiana, evidenciados en algunos comportamientos y actitudes. Aunque fue muy útil, fue sólo complementaria por el hecho de que no era posible siempre tener acceso fácil a la mayoría de los espacios en los que estas personas solían desenvolverse, ni participar de las actividades que ellos realizaban.

Por tanto, en la mayor parte de los casos la observación se realizó en lugares públicos donde los inmigrantes desarrollaban sus actividades laborales, principalmente las universidades, particularmente en dos dentro de la ciudad, que por protección y privacidad de los entrevistados no serán especificadas. También observamos eventos culturales como recitales de piano, conciertos de música popular y exposiciones de arte, en los cuales varios migrantes de Rusia y Ucrania suelen participar. Solamente cinco personas nos permitieron entrar a sus hogares.

La recolección de los cursos de vida se hizo con individuos nacidos en Rusia y Ucrania, los cuales migraron a Colombia y actualmente viven y se han establecido en la ciudad de Bucaramanga. Con la palabra “establecerse” hacemos referencia puntual al hecho de trabajar, tener su vivienda y redes sociales en esta ciudad. Solamente entrevistamos y observamos inmigrantes de primera generación, ya que el propósito de este trabajo así lo exigía, porque fueron ellos quienes tomaron la decisión de migrar y quienes vivieron este proceso de movilización. El rango de edad fue amplio, pues lo que nos interesaba era el hecho de que hubiesen migrado y no su clasificación en un grupo etario, aunque de facto, en el análisis veremos que es posible hacer una gradación por edad.

Los 15 sujetos que participaron en este estudio aportando sus historias de vida, colaborándonos con entrevistas, fueron encontrados mediante el procedimiento de bola de nieve. En total iniciamos tres bolas diferentes por diferentes redes con el fin de ampliar la variabilidad de la muestra. Creemos que este fue el método más pertinente en este caso porque no existía una base de datos confiable de los habitantes de las ex repúblicas soviéticas que han migrado, ni en organismos nacionales como el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), ni en internacionales, como la Embajada de Rusia en Colombia.

La idea en principio de esta investigación era trabajar con ciudadanos rusos residentes en la ciudad de Bucaramanga. Sin embargo, al implementar la bola de nieve y buscar las personas para este estudio, nos encontramos con que personas que eran conocidas coloquialmente como “rusos”, en realidad provenían de otras naciones que habían pertenecido a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. En su gran mayoría eran sujetos provenientes de Ucrania, aunque nos informaron también de la posibilidad de encontrar bielorrusos, lituanos y armenios. Además, dentro de esta categoría solían incluirse igualmente polacos, quienes formalmente no pertenecieron a la URSS. En este estudio optamos por entrevistar no sólo a personas provenientes de Rusia, sino también de Ucrania, lo que tuvo como consecuencia una mayor diversidad de puntos de vista.

El hecho de que estos sujetos fueran catalogados todos bajo el apelativo de “rusos” no es algo particular y exclusivo de esta migración. Por el contrario, en los estudios sobre migraciones se hace evidente cómo grupos de inmigrantes de distintas nacionalidades son llamados por un mismo apelativo por la sociedad receptora, con el fin de identificarlos, como lo veremos en el desarrollo de este estudio. Tal es el caso del grupo de inmigrantes denominados como “árabes” en la costa Caribe, grupo que reúne indistintamente ciudadanos provenientes del Líbano, Palestina y Turquía.

Del total de 15 sujetos, 10 fueron mujeres y 5 hombres, llegados al país durante la perestroika o los años inmediatamente posteriores. El hecho de que trabajáramos con más mujeres que hombres se relaciona con que muchas de las inmigrantes eran mujeres que se habían casado o tenían fuertes vínculos con colombianos que previamente habían estudiado en la entonces Unión Soviética. Aunque no pretendíamos realizar un estudio que comparase el ciclo vital, podemos distinguir dos grupos etarios: el primero, al que pertenecen la mayoría de los sujetos entrevistados (11), va de los 40 a 70 años, y el segundo, de los 24 a los 30 años. Estos últimos llegaron con sus padres. En todos los casos, y como una medida de respeto y confidencialidad, los nombres de las personas que amablemente nos colaboraron narrándonos sus historias fueron cambiados por otros, al igual que los nombres de las personas a las que hacen referencia.

Como ayuda para ordenar la información recolectada y analizar los cursos de vida de los sujetos investigados, optamos por usar el software de análisis cualitativo Nvivo8. El procedimiento que adoptamos, concordando con Marsvati, inició con la creación de categorías iniciales reelaboradas continuamente, “para ajustarse a los matices del tema”.6 El análisis inicial fue guiado por los grandes temas principales que emergían de las entrevistas, en este sentido nos apoyamos en la Grounded Theory, en tres pilares fundamentales. Primero, la búsqueda de categorías emergentes a partir de un análisis temprano de la situación; segundo, la construcción de categorías que explicaran y sintetizaran los procesos; y tercero, la integración de dichas categorías encontradas inductivamente con teorías establecidas capaces de explicar los fenómenos estudiados. Con esto presente, en el capítulo siguiente abordaremos la historia migratoria, tanto de América Latina como de la ex Unión Soviética, haciendo un recorrido que abarque no solo su historia, sino los puntos de vista teóricos desde los cuales se ha tratado.

1. Capítulo I. Dos historias paralelas

 

 

 

1.1. Latinoamérica: una mirada general a las inmigraciones

Los mayores movimientos migratorios que llegaron a la región de Latinoamérica y el Caribe lo hicieron desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX, la mayoría provenientes del sur de Europa.1 Se calcula que en parte de estas dos centurias más de 52 millones de personas salieron de Europa para establecerse en otros continentes.2 La región latinoamericana y del Caribe recibió el 21 % de las migraciones totales a América. Argentina y Brasil, seguidos por Uruguay, Cuba y Chile fueron los países que más inmigrantes recibieron. Italia, España y Portugal y, en menor medida, Alemania y Rusia fueron los países de procedencia de la mayoría de inmigrantes que arribaron a la región.3

La llegada de un porcentaje tan alto de migrantes europeos a Latinoamérica se debió en parte a que, para la época, los países latinoamericanos compartían la idea de la migración europea como instrumento de modernización y progreso.4 Los países que además de tener una gran demanda de mano de obra para la agricultura y la industria ofrecían al inmigrante estímulos tales como leyes de protección e incentivos económicos, rutas de llegada, infraestructura adecuada y una economía estable fueron los que lograron con éxito esta tarea.5

Producto de la transformación económica favorable que vivió Europa, para la segunda mitad del siglo XX, el panorama migratorio cambió en la región. La migración a la región latinoamericana se redujo significativamente y se registró un retorno de inmigrantes hacia sus países de procedencia. Según datos del proyecto de Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica (Imila), entre 1970 y 1990 la migración intercontinental a Latinoamérica y el Caribe se redujo casi un 50 %, estableciéndose un nuevo patrón migratorio: la migración intrarregional.6 En adelante, las migraciones de europeos a Latinoamérica cesaron para ser sustituidas por migraciones entre países vecinos.

Para los años sesenta y setenta, como consecuencia de las dictaduras y los problemas sociopolíticos que empezaron a generarse en la región latinoamericana y del Caribe, la migración hacia países fronterizos dentro de América Latina se duplicó, mientras que para los años ochenta, por el impacto de la crisis económica que sufrió la región y que afectó a los países receptores, las migraciones entre países fronterizos disminuyeron.

Con el cese de la migración intercontinental y la estabilización de la migración intrarregional en Latinoamérica, para las décadas de los ochenta, noventa y lo corrido del siglo XXI, la región entró en una nueva etapa, caracterizada por las emigraciones extraregionales, es decir, de ciudadanos de Latinoamérica hacia otros continentes y subcontinentes, siendo una de las principales la que se presenta hacia los Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, aunque la migración intrarregional no alcanza las magnitudes anteriores, aún existe una migración al interior de la región. De igual forma, aunque la migración extrarregional se disminuyó de manera considerable, esta no fue nula. Las inmigraciones, aunque menores en escala numérica a las emigraciones, también son parte preponderante en la historia de la región.

 

1.2. El sueño que no se hizo realidad: el inmigrante ideal y los debates políticos en Colombia

Al igual que el resto de Latinoamérica, para el siglo XIX Colombia compartió el deseo de migración europea, vista como sinónimo de modernización y “blanqueamiento” de la población. Pero, a diferencia de otros países de la región, Colombia no fue receptor de grandes flujos migratorios, pues no necesitaba la importación de mano de obra agrícola para trabajar la tierra –existía mano de obra nativa de sobra. Además, el país no contaba con una actividad económica consolidada, estable e importante. Por tanto, el deseo de inmigración y las leyes constituidas para su realización “se basaron principalmente en el ideal de los gobernantes colombianos de impulsar la importación de ciudadanos, de preferencia europeos blancos, como material de progreso, más que en una necesidad real”.7

La migración apareció entonces como un instrumento del Estado. Se trató de un afán del gobierno por homogeneizar y civilizar a los colombianos mediante la ocupación y transferencia de territorios a los inmigrantes europeos. El inmigrante ideal para el Estado era aquel que además de traer conocimiento –capital cultural–, capital económico y herramientas de su país de origen, estimulara la inmigración de más de sus compatriotas e invirtiera en los terrenos baldíos que les iban a ser concedidos. Además, estaba dentro de sus tareas la de propender por los valores morales y cívicos de la población a la que llegase, siendo uno de los objetivos del gobierno educar y civilizar las clases inferiores a través de la inmigración.

El Estado, intentando incentivar el arribo de extranjeros, planteó distintas leyes durante el siglo XIX, que contemplaban, entre otras cosas, la concesión de tierras y el apoyo económico a los inmigrantes. Las más destacadas fueron las leyes de inmigración de extranjeros de 1847, la Ley de 1871 y la Ley de 1892. La Ley de Inmigración de Extranjeros de 1847 propuesta por Manuel Ancizar, el secretario de relaciones exteriores para la época, estipulaba la concesión de tierras y la ayuda financiera de 50 pesos a cada inmigrante que decidiera establecerse en la Nueva Granada. Además, el plan contemplaba subsidios y bonos a los cónsules que incentivaran la migración en los que ejercieran su labor, propendiendo por dar a conocer el país como un lugar propicio para el arribo y establecimiento de europeos.8

El proyecto Ancizar fue un total fracaso por dos razones: en primer lugar hubo poca voluntad política de diplomáticos dentro y fuera del país para “importar” extranjeros, y en segundo lugar, porque los presupuestos necesarios eran demasiado altos. Igualmente, la no aprobación del presupuesto estimado para la ayuda económica del inmigrante, por falta de capital del Estado, provocó que los proyectos de inmigración que se habían puesto en marcha tuvieran que ser cancelados. Aunque ineficaz e inaplicable, la Ley 1847 de Inmigración de Extranjeros siguió vigente hasta 1890, suscitando esporádicos debates a lo largo de este tiempo.

Para la década de los cincuenta del siglo XIX, el ideal de la inmigración europea como forma de progreso y civilización siguió estando presente en la agenda del gobierno. Diego Paredes, secretario de relaciones exteriores para 1850, estimuló la firma de contratos con empresas de migración. Esta nueva estrategia tampoco dio muchos resultados, aunque para 1852 se estableció Geo Von Lengerke en el Estado soberano Santander, quien atrajo a la región a más familias alemanas que impulsaron el comercio y la explotación de la quina en el departamento.

Para la primera mitad del siglo XIX el Estado se concentró en impulsar la llegada de europeos blancos, de agricultores de la Europa industrializada que supieran manejar las máquinas modernas, como es el caso de suizos alemanes y de suecos. Ya para la segunda mitad del siglo XIX las miradas fueron más realistas y aceptaron que Colombia no tenía las mismas posibilidades de otros países de tener una migración exitosa, y que resultaba absurdo seguir guiándose por modelos de inmigración de países como Estados Unidos y Argentina.

Para 1871 se dio otro intento por legalizar la entrada de extranjeros al país. Salvador Camacho Roldán propuso para este año la Ley “sobre la protección de extranjeros” que, a diferencia de la Ley de 1847, en lugar de perseguir el arribo de grandes masas migratorias, intentó establecer un ambiente jurídicamente propicio para los inmigrantes que llegasen a establecerse. Esta ley era más realista, en cuanto al hecho de aceptar que la migración que se daba a la región era una migración esporádica, individual o que solo involucraba el núcleo familiar. La ley buscaba la creación de juntas que ayudaran a los extranjeros pobres que arribasen a los puertos de la Nueva Granada a conseguir donde instalarse, prestarles la información necesaria, respaldarlos y ayudarles a conseguir dónde establecerse al interior del país, ya que el clima de la zona costera no era el más propicio para los inmigrantes europeos. Otro punto importante de la ley establecida por Roldán se refirió al hecho de ampliar las posibilidades de procedencia de los extranjeros que llegasen al país, advirtiendo que no solo la migración proveniente de Europa podría ayudar al progreso de la nación.

A diferencia del plan Ancizar, la Ley “para la protección de extranjeros” contó con la voluntad política y con la aprobación y concesión del presupuesto requerido. Gracias a la ley se crearon con éxito las juntas para el apoyo de inmigrantes en Barranquilla y Santa Marta y se emprendieron nuevos proyectos de inmigración. Sin embargo, los nuevos proyectos migratorios fracasaron y las corrientes que estaban llegando al país desde décadas anteriores cesaron. Esta vez el fracaso se debió, más que a la falta de voluntad gubernamental, a las enfermedades, a la falta de recursos y de vías de comunicación en las zonas colonizadas, además del clima poco favorable para los proyectos agrícolas. Asimismo, para 1879 fueron asesinados en la ciudad de Bucaramanga dos alemanes en motines presentados después de elecciones locales. Después de estos hechos cesó la migración alemana y se interrumpieron los proyectos que vinculaban a ciudadanos de dicho país.

Para finales del siglo XIX el sueño de la migración volvió a ser un tema primordial para el Estado colombiano y se dio el esfuerzo más grande del siglo para lograrla. Es así que en 1892 se votó la Ley 117. Esta ley perseguía la llegada de trabajadores para diferentes actividades relacionadas con la agricultura y la industria, especialmente para el cultivo de café y la caña. Para dar inicio se designó un comité gubernamental para firmar los contratos con las empresas de ­migración y se aprobó un presupuesto de 150 000 pesos anuales. Se esperaba la llegada de italianos y españoles agricultores al territorio nacional, además de la llegada de rusos a los Llanos Orientales. Sin embargo, todos los proyectos fracasaron y el siglo XIX se cerró sin lograr la llegada masiva de extranjeros. Esto fue adjudicado, en parte, a la guerra de los Mil Días que se desató en el país para finales del siglo y que terminó por frustrar la llegada de extranjeros por mucho tiempo.9

Fueron muchas las razones para que el sueño migratorio fracasara durante todo el siglo XIX. Entre otras: países de la región como Argentina, Venezuela, Brasil y Estados Unidos brindaban a los inmigrantes mejores condiciones; el poco conocimiento que existía de Colombia en Europa; las dificultades geográficas y climáticas; las guerras civiles frecuentes; la debilidad de las finanzas públicas que no podían reducir los costos de instalación de los inmigrantes; la inexistencia de una ruta desde Europa a Colombia; la precariedad de las vías de comunicación; la baja actividad económica del país; y, por supuesto, las leyes que pretendían seleccionar a los inmigrantes, regular su movilización y menguar la llegada de “inmigrantes indeseados”.

Ya en el siglo XX, Colombia se caracterizó, desde los años cincuenta hasta finales de los años ochenta, por ser uno de los países de la región que más restricciones puso a la inmigración, incluso se controló bastante la expedición de visas y la llegada únicamente de extranjeros que cumplieran cierto perfil profesional. No obstante, para la década de los noventa hubo una “tendencia hacia la apertura y consolidación de las relaciones internacionales”,10 aunque la integración fue buscada más hacia lo regional.

 

1.3. ¿Y qué paso en realidad? Los inmigrantes que llegaron a Colombia

Aunque fueron pocos los inmigrantes que llegaron al país desde el siglo XIX, si se les compara con la población total colombiana,11 su gran aporte en el desarrollo y modernización del país y, en particular, de las ciudades en las que se establecieron, es aún notorio. Entre muchos de los aportes que hicieron los migrantes al desarrollo del país se encuentran los adelantos tecnológicos para la explotación de minas, el desarrollo del comercio, la creación de rutas y medios de transporte, el desarrollo de la agroindustria, además de los aportes al conocimiento de la medicina, la música, la literatura, la metalurgia, la ferretería y el manejo de maquinarias. Según García, “la escasa cuota de modernidad que logró nuestra sociedad para comienzos del siglo XX, se debió a la presencia de los inmigrantes”.12