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Universidad de la Salle Bogotá - Colombia 2012

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Siciliani, José M.

Repensando la catequesis / José M. Siciliani. -- Bogotá : Universidad de la Salle, 2012.

138 p. ; cm.

Incluye bibliografía.

ISBN 978-958-8572-47-5

1. Educación religiosa 2. Catequesis - Enseñanza 3. Teología narrativa 4. Literatura cristiana primitiva I. Tít.

268 cd 21 ed.

A1332811

CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

ISBN: 978-958-8572-47-5

Primera edición: Bogotá D.C., febrero de 2012

© Derechos reservados, Universidad de La Salle

Edición:

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CONTENIDO

Introducción

CAPÍTULO 1

La Didajé, una experiencia entre hostilidades y mentalidades para la reflexión moral y pedagógica del catequista de hoy

Introducción

Adversidades y hostilidades en los orígenes de la Didajé

Mentalidades de la Didajé

Visiones teológicas y morales en la Didajé

Conclusiones

Bibliografía

CAPÍTULO 2

Un catecismo libertario en el siglo XIX

Introducción

Catecismo

El catecismo en la Iglesia Católica

Contexto neogranadino en el siglo XIX

Juan Fernández de Sotomayor y Picón

La ideología de la Independencia y su influencia en el Catecismo

Justificación filosófico-teológica de la Independencia plasmada en el Catecismo

El derecho de gentes en el Catecismo

La propuesta de la ilustración

Catecismo o instrucción popular

Conclusión

Bibliografía

CAPÍTULO 3

El método de correlación en la teología práctica: una mirada al acto catequético

El objeto y la finalidad de la teología práctica: una introducción

Algunos fundamentos teológicos de la correlación

El método de correlación

Intereses y límites del método de correlación para el trabajo en teología práctica: prospectivas

Bibliografía

CAPÍTULO 4

Catequesis: una mirada desde su práctica en comunidades cristianas populares

Introducción

Aspectos centrales de la catequesis en las comunidades cristianas populares

Los énfasis de la catequesis en los documentos oficiales de la Iglesia

Inquietudes, cuestionamientos, propuestas, aprendizajes... un contraste entre perspectivas

Aproximación a unas conclusiones

Bibliografía

CAPÍTULO 5

La Biblia y su capacidad para engendrar una multiplicidad de relatos de fe

Una mirada a la diversidad religiosa desde la teología narrativa

Una lectura de la intriga moderna desde la teología narrativa

¿Cómo evangelizamos hoy y qué papel tiene el desarrollo y la evolución de las culturas en dichos procesos?

La formulación decidida de la Revelación como historia

El principio que define la teología narrativa como un discurso sobre un relato interpretativo le permite interrogar los fundamentalismos que sacralizan el lenguaje de la fe

El principio que define la teología narrativa como un discurso sobre un relato interpretativo le permite dialogar con “las religiones tradicionales y míticas”

La dimensión práxica del relato y el diálogo con la secularización

¿Cómo hemos de evangelizar las culturas de tal forma que anunciemos dinámicamente el seguimiento de Cristo?

Bibliografía

Introducción

La catequesis1 ocupa un lugar central en la comunidad cristiana: porque, como lo indica la etimología del verbo katekheo2, la comunidad es el lugar privilegiado donde “resuena” la Palabra de Dios como enseñanza oral de los elementos fundamentales del cristianismo para los que aspiran iniciarse en la fe o para los que quieren profundizar su opción por Cristo3. Por eso de la catequesis depende en cierta medida la calidad o el talante de los cristianos aceptados por la comunidad creyente en su seno, ya sea como neófitos o principiantes o como miembros avanzados que ahondan su decisión de andar por la vía de Jesús, la vía de la vida4. Sin temor a equivocarnos podríamos decir entonces lo siguiente, parafraseando el dicho popular: de tal catequesis en la comunidad creyente tal el talante de sus integrantes5. Y de entrada cabe señalar que si la catequesis resuena al interior de la comunidad y conduce a ella, no bastará, por muy importante que sea, la utilización de medios pedagógicos más o menos atractivos. Se necesitará, además, como parte esencial de la catequesis, abrir a la comunidad cristiana, propiciando los medios para hacer participar activamente en ella. De ahí se deduce que el binomio doctrina-métodos no es completamente adecuado para re-pensar la catequesis hoy.

La importancia de la catequesis se redobla en el mundo contemporáneo. ¿Por qué? Para responder a esta pregunta es útil dar un rodeo en forma de interrogación. El sínodo de los Obispos en Roma, con motivo de los 25 años del Concilio Vaticano II, formuló el deseo de un catecismo o resumen de toda la doctrina católica que estuviera adaptado a la vida actual de los cristianos. Y también pidió que dicho catecismo estuviera impregnado de Biblia y de liturgia. Y realmente esos dos rasgos caracterizan al Catecismo de la Iglesia Católica de 1992, aprobado por Juan Pablo II.

Sin embargo cabe la pregunta siguiente: ¿Puede un catecismo de la Iglesia ser adaptado al mundo actual por el solo hecho de arraigarse en la Biblia y en la liturgia? ¿Acaso la Biblia y la liturgia constituyen hoy fuentes de autoridad en la postmodernidad? ¿Los textos bíblicos no conocen hoy por hoy un cuestionamiento, al menos en el ambiente popular, debido a la proliferación de grupos cristianos que los interpretan de forma diferente y novedosa? ¿Acaso no existe hoy todo un imaginario según el cual la Iglesia habría ocultado el mensaje real de los evangelios y habría manipulado los textos?6.

Y con respecto a la liturgia ¿no habría que reconocer con realismo y serenidad que la reforma litúrgica conciliar promovida por el Concilio Vaticano II aún tiene mucho que dar? ¿Acaso no hay hoy en la liturgia un formalismo quisquilloso que impediría la verdadera reforma litúrgica? ¿Qué significa la tentativa de volver a celebrar en latín y de espaldas a la comunidad, como se hacía antes del Concilio Vaticano II? ¿No es un signo de cierta crisis litúrgica el gusto por cultos evangelistas y pentecostalistas mucho más emotivos, más participativos y adaptados a las necesidades de la gente que la celebración de la misa? ¿No interrogan a la Iglesia muchos sectores en su interior y fuera de ella, al preguntarle por el papel dado a la mujer en la celebración católica? Por lo menos como preguntas, estas notas merecen ser presentadas para captar la complejidad en la que se sitúa la catequesis en el mundo de hoy.

En ese contexto complejo y problemático se quiere situar el presente texto, resultado de investigaciones que adelantan algunos docentes del Programa de Licenciatura en Educación Religiosa de la Universidad de La Salle de Bogotá. El libro responde modestamente al voto del Papa Juan Pablo II en Catechesis Tradendae: “En este final del siglo XX, Dios y los acontecimientos, que son otras tantas llamadas de su parte, invitan a la Iglesia a renovar su confianza en la acción catequética como en una tarea absolutamente primordial de su misión. Es invitada a consagrar a la catequesis sus mejores recursos en hombres y en energías, sin ahorrar esfuerzos, fatigas y medios materiales, para organizarla mejor y formar personal capacitado. En ello no hay un mero cálculo humano, sino una actitud de fe. Y una actitud de fe se dirige siempre a la fidelidad a Dios, que nunca deja de responder”. (CT 15).

Los docentes que aquí escriben han emprendido diversas acciones y actividades para posicionar la catequesis, en el ámbito universitario y eclesial colombiano, como un campo necesitado de nuevas investigaciones y de nuevos planteamientos tendientes a re-significarla como práctica eclesial. Parte de esta intencionalidad es la búsqueda y promoción de una mentalidad catequética que posibilite articular experiencia de fe, encuentro y transformación de la realidad, diálogo de saberes, interdisciplinariedad, participación eclesial y formación de creyentes. En este sentido la investigación, así como la realización de congresos, conversatorios y visitas de intercambio de experiencias, junto con una apuesta curricular en el plan de estudios del Programa de Licenciatura en Educación Religiosa Escolar, son testimonio de este esfuerzo y de esa tarea.

Ahora bien, en desarrollo de la investigación que tiene por título “Interpretación de experiencias que influyen en el itinerario de creencias de jóvenes estudiantes de undécimo grado de los colegios de La Salle de Bogotá y que conducen a una toma de posición frente a lo religioso en el contexto de la educación religiosa escolar”7, el equipo de docentes del Programa ha venido construyendo algunos planteamientos y reflexiones, algunos de los cuales se presentan aquí en forma de producción concreta. Son cinco textos elaborados desde la experticia de cada miembro del equipo, y en diálogo interdisciplinar. Estas reflexiones son las que se ponen en sus manos, apreciado lector o lectora, para que haga parte de este caminar que quiere recobrar el puesto prioritario de la Catequesis en la Evangelización, y que aquí se ha llamado “repensar la catequesis”.

Los siguientes artículos tienen varias orientaciones. Una de carácter histórico, que honra la postura según la cual la renovación catequética no podrá hacerse prescindiendo de la larga y rica historia de la evangelización, dentro de la cual se inserta la misma catequesis. Sin ese conocimiento indispensable se pierde cierto sentido de la Tradición, cierto sentido de pertenencia y capacidad de diálogo entre el presente y el pasado. Y un encerramiento en el presente sería presunción e incapacidad de aceptación de la alteridad, mal síntoma para todo proyecto que se diga cristiano. Otra orientación es más teológica, en cuanto sitúa al lector en el corazón del problema esencial del cristianismo: la unión de lo humano con lo divino. Las propuestas que intentan pensar esa articulación como un proceso de correlación podrían iluminar fecundamente la acción catequética.

Una tercera orientación nos aporta una mirada desde la catequesis en contextos populares y nos introduce en este ámbito especial donde es fundamental la inculturación y la articulación de la catequesis con los procesos comunitarios; en particular con aquellos procesos que integran actividades económicas como parte de la evangelización, tal como lo planteó Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi8. Por fin una cuarta mirada articula lo teológico con lo pedagógico, al plantear la evangelización como un acto comunicativo que sigue la misma pedagogía divina en su acto revelador. Y esa pedagogía sería fundamentalmente narrativa, en cuanto se dio en una historia en la que Dios se inmiscuyó, y que ahora se trata de conocer y de actualizar. En esta orientación se parte del presupuesto según el cual la catequesis lograría su objetivo en la medida en que indujera a decir al catequizando cuando escucha y estudia la historia de la salvación: “Esa historia es mi historia”.

De manera más precisa, el primer capítulo se detiene en las mediaciones pedagógicas surgidas a partir de la Didajé, la más antigua práctica catequética en la Iglesia que conozcamos. También estudia las influencias socioculturales externas que afectaron la mentalidad cristiana, hasta propiciar cambios en el sentido original del cristianismo, afectando no solo su comprensión sino también las prácticas y la moral. El segundo capítulo arroja una mirada sobre los catecismos como práctica educadora de la fe y, en especial para Colombia, el caso del Catecismo de Juan Fernández de Sotomayor, el cura de Mompós, cuya experiencia revela que detrás de estos textos hay intereses e intencionalidades que se proyectan sobre las comunidades y las personas. Los catecismos pueden ser, y de hecho son, un medio de comunicación no solo del Evangelio, sino de una propuesta de práctica concreta de la fe.

El tercer capítulo hace una invitación a la conciencia reflexiva de las prácticas eclesiales a través del método de la teología práctica. Reconoce en ella la correlación crítica, performativa y dialéctica entre el análisis social, la interpretación teológica de la realidad y la transformación de las prácticas eclesiales, condiciones y características necesarias para una catequesis integral hoy. El autor se detiene a plantear los fundamentos, los objetivos y los límites de este método correlacional. El cuarto capítulo recoge una reflexión que quiere provocar el intercambio de experiencias y la producción del saber catequético que nace de las comunidades cristianas populares. Se trata de pequeños grupos de creyentes que viven su fe con una fuerte proyección social, justamente porque están situados en medio de graves problemas socio-económicos ante los cuales la catequesis no puede permanecer indiferente. Allí la catequesis intenta dinamizar desde la fe en Jesucristo los sueños de una vida digna y humana, y para eso propicia actividades que buscan la transformación de esa realidad y el establecimiento de las bases de una nueva sociedad, centrada en la justicia y el amor proclamados por el evangelio.

El libro se cierra con libro una propuesta de diálogo entre diversas tendencias culturales y religiosas a partir de la teología narrativa. Una catequesis que busque dar razón de su fe y que, al mismo tiempo, sea aporte de sentido al mundo de hoy, ha de pensarse y actuar desde el reconocimiento del caminar junto a otras propuestas de constitución de humanidad, pues es buscando promover contextos más amplios de comprensión entre Evangelio, cultura y religiones que se puede ser significativo en la fe en este inicio de siglo.

Este texto no pretende responder a los muchísimos interrogantes que afronta el acto catequético en nuestro siglo XXI, pero espera ser una luz para aquellos que se interesan en la educación cristiana, en la catequesis y en la evangelización en general. Luz desde la historia, luz desde la teología, luz desde la experiencia popular, luz desde los relatos de fe que sigue engendrando la vida cristiana en el mundo de hoy. El libro quiere ser un aliento para todos aquellos que saben que hay un movimiento fuerte de renovación de la catequesis. Este movimiento ha sabido recoger los aportes de las ciencias sociales, de la pedagogía y de la teología. Y ha empezado a dar sus frutos. Porque la catequesis ha asumido el desafío que la cultura le plantea; por eso sus actores, sus espacios de realización y sus contenidos han dado un vuelco renovador, del cual este texto no pretende ser sino un modesto eco alentador. Las cuestiones grandes siguen abiertas al debate y a la investigación. Ojalá estas líneas puedan dar pistas de reflexión y acción, sobre todo a aquellos que en el terreno concreto se dedican con esmero y abnegación a la transmisión del evangelio.

Notas al pie

1Acogemos aquí el concepto de catequesis planteado por el Papa Juan Pablo II en su exhortación apostólica Catechesi Tradendae (CT) del año 1979 sobre La Catequesis en nuestro tiempo: “Pronto se llamó catequesis al conjunto de esfuerzos llevados a cabo por la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios afín de que, por la fe, ellos tengan la vida en su nombre (Jn 20, 31), para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el cuerpo de Cristo” (CT 1).

2En griego el verbo significa resonar.

3Esta visión supone una distinción entre catequesis de iniciación y catequesis de profundización o educación permanente de la fe. Para importantes precisiones ver el Directorio General para la Catequesis 46-72.

4Así se habla en la primera catequesis de la que tengamos noticia La Didaché, cuando plantea las dos vías que se le presentan al creyente: la vía de la muerte y la vía de la vida (1, 6).

5En ese sentido escribió el Papa Juan Pablo II en CT: “Cuanto más capaz sea, a escala local o universal, de dar la prioridad a la catequesis —por encima de otras obras e iniciativas cuyos resultados podrían ser más espectaculares—, tanto más la Iglesia encontrará en la catequesis una consolidación de su vida interna como comunidad de creyentes y de su actividad externa como misionera” (CT 16).

6Películas o filmes tan extendidos como el Codigo Da Vinci dejan en la mentalidad de la gente ese tipo de dudas que cada vez se vuelven más frecuentes.

7Esta investigación se realiza en colaboración con la Universidad de Laval (Quebec, Canadá). Actualmente se encuentra en su segunda fase de desarrollo y culminará el año 2013 con la proposición de material didáctico.

8Nº 61: “Entre evangelización y promoción humana -desarrollo, liberación- existen efectivamente lazos muy fuertes. Vínculos de orden antropológico, porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos. Lazos de orden teológico, ya que no se puede disociar el plan de la creación del plan de la redención que llega hasta situaciones muy concretas de injusticia, a las que hay que combatir y de justicia que hay que restaurar. Vínculos de orden eminentemente evangélico como es el de la caridad: en efecto, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre? Nos mismos lo indicamos, al recordar que no es posible aceptar “que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor hacia el prójimo que sufre o padece necesidad” (Pablo VI, Discurso en la apertura de la III Asamblea General del Sínodo de los Obispos (27 setiembre 1974): AAS 66 (1974), p. 562).

CAPÍTULO 1

La Didajé, una experiencia entre hostilidades y mentalidades para la reflexión moral y pedagógica del catequista de hoy1

Yebrail Castañeda Lozano2

Introducción

La catequesis impartida en el siglo XXI en las parroquias y en las comunidades cristianas es una actividad que se encuentra desarrollada dentro de un contexto de complejidad (Morin, 1990); se expresa por el plexo de incertidumbre causado por lo paradojal, lo relativo, lo inestable y lo azaroso de la mutabilidad cultural y social en la que se inserta el cristiano, ya sea para comunicar o recibir la catequesis. Esta adversidad se presenta en las manifestaciones sociales que actúan como mediadores en la conformación de las diversas visiones de fe. La visión de fe de una sociedad débil (Vattimo, 1990) se circunscribe en un escenario de relativismo: su concepto se determina conforme a la época, a la cultura y a la religión (Vattimo, 2006). No existe una sola fe, sino una diversidad de creencias. La perspectiva de la fe en la sociedad líquida (Bauman, 1990) se ubica en la modernidad, caracterizada por su mutabilidad, transitoriedad, desregulación, liberación institucional y desterritorialización de lo sagrado. La mirada, desde la sociedad borrosa, de la fe, de lo espiritual, de lo disciplinar y lo pastoral, ve trastocada su veracidad: todo se hace vago (Koskov, 1993).

Las expresiones narcisistas, con sus diferentes acentos, como el postmoderno (Lipovetsky, 1993), hacen que la fe se ubique en el placer y el hedonismo. Gracias a lo efímero, la fe se coloca en lo epidérmico, en lo superficial y en lo fugaz (Lipovetsky, 2007). En el ámbito hipermoderno (Lipovetsky, 2004) la fe se sitúa en el bienestar personal, centrada en la responsabilidad y en la organización, pero al mismo tiempo en la inestabilidad y en la pusilanimidad. La catequesis en este encuadramiento complejo en lo cultural, social y filosófico del siglo XX e inicios del siglo XXI no es tan diferente con respecto a los primeros años de la cristiandad, donde hubo una serie de entrecruzamientos de mentalidades, de hostilidades y de visiones teológico-morales. Para visibilizar estas tensiones de la catequesis primitiva, se abordará una brevísima pero compleja catequesis de carácter moral, llamada la Didajé, que da unas pistas de carácter pedagógico para el catequista de la actualidad.

Esta presentación se divide en cuatro partes: la primera, relacionada con las adversidades y hostilidades que sufrió el proceso comunicativo de la Didajé; en la segunda se abordan las mentalidades que entraron en juego en la conformación de la Didajé; en la tercera se tratan los enfoques teológicomorales que subyacen a la Didajé. Por último, se ofrecen las pistas pedagógicas del catequista primitivo, caracterizadas por su humildad y sigilosidad, que se manifiestan pertinentes para el catequista que está en el ambiente ruidoso de lo vacío y superfluo.

Adversidades y hostilidades en los orígenes de la Didajé

La Didajé3 fue descubierta a finales del siglo XIX, en 1875, cuando entró a formar parte de los escritos de los padres apostólicos. Nació en la edad de oro del cristianismo con fuertes enfrentamientos que terminaron en sangrientos asesinatos de cristianos. Puede decirse que, a pesar de las peripecias dolorosas de persecución y de martirio, “el recuerdo del maestro hacía latir todos los corazones con santo entusiasmo; sus palabras estaban en todos los labios; su imagen ante todos los ojos” (Le Camus, 1981, p. 39). No hay que contraponer la Iglesia primitiva a la Iglesia actual. No obstante, en la Didajé, la persecución, el martirio y el desprecio a las verdades y la piedad templaron a nuestros hermanos en la fe para la conquista del mundo por el heroísmo del martirio y de la santidad. “Es apropiarnos de una fuerte metáfora volver al seno de nuestra madre la Iglesia para renacer con nueva fuerza y nueva juventud del espíritu a vivir una fe, una doctrina, una moral…” (Ruiz Bueno, 1950, p. 14).

Entre la resistencia y la apertura helénica, se podría considerar que los padres apostólicos vivían en lo más recio de la persecución y por esta razón habrían debido cerrarse a toda influencia foránea al espíritu cristiano. Ahora bien, con excepción de San Ignacio de Antioquía, no ocurrió así. Un escrito de esta época, la Primera Epístola de San Clemente de Roma, revela, por el contrario, “la aportación del pensamiento griego; especialmente consideraciones sobre el excelente orden de la creación dan una tónica estoica, totalmente en la línea del discurso de San Pablo en el Areópago” (Chatelet, 1976). Los padres de la Iglesia quisieron dotarse especulativamente para elaborar su teología; se orientaron con la mayor naturalidad por el material conceptual y doctrinal elaborado por la tradición helena (la platónica, particularmente). Pues bien: hay una obra cristiana que encarna magníficamente esta doble disposición de “... apertura y hermetismo y que por su prestigio como por su antigüedad tiene valor ejemplar para toda la tradición cristiana posterior: la obra de San Pablo” (Chatelet, 1976, p. 236)4.

En el ambiente patrístico se originaron tensiones entre la fe y la razón. Se buscaba la inteligibilidad del mensaje de salvación, con el apoyo a la razón para objetivar el misterio de Jesús. En este sentido, el apoyo de la razón es un postulado legítimo de la existencia humana; con su ayuda, también la Iglesia trata de exponer el objeto de la fe al hombre concreto, es decir, “trata de exponer ese objeto al mundo helenista con sus conceptos y vocabulario para hacer justicia a la necesidad de una fundamentación científica” (Stockmeier, 1976, p. 382). La relación fe-razón o razón-fe trajo consigo diferentes dificultades, entre ellas enfrentar los problemas del futuro cristiano, como las herejías. Por útil que fuese la aceptación de formas filosóficas de pensamiento para la penetración racional de la revelación, esta se vio confrontada por cuestiones extrañas, “cuya solución no solo modificó los puntos de gravedad del mensaje salvífico, sino que obscureció en general su carácter de predicación” (Stockmeier, 1976, p. 382).

Mentalidades de la Didajé

La Didajé apareció en el proceso de entrecruzamiento cultural de las mentalidades cristianas y helénicas. Las categorías helénicas, cuando llegaron al cristianismo, estaban fusionadas con las tradiciones egipcias, sirias, persas. Este patrimonio cultural se internalizó en la comunidad cristiana naciente interesada en anunciar la Buena Nueva a los hombres. Sin embargo, este anuncio se realizó con la novedad de la filosofía, en la que Gilson identifica dos tendencias propias de la época: “La filosofía es un saber que se dirige a la inteligencia y le dice lo que son la cosas […] las filosofías griegas son filosofías de la necesidad, mientras que las filosofías influidas por la religión cristiana serán filosofías de la libertad” (Gilson, 1976, p. 12). Gracias a esta nueva influencia aparecen fenómenos como el gnosticismo y el eclecticismo, los cuales son identificados y rechazados por los cristianos pues resultan heréticos. Evidencia de ello se encuentra en Juan 1,14, que precisa el logos especulativo con respecto al logos hecho carne. Gilson asevera al respecto: “Decir que Cristo es el logos no era una afirmación filosófica, sino religiosa…” (Gilson, 1976, p. 13). En este sincretismo, aparecen en el siglo I los ambientes apostólicos, helénicos y apologéticos que convergen en la Didajé, haciendo presencia de diversas maneras. A continuación se presentan los rastros de cada uno de estos ambientes en la antiquísima catequesis.

El origen apostólico de la Didajé expresa que este documento catequético es de importancia para la tradición cristiana. Dicha importancia estriba en que los apóstoles que presentaron la catequesis tenían una íntima cercanía con la voz de Jesús (Zeiller, 1941, p. 321). Este ejercicio catequético emergió en el corazón mismo de la comunidad cristiana primitiva (Ruiz Bueno, 1950, p. 6) y se encontraba centrada en la Eucaristía y en el Evangelio junto con el precepto del Padre Nuestro (Ruiz Bueno, 1950, p. 9). La conformación del movimiento de los padres apostólicos estuvo activamente influida por el ambiente helénico. La actitud de los padres con respecto a esta helenización se caracterizó por las resistencias, aperturas y complementariedades. Este panorama obligó a sostener cada una de estas posturas, planteando, de suyo, los primeros y futuros debates alrededor de los temas de la razón y de la fe.

San Pablo, quien se resistía a la helenización, alerta sobre las formas y los métodos para presentar el mensaje salvífico, y se planta evidentemente contra los métodos docentes propios del pensamiento griego, contra los artificios verbales, los discursos de la elocuencia, los discursos de una sabiduría persuasiva, los métodos aprendidos de la sabiduría humana; “esos procedimientos de la retórica tradicional que se dirigen a la razón son sustituidos por medios de predicación desatinados a los ojos del mundo y únicamente sometidos al espíritu divino” (Chatelet, 1976, p. 239). La apertura de la Escuela de Teología Cristiana de Alejandría, simpatizante del pensamiento helénico, posibilitó que paganos griegos se convirtieran al cristianismo. Los filósofos paganos se mostraron, por su parte, más receptivos al modo de vivir y de pensar de los cristianos, como sucedió con “el filósofo Sinesio de Cirene, quien abandonó el platonismo para convertirse al cristianismo y ser pronto obispo…” (Chatelet, 1976, p. 232). El mismo Pablo, a pesar de las sospechas comunicativas de la cultura helénica, observa esta mentalidad como un complemento para llevar la Buena Nueva a otras latitudes: “… tras haber conversado con los filósofos estoicos y epicúreos, fuera de la barahúnda del ágora, presenta la Buena Noticia, no como una ruptura, sino como un complemento y perfección de la teología helena…” (Chatelet, 1976, p. 237).

En los encuentros y desencuentros entre la cultura apostólica y la cultura helénica, entre la razón y la fe, emerge la mentalidad apologética en defensa de la fe. En este ambiente se elaboró la Didajé: “¡Qué fuerza apologética no late en ellos! ... Se trata de ver a Dios, cuya es la verdad y la vida toda de la iglesia” (Ruiz Bueno, 1950, p. 7). La defensa de la fe se realizaba a partir de categorías racionales. La predicación del mensaje salvífico cristiano tuvo lugar en un ambiente cuyas estructuras políticas, espirituales y religiosas se pueden clasificar de helenistas: “Si el mensaje del evangelio quería ser aceptado, debía adaptarse al lenguaje y mentalidad de los oyentes; en consecuencia era forzoso que el cristianismo se encontrarse con el helenismo” (Stockmeier, 1976, p. 381). El ambiente de defensa se comprende en términos de “unidad de la Iglesia, unidad en la Eucaristía, unidad en la liturgia, unidad en el lenguaje, etc.”5.

Visiones teológicas y morales en la Didajé

La teología y la moral en el siglo I

La reflexión teológica de este periodo se desarrolla en el proceso evangelizador de San Pablo, que coincidía con los discursos y exhortaciones de los estoicos. Esta coincidencia permitió determinar la presencia de numerosos temas comunes, específicamente en el campo teológico. Para visualizar esta correspondencia se comparará un discurso de Marco Aurelio con una cita de la carta de San Pablo a los Efesios.

Discurso de Marco Aurelio Carta de Pablo a los Efesios
“Uno es el mundo que forman todas las cosas; uno el Dios que lo llena todo; una la sustancia, una la ley, una la razón común a todos los seres inteligentes; una la verdad, pues una también es la perfección de los seres y de la misma familia y que participan de la misma razón” (Marco Aurelio, 170-180, L. II, 16). “Sólo hay un cuerpo y un espíritu, como también una sola esperanza, la de su vocación. Sólo un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos” (Ef. 4,4-6).