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Editor: Javier Ábrego Bonafonte

 

Centro de Arte y Tecnología

Avenida Ciudad de Soria, N º8

50003 Zaragoza - España

 

Primera impresión: Septiembre 2016

 

ISBN: 978-84-945421-7-6

 

Diseño, Preimpresión e Impresión - Cudipal

 

Reservados todos los derechos.

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Agradecimientos

En primer lugar quisiera agradecer a Editorial Amazing Books, y sobre todo a su editor, Javier Ábrego, la disposición, entusiasmo y facilidades proporcionadas a la hora de editar esta obra.

Quiero agradecer también la colaboración prestada en la elaboración del capítulo sobre células madre a mi compañero, amigo y experto en Terapia Celular, el Dr. Antonio J. Villatoro, desde estas líneas mi más profundo agradecimiento.

Igualmente me gustaría mostrar mi más enfático agradecimiento a mis amigos y familia, por todo el ánimo que he recibido para confeccionar esta pequeña obra y muy especialmente a Belén Amaro, por el ánimo y el impulso que siempre me ha dado para éste y otros proyectos. Se lo agradeceré siempre e infinitamente; gracias por confiar tanto en mi trabajo.

Para finalizar, agradecer a todos y cada uno de los lectores de esta obra el que hayan hecho igualmente el esfuerzo de asomarse a las páginas de este libro para enfrentarse a ese gran desconocido y sin embargo vital SISTEMA INMUNOLÓGICO de mis amores.

 

Fernando Fariñas Guerrero

 

 

 

Presentación del Autor

 

Fernando Fariñas Guerrero ha cursado estudios y doctorado en Medicina, Veterinaria y Biología. Es un reconocido experto en los campos de la Inmunología Clínica y las Enfermedades Infecciosas. Ha sido fundador y Presidente de la Fundación “IO”, dedicada al desarrollo de proyectos de lucha internacional frente a brotes de zoonosis y enfermedades infecciosas emergentes. Es diplomado internacional en Virología Médica, en Medicina Tropical y en Leprología, habiéndose dedicado principalmente a las enfermedades zoonósicas en el ámbito de la Patología Infecciosa y a la Inmunoinfectología, Vacunología, Autoinmunidad e Inmunodeficiencias en el terreno de la Inmunología Clínica. Asesor médico y veterinario de diversos organismos públicos y privados a nivel nacional e internacional, forma parte de grupos de estudio especializados como el de Inmunoterapia (GEIT) y de Inmunodeficiencias (GEID), así como a diversos grupos relacionados con las enfermedades infecciosas vectoriales y zoonosis. Como docente imparte numerosas conferencias, masters y cursos de especialización relacionados con la inmunología clínica, Vacunología y las enfermedades infecciosas. Autor de varios libros sobre el tema y de numerosos artículos en revistas de carácter nacional e internacional, actualmente co-dirige el Instituto de Inmunología Clínica y Terapia Celular, sito en Málaga. Igualmente, en la actualidad desempeña el cargo de Presidente de la Asociación Española “Ynmun” para el Estudio de las Enfermedades Inmunológicas e Infecciosas. En los próximos meses está prevista la publicación de un nuevo libro, dedicado a Inmunología Clínica Pediátrica. Ha recibido numerosos premios a nivel nacional e internacional tanto en el ámbito médico como veterinario.

 

 

 

 

CAPÍTULO 1

LOS GUARDIANES DEL SISTEMA INMUNITARIO: LOS CUARTELES DE INSTRUCCIÓN

 

 

 

CAPÍTULO 1

LOS GUARDIANES DEL SISTEMA INMUNITARIO: LOS CUARTELES DE INSTRUCCIÓN

En este preciso instante, numerosos “bichitos microscópicos” están intentando adentrarse por varios lugares de su cuerpo. Sin embargo, y a pesar de esta “tentativa” constante, usted no percibe esta “invasión microbiana”. Y todo esto gracias a la existencia en su interior de un ejército que se encuentra en constante vigilancia, detectando y eliminando cualquier tipo de agresor antes de que pueda hacerse con el control de su cuerpo. Este ejército es el sistema inmune, ese gran desconocido que está alerta las 24 horas del día, 365 días al año.

Ser inmune significa estar protegido (etimológicamente “libre de carga” o “libre de servicio”). Por lo tanto, tiene sentido que el sistema corporal que ayuda a combatir las enfermedades se llame “sistema inmunológico”.

No existen dos sistemas inmunitarios idénticos. Algunas personas parecen exentas de contraer infecciones, alergias o tumores, mientras que otras enferman constantemente o, al menos, con bastante frecuencia. Con el transcurso de los años, el sistema inmunitario de las personas entra en contacto cada vez con más gérmenes y adquiere inmunidad contra ellos. Por este motivo, los adultos y los adolescentes tienden a resfriarse menos que los niños.

El sistema inmunológico está formado por una red de células, tejidos y órganos que trabajan en equipo para proteger el cuerpo. Los llamados genéricamente glóbulos blancos son células que forman parte de este sistema de defensa. También reciben el nombre de “leucocitos”.

Anatómicamente, el sistema inmunológico se encuentra localizado en unos “acuartelamientos” llamados genéricamente órganos linfoides. Los hay de dos tipos: unos que fabrican, producen e instruyen a todos los soldados (leucocitos) que van a formar parte de ese ejército inmunológico, y otros que alojan a estos soldados una vez han “madurado y aprendido”, para ejecutar allí sus labores de defensa.

1.1 Órganos linfoides primarios (Cuarteles de instrucción)

1.1.1 Timo

El timo (no el de la estampita sino la molleja por todos conocida y que bien cocinada constituye un delicioso manjar), es un órgano donde los futuros linfocitos T (T de Timo), aprenderán a diferenciar lo propio de lo extraño, lo que tienen que atacar de lo que tienen que defender. Se encuentra situado a la altura de nuestro pecho, y ocupa una posición destacada por encima del corazón. Nacemos con un timo bien grande y, conforme van pasando los años, este órgano se va “encogiendo” haciéndose cada vez más pequeño, hasta convertirse cuando llegamos a la adolescencia, en solo un cúmulo de grasa.

El timo es una escuela muy dura donde aquellas células aspirantes a linfocitos que “no aprenden”, son eliminadas, masacradas o defenestradas sin piedad. Esta eliminación es tan drástica, que sólo de un 5% a un 10% de las células aspirantes a linfocitos que ingresan en el timo, acaban “graduándose” y madurando, para ejercer después su función defensiva de forma correcta como linfocitos de pro. Como veremos más adelante, dentro de estos linfocitos T se incluyen distintos tipos. Entre ellos se encuentran “coroneles”, “boinas verdes” y “controladores”.

1.1.2 Médula ósea

Mientras los linfocitos T necesitan su propia escuela para madurar (el timo), el resto de las de las células defensivas, (también llamadas glóbulos blancos o leucocitos), que componen el ejército inmunitario son producidas y maduradas en la médula ósea: el llamado tuétano de los huesos. Las células producidas por este órgano son muchas y variadas. La médula ósea produce glóbulos rojos, plaquetas y un grupo de células defensivas entre las que se encuentran los llamados genéricamente células comedoras y otras de las que daremos cumplida cuenta en breve.

1.2 Órganos linfoides secundarios (Cuarteles de destino)

Una vez que estos soldados inmunológicos han madurado y aprendido las lecciones en el timo y la médula ósea, son destinados a diversos lugares o acuartelamientos donde van a poner en práctica todo aquello que han aprendido. Estos cuarteles de vigilancia son los ganglios linfáticos (llamados más correctamente linfonodos o nódulos linfáticos), el bazo (que se encuentra en el lado izquierdo del abdomen, justo al lado opuesto del hígado) y el tejido linfoide asociado a las mucosas (unos acuartelamientos situados a nivel digestivo, respiratorio y genito-urinario).

1.2.1 Tejido linfoide asociado a mucosas (MALT)

Las membranas mucosas que cubren los tractos respiratorio, digestivo, urogenital, conjuntiva del ojo, conducto auditivo y todos los conductos de las glándulas se encuentran “blindadas” por una serie de mecanismos físicos y químicos que degradan y repelen la mayor parte del material “extraño” que es capaz de ocupar estos tejidos. Por si esto fuese poco, un imponente y especializado ejército de células y moléculas producidas por el sistema inmune protege a estas superficies y al compartimento interno corporal, del ataque de innumerables microbios y sustancias dañinas. En casi todas las especies mamíferas, este sistema contiene más del 70% de las células que componen el sistema inmunológico del individuo, siendo el sistema digestivo el que cuenta con más células o “soldada”, de acuerdo con el símil militar.

 

 

Debido a que el MALT está constantemente en contacto con innumerables sustancias extrañas (piense en la inmensa cantidad de moléculas de todo tipo que diariamente entran en su cuerpo a través de la alimentación o de la respiración), éste debe de ser capaz de economizar las respuestas defensivas con el fin de impedir una sobreactivación que pueda dañar los tejidos o bien agotar al sistema inmune.

La respuesta inmunitaria de las células inmunes intestinales frente a una sustancia o partícula extraña determina el desarrollo de tolerancia o de una respuesta dirigida a la eliminación del mismo, es decir, o le permite su “estancia” o lo repele de la forma más agresiva posible. Si bien la tolerancia es un estado de falta de reactividad específica, o sea de reacción, en realidad, la falta de tolerancia lleva a menudo al desarrollo de procesos inflamatorios que pueden conducir a una lesión excesiva de los tejidos, culminando con el desarrollo de una enfermedad importante. Por lo tanto, en estos lugares habría que adscribirse a la máxima de Gandhi: “resistencia pasiva y no violencia”. Así, por ejemplo, en las conocidas enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa, un grupo de enfermedades inflamatorias del intestino que muchas veces puede generar consecuencias graves, el sistema inmune de estos enfermos deja de tolerar a las bacterias beneficiosas intestinales (microbiota o “flora intestinal”), induciendo una respuesta “aberrante”, innecesaria y brutal frente a ellas, dando lugar a la eliminación en masa de muchas de estas bacterias y produciendo como efecto colateral la destrucción de la mucosa digestiva.

 

 

 

 

CAPÍTULO 2

LOS GUARDIANES DEL SISTEMA INMUNITARIO. LA “SOLDADA”: CÉLULAS DEL SISTEMA INMUNE

 

 

 

CAPÍTULO 2

LOS GUARDIANES DEL SISTEMA INMUNITARIO. LA “SOLDADA”: CÉLULAS DEL SISTEMA INMUNE

Las células del sistema inmune, llamadas genéricamente leucocitos o glóbulos blancos, se pueden encontrar en muchos lugares como en el bazo, un órgano ubicado en el lado izquierdo del vientre cuya función principal es depurar la sangre y ayudar a combatir las infecciones, o en la médula ósea. También encontramos a estas células almacenadas en los llamados ganglios linfáticos o nódulos linfáticos (seguro que recuerdas alguna vez cuando se te inflamaron los ganglios del cuello a causa de una infección de garganta). Estos ganglios linfáticos actúan como filtros y eliminan los gérmenes que pueden dañarnos. Existen cientos de ganglios linfáticos repartidos por todo nuestro cuerpo: unos son más superficiales y otros más profundos, y todos se encuentran cerca de los órganos principales.

Dentro de los leucocitos existen, según su función, dos tipos distintos: los fagocitos que devoran a los gérmenes invasores y la “basura celular”, y los linfocitos que permiten que el cuerpo recuerde a los invasores y los reconozca si regresan de nuevo.

 

 

Los fagocitos o “células comedoras” incluyen varios tipos de células diferentes:

1. Neutrófilos: Es el tipo más común. Ataca principalmente a las bacterias y a los hongos. Es la célula más “tonta” del sistema inmunológico porque come, come y come hasta que literalmente “revienta”, convirtiéndose en un material amarillento y espeso que conocemos como “pus”. Así que, cuando se sospecha de una infección por alguno de estos gérmenes, se suele pedir un análisis de sangre para saber si el número de neutrófilos del paciente ha aumentado o alterado su morfología, síntoma indicativo de la presencia de esta infección.

2. Eosinófilos: Son células que se encuentran cargadas en su interior de pequeños sacos repletos de diversas sustancias químicas. Su función primordial es la defensa frente a “parásitos gordos” (“gusanos” o, llamados de forma más técnica, helmintos). Tienen capacidad de comer, pero cuando no pueden hacerlo porque el enemigo es demasiado grande, liberan el contenido de sus bolsas y lo “escupen” encima del parásito intentando producirle el mayor daño posible.

3. Macrófagos. Se trata de un tipo muy especial de fagocito. Este, a diferencia de los otros, come y “chivata”. Cuando encuentra algo que no le resulta “propio o familiar”, por ejemplo una bacteria o un virus, lo devora. Pero además es capaz de estudiar en su interior cuál es el punto más débil del “bicho” para, a posteriori, avisar al resto de las células inmunológicas y poner en marcha una respuesta masiva frente al mismo. Es muy fácil de entender: figúrese que por la puerta de su casa entra una mole de 2 metros de alto por 1,5 metros de ancho, todo revestido de músculo (los llamados por mí todomúsculos.com), con la intención de acabar con usted. Si tuviese que defenderse, ¿dónde le propinaría una buena patada para que cayera al suelo en redondo? Efectivamente, la patada iría justo donde ¡¡¡no hay músculo!!! Ese es el talón de Aquiles del grandullón. Pues eso mismo hacen los macrófagos cuando se comen al bichito: lo destrozan, lo rompen en numerosos trozos y después estudian en su interior cuál es el punto más débil del patógeno (su talón de Aquiles). Una vez identificado, se lo mostrará a otras células inmunológicas como los linfocitos T, para que estos organicen la “gran contienda”.

Entre los glóbulos blancos o leucocitos tenemos otras células defensivas extraordinariamente importantes e imprescindibles, que sin embargo no tienen la capacidad de “comer”. Entre estas se encuentran:

4. Linfocitos. De forma grosera se les divide en distintos tipos:

a) Linfocitos T (T de Timo, ¿recuerdan?). Son células que se originan en el timo, un órgano que se sitúa a nivel torácico, por detrás del esternón y por encima del corazón. Esta denominación de linfocito T es genérica, ya que dentro de estos existen varias clases distintas. Cualquier ejército, ¿no tiene unidades de operaciones especiales, los llamados “boinas verdes”?, pues el sistema inmunológico también los tiene, aunque técnicamente los llamamos linfocitos T8 o citotóxicos. Se trata de células que están especializadas en matar a otras células infectadas, y que en su interior alojan algún tipo de “bichito”, como por ejemplo virus, muchos tipos de bacterias (micobacterias como la que produce la tuberculosis, salmonellas,….), algunos parásitos microscópicos (como la leishmania, que produce enfermedad en nuestros perros y en muchos humanos) y hongos microscópicos. Pero no sólo esto: estos “boinas verdes” celulares son capaces también de reconocer y matar a células tumorales, es decir, son células “anti-cáncer”.

Aparte de estos linfocitos T citotóxicos o “boinas verdes”, el Timo también produce otro tipo de células T, más finas, más “estrategas y organizadoras”, llamadas linfocitos T4, helper o “ayudantes”. Siguiendo con el símil del ejército, estás células vendrían a representar a los altos mandos y su función primordial sería diseñar las estrategias de guerra y organizar a la tropa para que el ataque o la defensa sean efectivas. Si estos altos mandos no están o no funcionan adecuadamente, tendremos dificultades para defendernos de forma efectiva. Un ejemplo lo tenemos en el virus HIV o VIH (en español, Virus de la Inmunodeficiencia Humana), que, atacando y destruyendo selectivamente a estos altos mandos, es capaz de aniquilar al sistema inmunológico dando lugar al SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida). Su principal problema es que los otros bichitos que hay en el ambiente se aprovechan de esta situación infectando y haciendo enfermar a la persona, hasta llegar incluso a acabar con su vida. ¡¡¡Acabar con la policía hace que algunos saqueadores se aprovechen de la situación!!!

b) Linfocitos B. Este tipo de linfocito es producido por la médula ósea y su función fundamental es fabricar un tipo de armamento superefectivo frente a todo tipo de gérmenes: los anticuerpos o inmunoglobulinas (Igs). Dentro de estos anticuerpos existen distintos tipos (igual que existen pistolas, metralletas, lanzagranadas, etc.): la IgG, IgM, IgA, IgE e IgD en humanos. Cada uno de ellos tiene una función y un cometido específicos, y la falta de alguno de éstos o de todos puede ocasionar enfermedades graves. Por ejemplo, la IgA (o inmunoglobulina A) es un tipo de anticuerpo que está especialmente diseñado para defender a la mucosa respiratoria, a la digestiva y a la genito-urinaria, frente a la infección. Si esta IgA no se fabrica o se produce de forma insuficiente (déficit de IgA), esto puede predisponer a una mayor susceptibilidad de padecer, no sólo más infecciones a nivel de estas mucosas (bronquitis, neumonías, gastroenteritis, cistitis, etc.) sino también a padecer problemas de intolerancia o alergia a alimentos (enfermedad celiaca, alergias alimentarias, etc.), o a aeroalérgenos como el polen o el polvo doméstico, predisponiendo igualmente a padecer enfermedades como dermatitis atópica, asma,…

Otro tipo de inmunoglobulina o anticuerpo producido por los linfocitos B es la IgE, que interviene predominantemente en la respuesta frente a parásitos “gordos” (“gusanos” o helmintos), siendo también responsable de las reacciones alérgicas que tan frecuentemente aquejan a la población en general. Enfermedades alérgicas que, como veremos en el capítulo correspondiente, se están convirtiendo en una verdadera “pandemia”.

5. Basófilos y mastocitos. Los basófilos se encuentran en la circulación sanguínea en escaso número. Intervienen en la inflamación aguda y son muy importantes como aviso de alarma al sistema inmune. Los mastocitos se encuentran en distintos tejidos corporales (piel, mucosas y tejido conjuntivo). Además, participan y son responsables de las reacciones alérgicas, ya que son grandes liberadores de histamina y otros compuestos que dan lugar a los conocidos signos y síntomas de la alergia (de ahí el que lo enfermos alérgicos tengan que tomar anti-histamínicos). Actúan igualmente junto con los eosinófilos, para potenciar en éstos la destrucción de parásitos.

6. Células NK (células “Natural Killers” o “Asesinos Naturales”). Las células asesinas o agresoras naturales derivan de la médula ósea y su función es similar a la de las células citotóxicas (linfocitos T8 o “boinas verdes”): la de destruir células infectadas por virus y otros agentes infecciosos, así como células tumorales.

7. Plaquetas. Estas células, además de participar en los procesos de coagulación sanguínea, también intervienen en la respuesta inmunitaria, especialmente en algunos procesos inflamatorios. Hace sólo muy poco tiempo se descubrió que las plaquetas son capaces de matar directamente a glóbulos rojos infectados por el parásito de la malaria y de destruir igualmente a bacterias. Por lo tanto, su visión clásica como simples celulitas que intervienen en la coagulación, y responsable de cosas muy desagradables como ictus e infartos, ha ganado en amplitud y beneficios.

2.1 Otros “armamentos”: moléculas del sistema inmune

Aparte de las inmunoglobulinas o anticuerpos, otro grupo importante de moléculas que emplea el sistema inmune son las llamadas citoquinas. Como se ha descrito anteriormente, la respuesta inmune es muy compleja y depende de innumerables interacciones entre una gran variedad de células. Estas deben actuar de manera coordinada para defender de forma eficaz a nuestro organismo. Esta interacción se realiza por contacto directo entre células o mediante una especie de hormonas (citoquinas) muy especiales producidas por las células inmunológicas, y que sirven para comunicarse entre ellas (una especie de “mails” químicos).